Durante la clausura del VIII Congreso Nacional de Educación Sexual y Sexología llegué a la conclusión de que, durante tres días, las 800 personas asistentes habíamos tenido un objetivo general: buscar la felicidad. Porque eso era lo que estaba implícito en cada conferencia, simposio, taller, presentación de libro y charla de pasillo.
En el taller sobre sexualidad y espiritualidad buscaban acercarnos al bienestar uniendo esos dos aspectos necesarios para muchas personas; con las conferencias sobre transexualidad se pretendía entender, crear leyes, ofrecer servicios médicos, entre otras cosas, para que todas las personas vivan satisfechas acorde con su identidad sexual; en aquellas que revelaron cifras espeluznantes y propusieron estrategias para evitar el abuso sexual infantil, se buscaba evitarlo, lo que supondría tener un mayor número de niños (y, por ende, adultos) felices; durante aquellas que analizaban las relaciones amorosas, el objetivo era tener parejas dichosas, y así podríamos ir desgranando cada una para darnos cuenta de ello.
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