Jorge Zepeda Patterson |
También hay que concederle a Rosario Robles su valor para reconocer su relación con Carlos Ahumada cuando el personaje era la pluma de vomitar de la opinión pública y enfrentaba cárcel por cargos de fraude.
Robles publicó el libro Con todo el corazón. Una historia personal desde la izquierda. En el texto asume que cometió un error al enamorarse y que nunca tuvo que ver con los negocios de Ahumada, pero se abstiene de relatar la red que éste tejió con el poder público o las razones que lo llevaron a grabar y exhibir el video de compañeros y rivales de Robles. Nunca podrá comprobarse si ella estuvo metida en esos enredos de tráfico de influencias en los que Ahumada entregaba dinero y obtenía contratos de obra pública. Pero cuesta trabajo creer que ella no se haya enterado de los videos que terminarían dañando al partido del que fue presidenta en 2002 y a la institución, el gobierno de la ciudad, que ella había precedido.
Con todo, el libro no carece de valentía. “Soy una mujer como todas. Que se equivoca... que se enamora, que tiene afectos y desapegos... soy una mujer que ha puesto el corazón en todo. Eso a veces es bueno, a veces no. Pero al igual que todos exijo que se me juzgue por mis actos. Por mis hechos. No por los de los demás”.
Vale. Rosario Robles salió “ahumada” del PRD, literalmente en 2004 y en 2005 buscó ser candidata a la Presidencia del país por el Partido Socialdemócrata, que la rechazó. Luego de dos años en el ostracismo político, se alió a María de las Heras, entre otras, para fundar Sosten, una organización que bajo el lema “mejor juntas que difuntas”, ofrecía servicios de asesoría a mujeres interesadas en participar en campañas electorales. A partir de ese momento comenzó a relacionarse cada vez más con las campañas del PRI en la formación política de las candidatas a diputaciones locales y federales.
Pese a que Peña Nieto ha señalado que pertenecer al equipo de transición no necesariamente asegura un puesto en el futuro gabinete, la designación de Rosario Robles en una de las cinco vicecoordinaciones, y específicamente a cargo de la política social, la convierte en la candidata obvia para ocupar la titularidad de la Sedesol. A mi juicio tal designación sería un error enorme. Primero, porque Rosario Robles ha operado esencialmente como un cuadro político y salvo de manera indirecta carece de mayor experiencia en temas de la agenda social.
Uno de los grandes problemas de la Sedesol es el uso político de los programas sociales y la utilización de las delegaciones estatales como red territorial de influencia partidaria. Solidaridad fue un programa político en su momento, y posteriormente el PAN utilizó a las delegaciones de la secretaría para la colocación de cuadros políticos. El precio a pagar es la falta de profesionalismo en la ejecución de los programas sociales. Algunos de ellos, como Oportunidades, han sido extraordinariamente exitosos y constituyen un ejemplo internacional por su diseño y concepción. Pero la ejecución en ocasiones ha carecido del profesionalismo necesario justamente por la contaminación que suponen los operadores políticos.
En los últimos años México ha retrocedido en los indicadores de pobreza extrema y patrimonial. La desigualdad ha aumentado y la tensión social resultante será uno de los retos del gobierno de Peña.
El segundo problema con la designación de Rosario Robles es que su controvertida carrera la convierte en una mala opción para convocar consensos entre el sector social. Ha sido una crítica feroz de algunas corrientes de la izquierda incluyendo al lopezobradorismo. Y quiérase o no, buena parte de las ONG, activistas sociales y promotores harían cortocircuito con una militante que ha tratado de ganar su posición en el PRI polemizando con la izquierda.
El gobierno no tendrá muchas posibilidades de combatir o atenuar los rezagos sociales sin el involucramiento de la sociedad civil. Cancelar, de entrada, su relación con una parte de ella por una designación equivocada es un primer mal paso, por donde se le mire. Seguramente Rosario Robles puede ser de utilidad en el equipo de Peña Nieto. No en la Sedesol.
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