domingo, 9 de septiembre de 2012

Carlos Ramírez - PRD: Viene otro sexenio perdido

Carlos Ramírez
» 20120: Caudillo Vs. instituciones

Ante el desafío de las reformas del proyecto nacional de desarrollo, el país ha encontrado a lo largo de los cuatro últimos sexenios pretextos de todo tipo para posponer la reforma integral, perdiendo la oportunidad del debilitamiento del PRI con Carlos Salinas y Ernesto Zedillo y los dos sexenios panistas.

El escenario del sexenio que viene con Enrique Peña Nieto y el PRI podría empantanarse por la decisión del grupo perredista de Andrés Manuel López Obrador de nuevamente no reconocer al gobierno legítimo de las instituciones electorales. Aunque el PRD de López Obrador cuenta con un tercio de base electoral, de todos modos ese tipo de perredismo ha decidido bloquear reformas que contradigan el enfoque neopopulista del lopezobradorismo.




Sin embargo, el principal riesgo de fracasar en las reformas radicaría en la falta de decisión y profundidad del PRI para diseñar las modificaciones. Hasta ahora, el PRI ha optado por reformas para hacer funcional el disfuncional modelo neoliberal de desarrollo y por reformas parciales que no han implicado la reformulación total del modelo de desarrollo. Es decir, el diagnóstico priísta de la crisis ha sido parcial y de funcionalidad.

Sin embargo, la crisis de México ha respondido al agotamiento del modelo de desarrollo priísta y por tanto a la falta de funcionalidad del Estado priísta. 

Todas las reformas propuestas del PRI han eludido la parte sustancial de la crisis: la estructura político-productiva del desarrollo. Con todo y modificaciones que no han derivado en verdaderas reformas, la estructura de poder político-económico que se realizó a lo largo de la gestión priísta del gobierno para fortalecer al partido y no al sistema productivo.

El problema de fondo de la crisis fiscal no radica en cobrar más o menos impuestos ni en requerir un aumento de la base gravable, sino en el hecho de que el cobro de impuestos es un instrumento de control político y social del Estado priísta. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con Pemex: El debate no debe girar en torno a la privatización, sino al diseño de una política energética controlada por el Estado sin la carga laboral.

El Estado priísta ha tenido la función primordial que el ciclo priísta neoliberal y el corto periodo panista no pudieron modificar: El objetivo de controlar la totalidad de las relaciones sociales. Esta tesis fue planteada en 1975 por el ensayista José Revueltas, aunque ya no pudo profundizarla. La prioridad del control social ha pospuesto la modernización de las relaciones productivas, porque el Estado priísta controla a los sectores agropecuario, empresarial y sindical. De ahí que el Estado priísta tiene la función primordial del control social y político y no la de impulsar el desarrollo y la distribución de la riqueza.

Las tres iniciativas anunciadas por el presidente electo Peña Nieto son tangenciales y no tocan la modificación de las relaciones sociales-productivas: La corrupción es efecto de una causa mayor, la transparencia de la función pública también responde a las pasiones y no a las estructuras y la publicidad gubernamental es un tema inflado y con referencias electorales. El PRI, por tanto, necesita redefinir el modelo de desarrollo en su totalidad.

La urgencia radica en la reorganización total del sistema productivo para romper con el cuello de botella de tasas de crecimiento de 3% anual, contra la de 7% que requiere la demanda de empleo formal. Ahí se localiza el problema número uno de la viabilidad de México como país productivo y de ella se derivarán las posibilidades de democracia moderna.


¿Y AHORA QUÉ?
Cuando comenzó el proceso electoral del 2012, Andrés Manuel López Obrador y el PRD se comprometieron a respetar a las instituciones electorales. Hoy los dos ya han amenazado con el “estallido social” si esas instituciones determinan la victoria de Enrique Peña Nieto.

En el fondo, el “estallido social” es el petate del muerto con el que asustan los militantes de la candidatura que perdió por 3.4 millones de votos y casi 7 puntos porcentuales debajo de Peña Nieto. Sin embargo, llevan años tratando de espantar a los incautos son estallidos que no llegan y con marchas que sólo llaman la atención por la estridencia de los 
insultos.

La estrategia de López Obrador y del PRD es de una democracia negativa, es decir, sólo habrá democracia si las cosas salen como ellos esperan o suponen. Tiempo tuvieron para denunciar irregularidades antes de los comicios e inclusive para salirse del proceso y con ello reventar las elecciones, pero en realidad estaban condicionando la veracidad del proceso a la victoria del tabasqueño.

El desafío político es el de fortalecer las instituciones electorales y construir mayorías estables, tomando en cuenta que el país quedó dividido técnicamente en tres tercios, lo que deja el claro mensaje de que no hay mayorías estables; inclusive, el jefe de la próxima bancada de diputados priístas, Manlio Fabio Beltrones, ya no habló de primera minoría sino de “grupo mayor”, una nueva
categoría política.

Lo que falta por saber es qué tipo de enfoque político asumen los legisladores sobre la composición de fuerzas en los poderes Legislativo y Ejecutivo: El de gobiernos divididos o el de gobiernos plurales. Desde 1997, hace 15 años, el país mostró la pluralidad entre tres fuerzas, pero es la hora en que las tres compiten para anularse y no para lograr acuerdos de reformas institucionales. Así, el país ha perdido el tiempo en una lucha de fuerzas pero a costa de olvidar que la prioridad no es saber quién manda, sino cómo se conjuntan esfuerzos para encontrarle salida la crisis del modelo de desarrollo.

México se encuentra en una zona de incertidumbre. Lo previsible se convierte en certeza… de esa incertidumbre. De nueva cuenta todo apunta a que un tercio del espacio político del país va a renegar de la política institucional y va a colocarse en los márgenes del desarrollo político.

Lo peor que le puede pasar al país es otro sexenio sin acuerdos de unanimidad, pero parece que ése será el destino del próximo sexenio.

Leído en: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/prd-viene-otro-sexenio-perdido

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