jueves, 8 de marzo de 2012

¿Y LOS JÓVENES?.

Sergio Aguayo Quezada.


Para mi tía Matilde Miranda de Quezada, por sus 100 años.


Bienaventurado sea el (relativo) silencio de los candidatos y la candidata. Permite apreciar y comentar grietas tan profundas como el menosprecio a lo que piensan y quieren los jóvenes.

 Todavía somos un país juvenil. De la Lista Nominal de Electores, 43% tiene entre 18 y 34 años. Aunque obtuvieran su credencial "75 por ciento de ellos dice que no votará en las próximas elecciones". Eso encontró Enrique Cuna, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, en un estudio cualitativo sobre una juventud profundamente desencantada con la política.

 De la brecha generacional ya hablábamos en los sesenta y algunos de los grandes cambios culturales y sociales se cocinaron en esa matriz. Gobernantes y partidos reaccionaron a su manera: reduciendo la edad para votar y dando una cuota de sus preciadas candidaturas a los jóvenes. Veamos cuántos jóvenes menores de 34 están en los primeros 12 lugares de las listas plurinominales para senadores y en los primeros dos lugares de los diputados por las cinco circunscripciones (sólo tomo en cuenta a los tres grandes).

Quienes manejan el Partido Revolucionario Institucional andan tan sobrados y se sienten tan seguros de su victoria que apartaron de un manotazo a la juventud: ¡el más tierno rebasa los 40!, ¡el promedio de edad es de 57 años! Fue tan obvia la exclusión que Canek Vázquez, líder de las juventudes priistas, denunció públicamente a su partido por "enterrar" a las jóvenes promesas. El PAN y el PRD sí respetaron la cuota y en sus listas hay al menos 20% con menos de 34 años.

 Seguirá habiendo diputados y senadores en sus veintes y treintas pero eso no significa que la juventud se sienta o esté bien representada. ¿Qué esperan de quienes trotamos cerca del ocaso? Algunos acercamientos me indican que las nuevas generaciones interesadas en la vida pública esperan ser reconocidas, respetadas y escuchadas. Eso supone dialogar, un verbo que rara vez conjugan quienes controlan las aduanas de la política mexicana. Lo demuestro con un indicador bastante obvio.

 En los medios sociales abundan los jóvenes. El Twitter, por ejemplo, es un instrumento para la comunicación en el cual quien abre una cuenta empieza a seguir y ser seguido. Reaparece una regla no escrita del mundillo intelectual: si me lees, te leo. Pues bien, el 4 de marzo a las 13:30 horas entre los tres candidatos principales acumulaban a 1,055,559 seguidores. A su vez ellos seguían solamente a ¡1,653! tuiteros. En la tríada hay dos extremos: en la parte inferior está Peña Nieto que sólo sigue a 74 personas (entre ellas a su hija, el azote de los proles); y en la superior Andrés Manuel con 861.

Son tres monólogos interminables en los cuales aparecen aclaraciones muy poco trascendentes (voy a comer con los empresarios del chicharrón prensado) o frases hechas como las que seleccioné el pasado 5 de marzo. Peña Nieto: "A los jóvenes que buscan la transformación de México, ¡felicidades!"; Vázquez Mota: "Con mi familia he aprendido sobre lealtad, respeto, justicia, generosidad y responsabilidad"; López Obrador: "Vamos a enfrentar el flagelo de la violencia con una estrategia distinta a la actual".

 Mi impresión es que se apoyan en otros para dar seguimiento a sus cuentas (Eduardo Portas, un conocedor del tema, califica este comportamiento como "ventrilocuismo político") pero que no están preparados o interesados en escuchar y dialogar. Sólo quieren ser oídos.

 Reservo unas líneas para el gabinete de Andrés Manuel López Obrador, el candidato que tiene un compromiso mayor con el cambio. Es un buen gesto incluir en su gabinete a gente íntegra y experimentada -el promedio de edad es de 63 años- pero es un grave error hacerlo en un país de jóvenes. Interesado en averiguar los por qués tras la insensibilidad converso con Alberto Sladogna, psicoanalista que escudriña la política. Después de añadir otros indicadores Sladogna lanza una hipótesis inquietante: "su lenguaje inconsciente, el de Andrés Manuel, parece tomar decisiones para no ganar".

Al día de hoy la brecha generacional es real, absurda y nociva pero los políticos tienen la misma actitud hacia otras generaciones. Me pregunto si el menosprecio evidente hacia la ciudadanía podría convertirse en una de las claves de una coincidencia entre jóvenes, adultos y ancianos.

 LA MISCELÁNEA

 La desorganización del área de comunicación social del PRD desconcierta y exaspera. Fue un suplicio esperar que alguien tomara una llamada para al final padecer la derrota porque jamás llegó la información precisa sobre la edad de todas las personas incluidas en sus listas. Luego se quejan de campañas en su contra.

 Entrecomillados: Mirtha Hernández, "Decepciona la democracia", Reforma, 2 de marzo de 2012 y Eduardo Portas, "Twitter no es un megáfono", Enfoque de Reforma, 4 de marzo de 2012.

 Colaboró Rodrigo Peña González.
Leído en: http://www.sergioaguayo.org/html/columnas/ylosjovenes.html

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