El verdadero milagro mexicano no se materializó este fin de semana en el Bajío, sino en Puerto Vallarta-Riviera Nayarit.
El milagro no pasó tanto por las entusiastas multitudes que cantaron y celebraron a Benedicto XVI, sino por el hecho de que, pese a lo ocurrido en los últimos años en el país, hoy comienza en este maravilloso corredor del Pacífico, con un lleno absoluto y luminosas expectativas, el primer Tianguis Turístico fuera de Acapulco. ¿Cómo es posible eso en el México de los 50 mil ejecutados y las constantes alertas para no vacacionar en una tierra “insegura e incierta”?
Recorro con la secretaria de Turismo, Gloria Guevara, los stands del Tianguis. Me dice que se vendieron todos y quedó una larga lista de espera. En el edificio de al lado, el Centro de Convenciones, los técnicos ponen en punto un espectacular sistema de audio y video. Inversión del gobierno de Jalisco.
Primer mundo, le digo a la secretaria mientras hago mi autocrítica por haber condenado duramente que el Tianguis desertara de Acapulco. Sonríe con facilidad y dulzura. Es un debate que ya no le interesa. Ella quiere describir qué hay en el stand de Puebla y en el de Michoacán, hablar del turismo de aventura y el de lujo, el de los paquetes y el cultural. No es triunfalismo. Es, más bien, la consolidación de un proyecto.
Aunque parezca un milagro que casi 2 millones de turistas extranjeros, en promedio, sigan arribando cada mes. Que, no obstante las alertas, sea el destino número uno para los viajeros de Estados Unidos. Milagroso el inagotable florecimiento de hoteles. El que cada vez vengan más canadienses, argentinos, brasileños, alemanes, japoneses.
Algo se hizo bien. Sólo así se explican los 22.5 millones de extranjeros que siguen eligiendo a México para descansar. Y gozar.
Así parezca un milagro.
Leído en http://impreso.milenio.com/node/9135770.
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