Sergio Sarmiento |
Las encuestas electorales no son instrumentos exactos para medir la opinión pública y mucho menos para predecir el voto futuro de los electores. La experiencia nos demuestra, sin embargo, que, si están bien hechas, pueden ser muy útiles para la toma de decisiones políticas. El PRD y los partidos de izquierda recurrieron a las encuestas para escoger a sus candidatos a la Presidencia y a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal.
Es verdad que las encuestas que se dieron a conocer públicamente en la campaña le dieron una ventaja superior a Enrique Peña Nieto a la que finalmente éste logró en la votación del 1º de julio. Pero esto no significa que hayan tratado de inducir el voto. De hecho, parecería que la cómoda mayoría que le daban ayudó a Andrés Manuel López Obrador el día de la elección.
No hay certeza acerca de cómo influyen las encuestas en las elecciones. Siempre se ha supuesto que los votantes quieren estar con el ganador de una elección y por lo tanto favorecen al puntero en las encuestas. A este fenómeno se le designa en inglés como “bandwagon” o “rally-around-the-winner effect”, lo cual en español mexicano podría llamarse “efecto borrego”. Hay, sin embargo, cuando menos algunos casos en que las encuestas parecen inhibir el voto de los simpatizantes del puntero: “Para qué me esfuerzo si vamos a ganar de todas formas”. También pueden promover a los aspirantes más débiles al hacer que sus electores salgan a votar en mayores números.
Muchas de las encuestas previas a la elección le daban una gran ventaja a Peña Nieto. El ejemplo más exagerado fue el de GEA/ISA, que difundía diariamente el grupo Milenio y que en su última versión registró 18.6 puntos porcentuales de ventaja. Las encuestas difundidas públicamente que más se acercaron al resultado final --una diferencia de 6.62 puntos-- fueron la de Demotecnia de María de las Heras, que registró 7.8, y la de Reforma, de 10 puntos.
Es incorrecta, sin embargo, la visión de que las encuestas estuvieron totalmente equivocadas. Virtualmente todas previeron el orden final de los candidatos.
Todas registraron el rebase que López Obrador hizo de Josefina Vázquez Mota para quedar en segundo lugar. Todas señalaron la amplia ventaja de Miguel Ángel Mancera en la capital de la república y muchas fueron acertadas en otras entidades.
La única encuesta que falló en prever el orden de candidatos presidenciales fue la de López Obrador. El documento que me mandó, y que di a conocer en este espacio, afirmaba que tenía una ventaja de 1.4 puntos porcentuales sobre Peña Nieto. El candidato de la izquierda afirmó más tarde que su ventaja había subido a tres puntos, pero nunca difundió la nueva encuesta. El estudio más sospechoso de haber pretendido inducir el voto es, por lo tanto, éste.
Muchas reflexiones deben hacer las encuestadoras sobre sus trabajos previos a esta elección. Una clave es el hecho de que previeron con razonable exactitud las cifras de López Obrador y Josefina Vázquez Mota, pero mostraron registros muy altos para Peña Nieto. Esto sugiere que, efectivamente, muchos simpatizantes del priista no salieron a votar o cambiaron de favorito de último momento.
Parecería, pues, que las encuestas favorables terminaron perjudicando a Peña Nieto. En esta elección no habríamos tenido un “efecto borrego” sino más bien un castigo al puntero.
ÁNGELES SIN ALAS
Es falsa la denuncia anónima que acusaba al general Tomás Ángeles de haber promovido el narcomenudeo en el Colegio Militar. Sin embargo, se le mantiene privado de la libertad por un arraigo sin que haya pruebas para consignarlo.
Twitter: @sergiosarmient4
Leído en: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/efecto-borrego
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.