Francisco Garfias |
Sucedió en la comida de Felipe Calderón con los dirigentes de las organizaciones empresariales en Los Pinos. Estos le pidieron al Presidente de la República que interviniera ante los senadores del Partido Acción Nacional para aprobar, en sus términos, la minuta enviada por la Cámara de Diputados.
La respuesta que les dio el anfitrión los dejó atónitos. “Por el tiempo que me queda, no me alcanza la fuerza política en este tema. Trátenlo con Madero. Tiene más fuerza política que yo”, les dijo el Presidente de la Republica, según el mensaje telefónico enviado, por uno de los asistentes a ese evento, a un priista.
Los patrones apenas podían creer esa confesión de debilidad. Los más viejos comentaban que nunca habían escuchado a un primer mandatario saliente decir lo que acababan de escuchar. Mucho menos a aceptar que el jefe nacional del partido podía más que él, en cualquier tema. Pero los tiempos cambian.
En altos niveles de la Cámara alta nos confirman lo que ayer escribimos aquí. Los senadores no le van a modificar ni una coma a la famosa minuta sobre la Ley Federal del Trabajo. Modificarla equivaldría a congelarla, a perder lo aprobado. La minuta tendría que regresar a San Lázaro. No hay ley reglamentaria que diga que la iniciativa mantiene su carácter de preferente si la regresan a San Lázaro con cambios. Tampoco lo contrario. Ese vacío la pone en riesgo. Pero además, los poderosos charros —incrustados en el PRI— ya dejaron claro que no quieren saber nada de democracia sindical, ni de transparencia. Uno de los senadores que participa en las negociaciones que desarrolla la Comisión del Trabajo nos dijo ayer que Ernesto Cordero “juega para la tribuna” cuando se pronuncia en contra de la opacidad y la antidemocracia sindical. “Afuera dicen una cosa y aquí adentro piden que la aprobemos ya”, nos dijo
Esta “simulación” —así la califican legisladores perredistas y priistas— fue alimentada ayer por Javier Lozano. El también senador del PAN fue cuestionado sobre los puntos donde su partido va de la mano con el PRD en la controvertida reforma.
“Son los aspectos propios de transparencia y democracia sindical: el voto libre, directo y secreto para elegir a las directivas de los sindicatos; la rendición de cuentas efectiva, periódicamente, por parte de las dirigencias de los sindicatos para los trabajadores, no para el gobierno; el que esa rendición de cuentas venga también acompañada en sindicatos grandes de más de 150 gremios por un dictamen de auditor externo que verifique que efectivamente lo que se está reportando es realidad, y buscar mecanismos al interior de los sindicatos para que cualquier persona en cualquier momento también le pueda solicitar información a su dirigencia”, respondió el ex secretario del Trabajo.
La declaración de Lozano arrancó la sonrisa del senador con el que hablábamos. “Estamos al borde del posicionamiento real y la demagogia”, nos dijo mordaz. El ex titular de la STPS hizo una propuesta que, a juicio de viejos legisladores, refleja su ignorancia sobre los temas de la vida parlamentaria.
Dicen los priistas que propuso, ni más ni menos, aprobar lo que llegó de San Lázaro tal como está, y devolver al Palacio Legislativo las enmiendas que se le hagan a la minuta. “No se puede. La minuta tendría que regresar completita a la Cámara de Diputados”, aseguró el veterano legislador
Dos controvertidos políticos de Guerrero se reunieron el jueves a comer en el restaurante Casa Hevia, de Polanco. Se trata del ex alcalde priista de Acapulco, Manuel Añorve, y del ex gobernador perredista Zeferino Torreblanca. Clientes del selecto restaurante nos dijeron que ambos comensales charlaron más de dos horas.
Se preguntan si entre los temas de conversación estaría la bancarrota en la que el diputado Añorve dejó el Puerto de Acapulco, o sobre el desarrollo del proceso en contra del ex gobernador Torreblanca por supuestas irregularidades en el manejo de más de mil millones de pesos. ¿O los dos?
No puedo terminar esta columna sin mencionar la rabia, impotencia, coraje, tristeza que me produjo ver la imagen deHumberto Moreira cargando el féretro de su hijo. Era la de un hombre devastado. No alcanzan las palabras para describir el dolor que vi reflejado en ese rostro que mezclaba sudor y lágrimas.
Y es que nada bueno anuncia el asesinato de José Eduardo Moreira. Era un chavo limpio, de apenas 25 años, que pagó con su vida su pertenencia a la familia que gobierna Coahuila hace siete años (con un paréntesis de alrededor de un año). Ese fue su delito. Por eso lo sentenciaron y lo mataron.
“Este asesinato trae un pésimo mensaje a toda la clase política. Le da ideas al crimen organizado de cómo amedrentarnos. La mayor parte de los que andamos en esto no tenemos seguridad. Ni nosotros ni nuestras familias”, nos decía ayer un político del norte, que ni su nombre quiso dar. Lo usual en este desquiciado país: hay cuatro policías arraigados por el asesinato.
La vida, concluía el anónimo político, es por demás caprichosa. Al profesor Moreira le sonreía hace apenas un año Era el presidente nacional del PRI. Su hermano Rubén era gobernador electo de Coahuila. El moreirazo iba a la baja. Pero la experiencia nos enseña que de un momento a otro cambia todo.
Moraleja de la semana (cortesía de Mahatma Gandhi ): Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego.
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