Manuel Espino. |
La visita del vicepresidente de los Estados Unidos a suelo mexicano hizo aún más evidente lo errado que resulta imponer silencio a los candidatos justo a unos meses de las elecciones: aunque Joe Biden se reunió con Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota, se trató de reuniones a puerta cerrada en un ambiente de opacidad forzada, por lo que poco podremos saber de sus propuestas, acuerdos y compromisos.
Justo ahora resulta vital que los candidatos expresen de manera libre y abierta su visión sobre la relación de más peso social y económico que México tiene en el panorama internacional, pues Joe Biden no viene en un momento elegido al azar, sino en uno de gran relevancia política: falta menos de un mes para que comiencen las campañas electorales en Estados Unidos y nuestra república se encuentra ya en plena efervescencia electoral.
Seguramente se pusieron sobre la mesa temas vitales para el futuro y el presente de nuestra República, como migración, derechos humanos, cooperación para el desarrollo, democratización y seguridad, con detalles sumamente importantes de los que poco habrá de hablarse ante las cámaras y micrófonos.
En ese contexto cívico de tan alta trascendencia, ¿qué harán los candidatos entre los cuales habremos de elegir al próximo jefe del Estado mexicano? Guardar silencio o expresarse con ambigüedades, que es lo mismo.
El contraste franco de ideas y la divergencia de opiniones brillarán por su ausencia, pues los candidatos temen —y con razón— que ir más allá de las acostumbradas generalidades les puede acarrear sanciones.
¿Existe la democracia sin debate?
No, definitivamente no. De hecho la democracia es debate. Y justo eso es lo que se hace evidente en estos días con la llamada “veda electoral” que impuso el Instituto Federal Electoral (IFE) en forma arbitraria y absurda.
Debemos recordar, y esto es clave, que la ausencia de discusión pública refuerza la importancia que tendrán durante el proceso electoral las maquinarias territoriales y las estructuras partidistas.
Es decir: entre más debate público hay, mayor resulta la participación y se incrementan la cantidad de votantes libres y convencidos por la fuerza de las ideas.
Por el contrario, cuando escasean los espacios para convencer a los ciudadanos con argumentos, muchos aprovechan el ambiente de opacidad para crear campañas de movilización basadas en la intimidación y en la compra de votos.
La dicotomía es simple: con la transparencia de la discusión pública o con las trampas de los “mapaches”, pero sin duda los votos habrán de moverse.
Además, así como no sabremos bien a bien qué piensan los precandidatos presidenciales sobre la relación México-Estados Unidos justo ahora que se encuentra Biden visitando nuestro territorio, serán muchos más los temas en los que no tendremos una visión completa, primero por la veda electoral y luego porque, a consecuencia de la misma, será demasiado breve el lapso que los candidatos tendrán para debatir sin miedos.
Ojalá los candidatos a legisladores ya estén tomando nota de esta situación y la tengan muy presente de llegar al Congreso de la Unión, pues urge levantar esta “veda” que impacta directamente en la calidad de nuestra democracia y en nuestras libertades ciudadanas.
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Leído en: http://manuelespino.posterous.com/aqui-va-mi-articulo-de-hoy-veda-electoral-y-t
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