miércoles, 21 de diciembre de 2011

Carlos Blanco - La pobreza de las campañas.

La etapa de precampaña ya empezó el 18 de diciembre y los aspirantes a la Presidencia de la República sobresalen por el manejo de un discurso ramplón, poco atractivo para el electorado. Los precandidatos del PAN, Josefina Vázquez Mota, Ernesto Cordero y Santiago Creel, buscan posicionarse mediante posturas dirigidas a cuestionar a Enrique Peña Nieto y al PRI, en vez de ganarse al electorado con propuestas atractivas y convincentes, mientras que el candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador, quien asegura estar conectado con las carencias básicas de las clases más desposeídas, no en vano su slogan es “primero los pobres”, no tiene la menor idea de lo que cuesta un boleto del Metro. Según él los cinco millones de usuarios pagan dos pesos. Craso error, desde hace ya bastante tiempo desembolsan tres pesos.


Ante el panorama que enfrenta, Enrique Peña Nieto, se ha colocado como el negro de la feria. Todos le quieren pegar. Pero ese lugar, el propio priísta se lo ha ganado a pulso. Ha incurrido en una pifia tras otra. Cómo quiere llegar a ganar la Presidencia de la República, sin tener antes la delicadeza de indagar cuál es el costo del kilo de tortilla que todos los días comen 90 millones de mexicanos.


O saber cuál es el monto del salario mínimo. Dice que es de 900, siendo que actualmente asciende a mil 744 pesos. En caso de que fuese de 900, acaso él podría vivir con un poco más de 25 pesos diarios.


¿Qué es lo que pasa? ¿Cómo quieren gobernar a más de cien millones de mexicanos si no conocen nada acerca de sus carencias y aspiraciones? Da la impresión que los aspirantes a la Presidencia viven en una burbuja, rodeados de todas las comodidades y muy alejados, muy distantes del pueblo.


No requieren de toda una sofisticada estrategia para conocer México. Basta con que se suban al Metro, paseen por las calles del centro del Distrito Federal, o de cualquier otra ciudad del interior de la república para que hablen con la gente, con los taxistas, los vendedores ambulantes, etc, y les pregunten acerca de sus penurias cotidianas, de lo que escuchan, de lo que hablan con los demás, para que los aspirantes a la Presidencia de la República, tengan una ligera idea de los padecimientos del pueblo, al que quieren gobernar.


Todos los mexicanos tienen presente aquella ocasión en que el panista Ernesto Cordero expresó plenamente convencido que los mexicanos podían vivir muy bien con seis mil pesos mensuales, en tanto que con esa cantidad podían tener casa, coche, recursos para las colegiaturas de los hijos, y todo tipo de comodidades. Pero en qué cabeza cabe semejante apreciación. Hablan sin sentido, sin saber nada acerca de México y los mexicanos.
La panista Vázquez Mota quiere crecer creyendo que se ganará el voto de 40 millones de mujeres, enarbolando un discurso chabacano a partir de los errores en que incurre Peña Nieto. Por ejemplo, cuando al mexiquense le preguntaron el precio de la tortilla y éste contestó que ese dato lo desconocía porque no era ama de casa, la panista creyó que con esa pifia contaba con el material que requería para seguirse ganarse el ánimo de las mujeres, por lo que en un tono melodramático expuso lo siguiente: “Soy esa señora de la casa que otros llaman con desprecio, y sin la cual ninguna casa sería un hogar, ninguna casa podría resolverse, ninguna casa tendría sentido. Imagínense por un día este país sin las señoras de la casa”.


Por favor,¿quién podría creer que Vázquez Mota va todos los día a comprar las tortillas, a 10 pesos el kilo, con una bolsa de chile de cinco pesos?, o que todos los fines de semana va al mercado sobre ruedas, o a la Bodega Aurrera, para surtir la despensa. Quién le va a creer que entre una y media y dos de la tarde Josefina se sube en una olorosa pesera para ir por los hijos a la escuela pública, y decirles que no les puede comprar un chicharrón o una paleta, porque el gasto con que cuenta no le alcanza para ello.


Vázquez Mota está jugando un papel simpático en la contienda electoral, pero que por favor no falte a la verdad. Ella no es diferente a la mayoría de los políticos que conocemos. Cuando se registró como precandidata del PAN a la Presidencia, trascendió que gastó más de un millón 240 mil pesos para pagar, entre otras cuestiones, 345 camiones para acarrear 8 mil 160 personas, de diferentes entidades del interior de la república, como Tlaxcala, Hidalgo, Puebla, Querétaro y Veracruz, entre otros. ¿Dónde está el respeto por la gente? ¿Por qué pagar para acarrear gente que por necesidad cobra para convertirse en carne de mitin?


Los precandidatos del PAN y el mismo presidente Felipe Calderón están cometiendo una serie de faltas que en julio del 2012 pagarán en las urnas. La negativa para que el diputado federal Manuel Clouthier Carrillo busque una senaduría fue una decisión tomada en un CEN del PAN que no mueve un dedo sin consultarlo en la residencia oficial de Los Pinos.


Le negaron el derecho a contender como candidato porque cometió el pecado, según alegan los directivos panistas, “de haber criticado y agredido a dirigentes y miembros del blanquiazul”. Este argumento resulta increíble. Ahora resulta que la autocritica no puede registrarse en el PAN, siendo que esto es un ejercicio elemental de toda sociedad democrática. Es absurdo que los panistas hablen de la democracia, siendo que al interior de su partido no la practican.


Además, por qué ese trato contra Manuel Clouthier, hijo de aquel famoso “Maquio”, sin el cual, el PAN no estaría ocupando en estos momentos la Presidencia de la República. Es un hecho que el PAN sin los “barbaros del norte” el PAN seguiría siendo un partido mediano y alojado, como estuvo durante muchos años, en las viejas oficinas de Sadi Carnot.

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