lunes, 20 de agosto de 2012

Salvador Camarena - Dudas sobre un festejo

Salvador Camarena

Cuesta trabajo entender por qué el presidente de la República Felipe Calderón Hinojosa (elija aquí el verbo que usted guste) consiente, aprueba, alienta, promueve o acepta que le organicen un festejo de cumpleaños público. Esa duda crece después de que el mandatario usa ese festejo para revelar una amenaza en su contra.

Supongamos que es 1993 ó 1998. ¿El entonces opositor Felipe Calderón Hinojosa habría visto con buenos ojos que un Presidente de la República se dejara apapachar en una ceremonia que se parece, luce, suena y es prácticamente lo que en la era priista se conoció como un besamanos? Este no es el primer festejo de este tipo para Calderón. Pero pensé que después de la catástrofe electoral panista el 1 de julio, el mandatario optaría por la discreción. No sólo porque su partido aún no encuentra el sosiego, sino por guardar cierto perfil de discreción que sirviera de referente para próximos inquilinos de Los Pinos. Eso ya no ocurrió.




La fiesta se llevó a cabo el sábado y en ella Calderón reveló que el jefe del Estado Mayor Presidencial un día le comunicó que “se había recogido información de que querían atentar contra el avión presidencial”.
Este gobierno ha padecido tragedias aéreas que han causado la pérdida de servidores públicos ejemplares –siempre hay que recordar, por ejemplo, a Miguel Monterrubio—. No son pocos los que nunca han creído en las versiones oficiales de las caídas de las aeronaves de Juan Camilo Mouriño y José Francisco Blake. Y ahora el presidente suelta un dato sobre planes de un atentado al mismísimo avión presidencial. Los sospechosistas ganan terreno con esa revelación, hecha pública en un momento inopinado —una fiesta—,  y que en tanto no sabemos más información tampoco podemos calibrar qué aporta hoy ese dato aislado.

Es claro que cuando uno cumple años revisa haberes y deberes. Más en una ocasión emblemática como lo es el medio siglo de vida, lo que el sábado cumplió Calderón. Pero el festejo familiar y amistoso del presidente fue una semana antes de su aniversario. Así que utilizar un convivio organizado (¿en parte? ¿totalmente?) desde Los Pinos para revelar algo de seguridad nacional, debe perseguir forzosamente otro objetivo.

¿Quiere ganar respetabilidad ahora que salga del poder al suponer que la gente le reconocerá más su combate a los criminales porque este se dio incluso a costa de riesgos personales? La valentía de Calderón no está en entredicho. Lo que se le reprocha es que un sexenio después su estrategia no solo no ha terminado con el problema que, con un costo de decenas de miles de muertos, está lejos siquiera de convencer de que era la única vía a seguir, y menos aun si resultará exitosa.

No es detalle menor dejar ahí como que no quiere la cosa la idea sembrada de que los criminales tienen tal poder que se planteaban derribar un avión presidencial. ¿Revelar eso sin más contexto a quién beneficia hoy, Presidente? 

salvador.camarena@razon.mx
Twitter:
@salcamarena


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