Ciro Gómez Leyva. |
Agustín Acosta ha sido firme en su propósito. Derrota tras derrota. Hoy los sucesos parecen dar un giro impresionante para concederle la razón. Es muy probable que el 21 de marzo, este abogado penal demuestre que se cometió una atrocidad contra su defendida, presa desde 2005. Y que Florence Cassez se vaya a Francia libre de cargos.
“Florence es inocente, lo digo vehementemente”, me dice excitado un par de horas después de que se conociera el proyecto del ministro de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, que propone otorgar el amparo y ordenar la inmediata y absoluta libertad de la francesa condenada prácticamente de por vida por formar parte de una cruel banda de secuestradores.
“Vamos a sentar un precedente”, subraya Agustín. “No hablo solo de la violación a sus derechos humanos durante el proceso, o del efecto corruptor que tuvo el montaje del video de la AFI para sentenciarla de antemano en la opinión pública. Hablo de los tres testimonios para condenarla, que son una evidencia contaminada. Hablo de la manipulación de la escena del crimen…”
Habla y habla con los mismos argumentos de la carta que me envió en mayo del año pasado para reclamar que me asomara en serio a la verdad de Florence: “Defiendo a Florence animado por una convicción íntima, y no por un postulado retórico. Hoy mejor que nunca alcanzo a ver la luz de su inocencia”.
Defender a una secuestradora francesa en el México de la primera década del Siglo 21 era ir, en serio, en contra de todo, de todos.
Si otros dos ministros de la Corte avalan el proyecto de Arturo Zaldívar, se habrá escrito también el elogio de una formidable defensa legal.
La de Agustín Acosta. El tenaz.
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