Carlos Ramírez |
Con la bandera muy en alto de la democracia, los jóvenes universitarios del movimiento YoSoy132 han dado muestras muy concretas de que son… antidemocráticos, fundamentalistas, intransigentes, excluyentes y fanáticos.
Es decir, que ese grupo nació para oponerse al PRI por las vías no democráticas pero sus comportamientos autoritarios son típicamente priístas. Su bandera de la democratización de los medios, su debate anoche organizado como celada al candidato priísta Enrique Peña Nieto y su militancia intolerante a favor del candidato perredista Andrés Manuel López Obrador han dibujado ya el perfil político del 132.
Y se habla de perfil porque hasta ahora los pronunciamientos de los múltiples voceros y comisiones del 132 no alcanzan a posicionarse como pensamiento político; el discurso político de los jóvenes universitarios, liderados por estudiantes de varias escuelas de ciencias políticas, se reduce a la disputa por la plaza y por la mención en los medios y nada tiene que ver con la ocupación del espacio público.
Muy pronto, sin saberlo, aprovechando la intolerancia de sus carteles contra la televisión privada, el 132 se convirtió en carne de cañón de grupos de interés: Lo tomó el lopezobradorismo y lo impulsó contra Televisa para atacar a Peña Nieto; y los jóvenes, sin capacidad de reflexión analítica y sin entender la lógica de la política, se lanzaron contra Televisa ignorando que le están haciendo el juego a Carlos Slim en su lucha por un espacio televisivo abierto. Cilindreados por espacios noticiosos subsidiados por Slim, los chavos que están chavos gritonearon contra Televisa por su dominio del mercado pero racionalizar el problema del monopolio de Teléfonos de México privatizado por Carlos Salinas.
Los chavos del 132 se autoetiquetaron como los defensores de la democracia y se la han pasado cerrándole los espacios democráticos al PRI: La forma intolerante, violenta, agresiva, de vandalismo con que el 132 atacó al candidato Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana nada tiene que ver con el diálogo democrático. Y luego el 132, con estudiantes de ciencias políticas a la cabeza, gritonearon a favor de la democracia pero cerrándole espacios a un candidato legalmente registrado y se pasaron días saliendo a la calle para insultar a Peña para luego invitarlo democráticamente a debatir con los chavos que se exhiben llenos de odio en sus expresiones antipriístas.
Irónicamente, el 132 nació contra el simbolismo de la pantalla de televisión pero sobrevive gracias a la televisión porque carece de algún pronunciamiento doctrinario de tipo político sobre la coyuntura nacional y sobre el proceso de democratización. Eso sí, asumen una conducta maniqueísta y fundamentalista al presentarse como la única vía juvenil para hacer política y el único espacio de debate. Al final, el 132 no es la expresión juvenil sino un grito de protesta de chavos de universidades privadas que se sintieron ofendidos porque los priístas ocuparon el espacio de la comparecencia de Peña Nieto y algunos priístas los ofendieron regateándoles su representatividad, pero hasta ahora no han mostrado alguna defensa de los jóvenes que no pueden estudiar en universidades privadas, ni contra los programas de estudios de instituciones privadas que los preparan para el mercado, ni contra la política económica neoliberal que empobrece a los mexicanos pero que se enseña en universidades privadas.
Los jóvenes del 132 perdieron el control por la visita de la vicepresidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, Camila Vallejo, quien vino a la UAM Xochimilco a hablar de generalidades y a mostrar su simpatía por el 132, pero ninguno de los del 132 tuvo la inquietud política de rescatar el discurso del presidente socialista Salvador Allende en Guadalajara en 1972, en el que les recomendó a los jóvenes ir a las fábricas, a las comunidades campesinas a la realidad crítica de la pobreza para entender la política y que no bastaba andar todo el día con el manifiesto comunista bajo el brazo. La semana pasada se tuvo la impresión de que Camila Vallejo carece de un discurso político socialista y que sólo les dio el avión a los chavos del 132.
Eso sí, los chavos del 132 se han instalado en el fundamentalismo democrático que carece de racionalidad política y que muestra el otro lado de la enajenación ideológica de la realidad cincelada por la televisión. Hasta ahora, varias semanas después de su irrupción, los chavos del 132 parecen discos rayados con su cantaleta de “la democratización de los medios” sin explicar qué quiere decir, sin ofrecer un razonamiento politológico del concepto. Como Generación Poltergeist ni siquiera han reflexionado su propio problema epistemológico porque ignoran el origen limitado de su conocimiento: Son hijos videns de Televisa y están atrapados en el mundo Twitter-Facebook donde no existen las relaciones sociales de producción.
Al final, los chavos del 132 padecen el síndrome de la caverna de Platón (libro VII de La República, que a lo mejor los estudiantes de ciencias políticas del 132 sí leyeron o cuando menos vieron en power point): Están de espaldas a la realidad y tienen frente a sí una gran pantalla de televisión de plasma donde desfilan las sombras de lo que no ven. Por eso el discurso político del 132 es visual, de frases, de carteles en marchas, limitado al problema de la televisión como expresión y no como razonamiento de un poder fáctico derivado del poder político y este producto de relaciones sociales de poder. Por eso también quienes pelean por poseer una cadena de televisión empujan a los chavos del 132 a seguir protestando contra Televisa, y no contra el sistema de poder que prohijó a Televisa y también a los que aspiran a ser una nueva cadena. Así, el 132 enarbola la bandera de la democratización pero está enfermo de maniqueísmo y violencia contra el que no piense como él.
carlosramirezh@hotmail.com
Leído en: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/actua-el-yosoy132-como-priista
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