jueves, 11 de octubre de 2012

Arnoldo Cuellar - La sucesión panista divide al Yunque

Arnoldo Cuellar
Aprovechando la ofensiva de deslinde que lleva a cabo en Guanajuato el nuevo gobernador, Miguel Márquez, en contra de su antecesor y progenitor político, Juan Manuel Oliva, otras instancias han acudido al banquete mediático para sumarse al linchamiento del ex mandatario, hoy precandidato a la presidencia nacional del PAN. 

Es el caso de la organización Volver a Empezar, encabezada a nivel nacional por el ex dirigente panista Manuel Espino, la cual buscó dar un golpe de efecto este lunes al presentar en la reunión semanal del comité municipal de León una solicitud de expulsión en contra de Oliva. 

No deja de ser paradójico que el escrito presentado por el representante estatal de esta corriente, Carlos Edelmiro Gómez, tenga el aval de un político que en su momento también fue defenestrado en el PAN nacional, el cual, cuando arribó a la dirigencia nacional, recibió un amplio respaldo de Oliva desde Guanajuato. 





En 2005, de la mano de Vicente Fox y Martha Sahagún, Manuel Espino disputó la jefatura nacional del PAN a Carlos Medina Plascencia. En el proceso fue notorio que los votos de Guanajuato, que en ese momento era dominado por la corriente de un Juan Manuel Oliva que se dirigía a conquistar la candidatura a gobernador, prácticamente sin obstáculos al frente, no fueron para su paisano Medina, sino para Espino. 

El Yunque, la tan fantasmal como activa organización en la que se forman Espino, Oliva y muchos liderazgos, fue fundamental para que el político duranguense se afianzara en la dirigencia panista y desde allí buscara descarrilar la precandidatura de Felipe Calderón para favorecer al delfín foxista, Santiago Creel. 

Las circunstancias no facilitaron esa intentona y los genes de los panistas rechazaron la imposición presidencial e hicieron candidato a Felipe Calderón, quien al parecer no aprendió esa enseñanza en su propia sucesión, esta vez con Josefina Vázquez Mota, derrotando a Ernesto Cordero en una historia repetida.

A la vuelta de los años, la política ha colocado a Espino y a Oliva en trincheras opuestas. El primero enfrentó a Calderón y a los líderes del PAN impulsados desde Los Pinos, hasta verse expulsado del partido. El segundo, pactó con Calderón y se convirtió en uno de los gobernadores más favorecidos en la administración que está por terminar. 

Hoy, con un Calderón en retirada, la historia ha dado otra vuelta de tuerca. Oliva ha establecido una alianza con Gustavo Madero para eludir las presiones del presidente Calderón en favor de adelantar el cambio en la cúpula panista tras la pasada elección. Espino, en cambio, llevó a su movimiento, Volver a Empezar, a un pacto electoral con Enrique Peña Nieto, a quien presencias como las del ex dirigente panista y la ex perredista Rosario Robles, le sirvieron para darle un tinte de pluralidad a su campaña cuando más le urgía, en plena insurgencia juvenil contra el regreso priísta. 

Sin embargo, Espino mantiene cuadros e intereses en el PAN, los que muy probablemente estén ya entrando en negociaciones de cara al cambio de presidente del partido en marzo del 2013. 

Es en ese sentido que se explica la demanda para expulsar a Oliva presentada la noche del lunes en Guanajuato, soportada en notas periodísticas: se trata de vulnerar cualquier posibilidad, lejana o cercana, de que el ex gobernador y actual secretario adjunto del PAN pueda competir en la elección de principios del próximo año. 

El movimiento, sin embargo, puede estar montado sobre bases muy endebles, lo que podría darle un efecto contrario al que pretende. Piénsese tan sólo que el promovente de la demanda pertenece a una agrupación que de manera pública y notoria respaldó a un candidato de otro partido en la pasada contienda presidencial.

Parece evidente, ante la falta de contundencia jurídica por su soporte en elementos mediáticos, que la denuncia contra Oliva pretende sólo efectos propagandísticos. Si el promovente está involucrado en un movimiento con un grave pecado de leso antipanismo, por el respaldo de Espino a Peña Nieto, probablemente lo único que veamos es que el escándalo se vuelva contra los actores en el seno del PAN y termine por vacunar al guanajuatense.

 Muy seguramente Juan Manuel Oliva dejó muchos pendientes en Guanajuato y una enorme percepción de falta de aseo en su administración. Sin embargo, las ansias de linchamiento de sus adversarios políticos y periodísticos han sido hasta ahora el mejor subsidio de que ha podido gozar el ex gobernador.   

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