Es secretario de la Comisión de Trabajo y Previsión Social de la Cámara de Diputados.
La 'contrarreforma laboral' aprobada por el PRI y el PAN en la Cámara de Diputados forma parte de las llamadas reformas estructurales que pretenden reducir drásticamente los costos de producción a costa de las y los trabajadores, para que México pueda ofertar a los grandes inversionistas internacionales mano de obra muy barata.
Se compite así con otros países del mundo para ver quién tiene el salario más bajo del planeta. La reforma laboral de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto nos regresa al marco jurídico del siglo XIX cuando se desconocía la desigualdad entre obreros y patrones.
Se engaña a la población diciéndole que con estos cambios se generarán nuevos empleos; al contrario se van a fragmentar los empleos existentes, se perderán prestaciones laborales y seguridad social.
Esta reforma estructural laboral desbarata la construcción de muchas décadas de legislación laboral. Aún cuando pudiera convenir a empresas que no producen para el consumo nacional, no conviene a los empresarios que producen para el consumo de los mexicanos, pues provocará la contracción del mercado interno, al disminuir los salarios de las y los trabajadores.
No sólo los trabajadores más humildes, también los profesionistas, los trabajadores calificados, las clases medias... Todos se verán afectados por esta legislación.
En la contrarreforma de Peña Nieto y Calderón no estáel voto universal, directo y secreto para elegir dirigentes sindicales; tampoco se incluyó la obligación para que la Cámara de Diputados fije el monto del salario mínimo; no está el seguro del desempleo; ni la sustitución de las Juntas de Conciliación y Arbitraje por verdaderos jueces, juzgados y tribunales laborales.
Tampoco está la igualdad sustantiva entre trabajadoras y trabajadores de acuerdo a los planteamientos que vienen en la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés).
Nada de eso se incorpora a las reformas aprobadas por los diputados priistas y panistas; toda la lucha histórica por la democracia sindical de Demetrio Vallejo, de Valentín Campa y trabajadores de muchos sectores de nuestro país, no está reflejada en esta iniciativa, muy por el contrario, se trata de un grave retroceso.
En cambio se eliminan las tablas de enfermedades e incapacidades permanentes de la ley; se incorpora el contrato por hora, fragmentándose el salario; se legaliza la subcontratación de empresas fantasma sin responsabilidad para la empresa beneficiaria.
También se facilita el despido al eliminarse la notificación directa y restringirse los salarios caídos a un año; se afecta también al trabajador al quitarse el derecho a la prórroga automática del contrato temporal cuando subsiste la materia de trabajo.
Las y los trabajadores no son los culpables de la difícil situación de las empresas. Las industrias mexicanas han sido afectadas por el abatimiento general de los aranceles y por el desplome del crédito. Ni a las empresas mexicanas ni al país conviene tener trabajadores mal pagados.
Por todo esto, la llamada reforma laboral es un retroceso para México, para sus empresas y para sus trabajadores.
Leído en: http://www.adnpolitico.com/opinion/2012/10/12/opinion-de-que-trata-esta-contrarreforma-laboral
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