Juan Esteban Aristizabal |
Hace 500 años el hombre creía que la Tierra era cuadrada y que después de la línea del horizonte existía un gran abismo habitado por monstruos asesinos que se tragaban a la gente. A principios del siglo XIX el sufragio femenino era un imposible y la discriminación racial dominaba la faz de la Tierra.
Por muchísimo tiempo el hombre ha sido víctima de sus propios inventos y creencias, pero también hemos sido capaces de cambiar paradigmas y de lograr lo inimaginable. Las mujeres han llegado hasta la presidencia, tienen su espacio en las altas esferas de la política, la discriminación racial es moral y políticamente inaceptable y hay acuerdo absoluto en que la Tierra es redonda y que no hay ningún abismo. (Siga este enlace para ver la infografía: Lo que nos cuesta la guerra).
Y seguimos avanzando en la transformación de paradigmas.
Recientemente, un grupo de científicos ingleses se reunieron en la Universidad de Cambridge para afirmar que la mayoría de especies animales posee los sustratos neurológicos que generan la conciencia y que, por lo tanto, los seres humanos no somos los únicos que tenemos esta capacidad, como se había pensado. Hoy muchos seres humanos tenemos claro que los animales a los que se les va la razón somos nosotros y por eso, por la falta de esa razón, maltratamos a los animales. (Siga este enlace para leer: 'La Paz, el pan nuestro de cada día...': Miguel Bosé).
¿En qué hemos fallado? Nuestra conciencia ha estado dormida por cientos de años y los pilares bajo los que se construye nuestra sociedad son los de la mentira y la economía. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Manipulación? ¿Intereses personales ignorando los comunes? (Vea acá la primera página de la edición impresa de este domingo 23 de septiembre)
Afortunadamente hoy estamos en una posición favorable, en la que la información y la ciencia se dan la mano y están al servicio del ser humano y su desarrollo. En este contexto de despertar la conciencia sobre nuestra verdadera misión en la Tierra estamos a punto de cambiar el rumbo de las cosas. ¿Qué significa la paz? ¿Dónde comienza? ¿Puede Colombia alcanzar este anhelado sueño? (Lea también: Shakira escribe sobre el papel de la niñez en la construcción de la paz).
Para la edición de EL TIEMPO de hoy, domingo 23 de septiembre de 2012, nos pusimos en la tarea de recoger diferentes voces y visiones de la Colombia que se está construyendo en silencio y desde todos los rincones, y de aquellas posibles soluciones que aún nos falta aplicar. Esta es una edición que busca crear una propuesta constructiva y positiva para alimentar su imaginario y abrir las puertas de la mente hacia un futuro mejor.
Más allá de la política, la economía o la cultura, hay un lugar fundamental en el que debemos comenzar a trabajar, y es en nuestro imaginario. El sistema en el que vivimos está viciado y desarticulado. Se acerca la hora del cambio, un cambio que viene desde lo individual del ser, más que de la propia política y sus leyes, un cambio de paradigma, de formas de ver la vida. Somos mucho más de lo que nos alcanzamos a imaginar, y nuestra mente es capaz de transformar la oscuridad en luz.
Después de trabajar de la mano con periodistas y editores, de entrevistar a expertos en el tema de la paz, a políticos, empresarios, economistas, ciudadanos comunes, entre muchas otras personas con quienes pude compartir a raíz de esta edición sobre la PAZ, la invitación que nace es que abramos nuestra mente y corazón a la idea de la paz en Colombia. Que nos pensemos y nos entendamos desde el imaginario de la paz. Así han comenzado muchas de las grandes revoluciones en el mundo. El poder de la imaginación es incalculable. (Lea también: Así fueron los días de trabajo de un director 'parcero').
Son demasiadas las aristas y muy espinoso el camino, pero solo si despertamos la conciencia individualmente podremos ayudar a que este sueño de todos sea una realidad, dejando de lado la soberbia y las ansias de poder y tomando, como algo personal y de cada uno de nosotros como colombianos, la misión de cambiar el rumbo de las cosas, para así abrir las puertas a la reconciliación, al perdón, a que el país se escuche a sí mismo.
Creo en la paz, en esa paz que nace del individuo y se conecta con una dimensión colectiva, que reconoce y valora la existencia de los conflictos y los transforma creativamente en nuevas formas de convivencia. En lo personal, ha dejado de ser una meta o un lugar de llegada, hoy es un camino, una actitud, una forma de vida, una apuesta. Nuestra apuesta, la tuya y la mía; ¡la paz de Colombia!
JUAN ESTEBAN ARISTIZABAL
Por la declaración de un derecho universal
Miguel Bosé, Eva Longoria y otras personalidades, así como 1.793 organizaciones de la sociedad civil, se han adherido a la Declaración de Santiago por el Derecho Humano a la Paz, firmada el 10 de diciembre del 2010, en Santiago de Compostela (España). Ésta estima que la paz no es solamente un valor que deba regir las relaciones internacionales, sino un derecho humano. Su llamado llegó a la ONU, que redacta un proyecto para que la Asamblea General apruebe una Declaración Universal sobre el Derecho Humano a la Paz. Usted también se puede adherir en pazsinfronteras.org
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