Jaime Sánchez Susarrey |
Versión 1. "El Lazca" observa desde las graderías, junto a Mario Alberto Rodríguez, su chofer y mano derecha, un partido de beisbol. Divisan un convoy de tres unidades de la Marina, se levantan, abordan su camioneta, arrancan, reciben la orden de detenerse, no la acatan, disparan contra los marinos, quienes responden, muere el chofer, "El Lazca" sale de la camioneta huyendo y es abatido.
Versión 2. "El Lazca" y su chofer observan el partido de beisbol sentados en su camioneta. Algunos de los expectadores se percatan que en el vehículo hay armas de fuego. Reportan el hecho a la Marina. Se presenta un convoy de tres vehículos. Mario Alberto Rodríguez arranca, recibe la orden de detenerse, no la acata, disparan contra los marinos, quienes responden, muere el chofer, "El Lazca" sale corriendo de la camioneta y es abatido de tres tiros.
Versión 3. Incluye una tercera persona que habría logrado huir de la persecución y la balacera. Pero no se dan detalles de cómo se fugó.
Las dos primeras versiones coinciden en lo esencial. Pero lo relevante y extraordinario de ambos relatos está en el contexto que describen: Lazcano y Rodríguez miran desenfadadamente el juego de beisbol, no hay ningún otro vehículo o vehículos, con hombres armados, que los escolten. Van en su camioneta ellos solos y se detienen a ver el partido, como si fueran cualesquier hijo de vecino. No les corre el tiempo. Sólo les faltó estar tomando una nieve de limón.
Pero es justamente por eso que el relato es increíble. "El Lazca" era el segundo hombre más buscado por la DEA y el Gobierno federal. La agencia estadounidense ofrecía 5 millones de dólares por información que llevara a su detención, advertía a quien lo reconociera la alta peligrosidad del sujeto y aconsejaba no intentar detenerlo.
La PGR, por su parte, ofrecía 30 millones de pesos por la misma información. Esto significa que la cabeza de "El Lazca" tenía un precio de casi 100 millones de pesos. Pero además, "los Zetas" se habían dividido recientemente en dos grupos. El primero comandado por el "Z 40", Miguel Ángel Treviño, y el segundo por el propio Heriberto Lazcano.
Dicho de otro modo, "El Lazca" no sólo debía cuidarse de la DEA y las Fuerzas Armadas, sino protegerse de un enemigo más temible y violento: el "Z 40". ¿Cómo explicarse entonces que transitara por el estado de Coahuila, en plena disputa por ese territorio, acompañado sólo de su chofer y que, con el mismo desparpajo, se detuviera a ver un juego de beisbol?
Pero además, la lista de enemigos de "El Lazca" incluía, obviamente, al cártel del Pacífico y al cártel del Golfo, con quienes estaba enfrentado a muerte. Dada esa lista, resultaba para él mucho más peligroso toparse con sicarios de los otros cárteles que con las Fuerzas Armadas. Porque, si de los primeros sólo podía esperar la muerte, con los segundos cabía la detención y el encarcelamiento.
Lo que lleva a una pregunta elemental. ¿Por qué, como tantos otros, no se entregó (La Barbie) o se enfrentó hasta la muerte (Nacho Coronel) a las Fuerzas Armadas?
El resto de la historia está lleno de inconsistencias y confusiones. Para empezar, porque la identificación parece haber sido consecuencia del robo del cadáver. Sin esa "llamada de atención", "el Lazca" podría haber terminado en una fosa x, como un delincuente más muerto en un operativo.
Y por si lo anterior fuera poco, las señas de identidad del cuerpo no coinciden con las fichas de las diferentes dependencias. A grado tal, que ya hay cuatro perfiles de Heriberto Lazcano.
El primero es el parte oficial de la Marina: "Al realizar una búsqueda en las bases de datos dactilares de las huellas de los dedos pulgar, índice y medio, tomadas de la mano derecha de uno de los criminales abatidos, se obtuvieron los siguientes datos. Nombre: Lazcano Lazcano Heriberto, año de nacimiento: 1975, sexo: masculino, estatura: 1.60 cm".
El segundo es de la DEA: estatura 1.76 metros, año de nacimiento 1974.
El tercero es del forense que realizó la necropsia: 1.73 metros.
Y el cuarto deriva de la corrección que hizo la Marina a su primer parte oficial: 1.80 metros.
Pero además, tampoco coinciden otros datos fundamentales. Inicialmente se dijo que "El Lazca" había sido abatido de tres tiros. Pero ahora el Gobierno de Coahuila ha hecho pública la necropsia que establece que recibió seis balazos y que, además, padecía un enfermedad terminal muy avanzada: "Traía inclusive una faja alrededor de la cintura. Traía problemas en los riñones y lumbalgia".
Todas estas contradicciones e inconsistencias hacen que el relato parezca un cuento chino, de esos que resultan increíbles. Y confirman que en la lucha contra el crimen organizado hay una serie de fallas garrafales, que se pueden sintetizar en una frase: las labores de inteligencia y coordinación brillan por su ausencia.
Por lo mismo, y contra las visiones optimistas que han aplaudido el hecho como uno de los grandes logros del gobierno de Calderón, también hay certezas que conviene precisar.
La más importante es que la muerte de "El Lazca" no significa el fin de "los Zetas" ni su debilitamiento. Su consecuencia inmediata será el fortalecimiento de Miguel Ángel Treviño y su hermano Omar, que comandan la facción opuesta. Lo que en términos inmediatos, al bajar la intensidad de la disputa por el territorio, podría traducirse en menor violencia.
Sin embargo, a mediano plazo la violencia repuntará y se ejercerá, indiscriminadamente, contra toda la población.
Por último, ante una historia tan descabellada vale recordar la vieja sentencia de Alfred Hitchcock: sin cadáver, no hay delito.
Leídp en: http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104
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