lunes, 16 de abril de 2012

Hiriart - Una propuesta de locura.



Actualmente producir un barril de petróleo nos cuesta entre cinco y medio y seis y medio dólares. Y lo vendemos en 105 o 107 dólares. La ganancia es más alta que nunca en la historia.

En la producción de gasolinas el Sistema Nacional de Refinerías de Pemex perdió el año pasado 139 mil 491 millones de pesos.

Bueno, pues el candidato Andrés Manuel López Obrador propone, en su decálogo sobre política energética, dejar de exportar petróleo y construir cinco nuevas refinerías para cubrir la totalidad de la demanda interna de combustibles.

Propone dejar de invertir en aquello que nos da una ganancia de cien dólares por barril y destinar recursos a la construcción de refinerías que pierden dinero a raudales.

Desde luego no es la única propuesta de López Obrador. Tiene otras.

La Constitución Moral por encima de la Constitución que nos rige, por ejemplo.

Pero veamos ésta, la energética. Ya habrá tiempo para las demás.

Las pérdidas del Sistema Nacional de Refinerías se deben a falta de nuevas tecnologías, equipos obsoletos, y a que en todo el mundo la industria de la refinación está de capa caída por el exceso de oferta.

El negocio es vender crudo. ¿Nos vamos a privar de esos ingresos para dedicarnos al negocio de las gasolinas, en el que perdemos dinero?

Eso es lo que propone el candidato de la alianza PRD-PT-MC. Nadie le dice nada porque va en tercer lugar.

Pero en la izquierda hay gente pensante, valiosa, que entiende de realidades económicas, a la que es preciso preguntarle: ¿de veras suscriben esa locura?

¿Con ese propósito delirante —dejar de exportar— van a intentar bloquear las reformas necesarias para que optimicemos la producción de petróleo?

Construir una refinería cuesta alrededor de doce o 15 mil millones de dólares. Y él quiere hacer cinco. ¿Ya sacaron las cuentas? ¿Meterle unos 70 mil millones de dólares a refinerías que dejan pérdidas?

Vaya propuesta: que con el petróleo perdamos dinero en lugar de ganar.

Que destinemos una cantidad exorbitante de recursos en construir refinerías que entrarían en producción dentro de diez años y que, en el mejor de los casos, nuevas y bien administradas, dejan una ganancia marginal.

Importamos casi la mitad de la gasolina que consumimos (405 mil 200 barriles diarios).

Y a esa gasolina importada, por la que pagamos 31 mil millones de dólares en 2011, hay que subsidiarla al consumidor, anualmente con unos 166 mil millones de pesos.

Ahí está buena parte del problema: en el subsidio.

Para enfrentarlo hay varias opciones: mantener el subsidio con los recursos que ingresan por la venta de petróleo. O disminuir gradualmente el subsidio.

Lo que no se puede hacer es bajar el precio de las gasolinas con más subsidios, sin tener ingresos petroleros.

Y un último dato, a propósito de la propuesta de AMLO: de cada peso que se gasta en el presupuesto de la Federación, 40 centavos vienen de la venta de petróleo.

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