jueves, 21 de junio de 2012

Ciro Gómez Leyva - No habrá conflicto poselectoral, Joaquín.


Ciro Gómez Leyva

Disiento con lo escrito ayer por Joaquín López-Dóriga sobre el inexorable “conflicto poselectoral que viene, ya que Andrés Manuel López Obrador rechazará cualquier resultado que no lo dé por ganador, porque es él o es el fraude”.
Lo hago a partir de la información que perfila un triunfo de dos dígitos de Enrique Peña Nieto. Pero aun si la victoria del priista se estrechara a seis o siete puntos, la diferencia rondaría los 3 millones de votos. Sería demencial aludir a un “fraude” con esos números.
Por la forma en que se está comportando, coincido en que López Obrador se asumirá víctima de una “guerra sucia” que solo está en su imaginación y su estrategia, intentará manchar el triunfo de Peña Nieto con el insolente argumento (significa que los mexicanos son estúpidos) de que fue impuesto por Televisa desde años atrás y tachará al nuevo gobierno de ilegítimo e inmoral. Pero no tendrá margen para ir más allá de un par de marchas.
No lo tendrá incluso con una diferencia más cerrada. El IFE y el Tribunal Electoral han estudiado, renglón por renglón, la experiencia de 2006 y no dejarán margen a la duda. La del próximo 1 de julio será, además, la elección más vigilada y fiscalizada de la historia. Y se celebrará con una ley que es, en buena medida, producto de la revuelta del voto por voto, casilla por casilla, de hace seis años.
No habrá conflicto, Joaquín. La circunstancia, las condiciones y la inmensa mayoría de ciudadanos lo impedirán.
Veo, más bien, un desenlace como el de 1994, aquellas elecciones posfraude del PRI de Carlos Salinas de Gortari, las del EZLN y el asesinato de Colosio: una semana de ruido y movilización, y punto.

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