¿Cuánto le cuestan a la sociedad las instituciones, encargadas de mantener el actual sistema político? ¿Es decir, el financiamiento de los partidos, o mejor dicho, el financiamiento de la política, corresponde y vale por los gobiernos y el sistema democrático que tenemos? O sea, ¿lo que la sociedad paga por producir y reproducir a las élites gobernantes, representa cabalmente, el precio pagado?; Esta clase política, ¿es el producto, de lo que la sociedad pagó por construir su democracia? Podría decirse que los partidos políticos, ¿son un mal necesario para que nuestra democracia funcione? Campañas políticas dispendiosas, instituciones y funcionarios faraónicos; financiamientos y riquezas políticas “inexplicables”, en medio de niveles de pobreza extrema, y desigualdades indignantes; son el rostro del actual sistema político.
Políticos y partidos como Elba Ester Gordillo, el Verde Ecologista o tantos y tantos otros, son la penitencia que tenemos que pagar por un sistema político, que se muestra agotado, y son la expresión real de una crisis al interior del propio Estado. Este es un ejercicio de reflexión que tenemos que hacernos, y está directamente asociado a la concepción de la democracia que tenemos. No pretendo, ni puedo, iniciar un tratado de filosofía política; la intención es aproximar una reflexión, sobre el precio de la política.
Son tiempos políticos, y en política todo tiene precio, la democracia incluida. Esta variable, el precio de la Política, representa el costo social por el funcionamiento del sistema político. En una época de reducción del gasto público, y donde las políticas públicas se orientan hacia la reducción la función social y redistributivas del estado; y muy generosa con las élites políticas, y con el costo de los procesos electorales; lo que Jorge Alcocer llama “el déficit por el reclutamiento y la rotación de las élites en los sistemas políticos”.
Pongámosle precio a las elecciones, a la democracia, al voto y a los propios candidatos; ¿cuánto cuesta un diputado, un senador o cualquier otro gobernante; y preguntémonos, si la política vale lo que cuesta? Una respuesta es que la gente tiene la certeza de que la democracia no resuelve los problemas nacionales.
Decía Carlos Monsiváis que el “… 64 por ciento sabe que el sistema no funciona y las promesas de campaña no se cumplen porque los gobernantes deben mentir para obtener el voto. Y en el caso mexicano deben además competir mediáticamente, no en contacto vivo con la sociedad y, al mismo tiempo, pagar y obedecer a los medios televisivos… “
El informe de Fundaciones Internacionales Electorales para Sistemas (IFES, por sus siglas en inglés) sobre la aplicación de la reforma electoral de 2007-2008 en México, desde una perspectiva comparada a escala mundial, incluye un análisis del financiamiento público destinado a los comicios y los partidos, según el cual, el promedio que las naciones latinoamericanas destinan a este rubro es de 123 millones 226 mil 896 dólares, que contrasta sensiblemente con los 465 millones 21 mil 714 dólares que se canalizan en México. “Cuesta el voto en México 18 veces más que el promedio en AL, dicen expertos” Alonso Urrutia y Fabiola Martínez. Periódico La Jornada. Viernes 19 de junio de 2009, p. 14
Estamos viviendo, el encuentro de dos realidades, la promesa del candidato y la de un gobierno que termina. Cuáles fueron los compromisos de Calderón “candidato”, cuales son las realidades de Calderón presidente. Es momento para el balance. Qué diferencia hay entre los gobernantes de ayer y los candidatos hoy. Ahora sabemos de su forma de gobernar, del abuso y la rapiña. Ahora se descubre que una vez más “nos volvieron a saquear”. Son tiempos electorales y los extremos se tocan.
El político, el es más grande de los déficits que tenemos como país, las promesas sin cumplir, y es el resultado de la desconfianza pública, la desconfianza histórica, que es causa y efecto de la corrupción, y de la impunidad que le acompaña.
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