viernes, 2 de noviembre de 2012

Jorge Javier Romero Vadillo - Los palos de ciego de Calderón en política de drogas

Llega este malhadado gobierno a su fin y nos deja hechos un enredo respecto a su política de drogas, si es que hubo alguna. La pregunta que queda sobre la mesa es: ¿cuál fue el objetivo de Calderón con su guerra? Al principio y durante tres años remachó que el objetivo era “que la droga no llegue a tus hijos” y cuando se publicó la Encuesta Nacional de Adicciones de 2008 se justificó la supuesta firmeza de la acción del Estado con el hecho de que el consumo había aumentado en un 80% respecto al levantamiento anterior. Soldados, marinos y policías estarían dando la batalla para que los hijos de los mexicanos no llegaran a las drogas porque, según la retórica del gobierno, éstas constituían una enorme amenaza para la salud de la población, sobre todo la más joven. En ese imaginario, México estaría ante la amenaza de las adicciones actuando con la fuerza porque se quería detener un mal mayor. Claro que el discurso oficial no se detenía en el pequeño detalle de que el ingente crecimiento en el consumo detectado por la encuesta se refería a que el 1.4% de la población había probado alguna vez alguna droga ilegal. No se trataba de adicciones ni consumos socialmente problemáticos sino de la terrible transgresión de haber fumado uno que otro porro o haber inhalado alguna línea de cocaína. 





Al menos en la propaganda del “gobierno del Presidente de la República” se repetía que la causa del despliegue militar era combatir a las drogas. Eso hasta las elecciones de 2009, después de las cuales el discurso oficial cambió y ya no se insistió tanto en el tema, pues entonces se comenzó a hablar genéricamente de que la causa era la seguridad, aunque los datos mostraran una y otra vez que la seguridad no sólo no mejoraba sino que los muertos y la incertidumbre de la violencia se disparaban por aquí y por allá en diferentes regiones del país como brotes epidémicos, según la certera analogía de Eduardo Guerrero. Ante el hecho incontrovertible de que las cosas no mejoraban, el gobierno dijo entonces que lo que ocurría era que, a pesar de que la acción contra los grandes capos había sido eficaz, el pequeño tráfico de drogas, conocido como narco menudeo, había aumentado y ésta era la causa de los nuevos brotes de violencia. 

Ahora, al final de su mandato y después de casi año y medio de haberse hecho el levantamiento, se han presentado de manera parcial los datos de la nueva Encuesta Nacional de Adicciones y Calderón, muy ufano él, clama que su política logró detener el aumento exponencial en el consumo de drogas, apocalíptico mal que afecta al 1.5% de la población. Por fin, ¿no que el narco menudeo iba en aumento?

Desde luego que surgen muchas más preguntas respecto a la vanagloria presidencial. La primera y obvia es si en México existe realmente un problema de salud por el consumo de drogas. De ser precisos los datos de la encuesta –más allá de conjeturas sobre si los entrevistados contestan con la verdad cuando se les cuestiona sobre un tema violentamente estigmatizado– dado que en México hay 79.5 millones de entre 12 y 65 años, en 2011, alrededor de 1 millón 200 mil personas consumieron drogas ilícitas al menos una vez al año; de ellas 795 mil habrían consumido mariguana, 318 mil habrían probado la cocaína y el resto alguna otra sustancia. No se trata de adictos ni consumidores problemáticos; únicamente de personas que usaron una o más veces en el año anterior alguna droga prohibida. Según la propia encuesta, el problema de consumo de drogas ilícitas en México está muy por debajo de los niveles de países desarrollados e incluso por debajo de los demás países de América Latina: “En cuanto a la mariguana, Estados Unidos tiene el mayor consumo anual (13.7%) y en México este es de 1%, únicamente mayor que Ecuador (0.7%) y República Dominicana (0.3%).  En cocaína, el mayor consumo lo tiene Argentina (2.6%) y en México el consumo es de 0.4%, situándolo en el onceavo (sic) lugar de los 15 países analizados.” Ese es el tamaño del “problema” de salud pública que Calderón ha enfrentado a balazos y por el cual alardea su propaganda de haber detenido o abatido a los 27 de los principales capos del narcotráfico, para no hablar de los 60 mil muertos menores que han quedado regados por las calles y los campos del país. 

Según los datos de la encuesta de adicciones anterior, el punto de partida era ligeramente menor. El gran éxito de la estrategia fue que el consumo no creciera. Si la tendencia que había entre 2004 y 2008 se hubiera mantenido, 700 mil personas más hubieran consumido drogas ilegales (al menos una vez al año) en los últimos cuatro años. Así las cosas, para lograr ese tremendo éxito entre 2007 y 2010 se detuvo a alrededor 285 mil personas por delitos contra la salud y entre 2008 y 2011 murieron cerca de 44 mil personas presuntamente vinculadas a la rivalidad delincuencial y a los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad del Estado. En un cálculo apresurado, eso querría decir que cada muerto supuestamente relacionado con la violencia desatada desde el inicio de la “Guerra contra las drogas” evitó que 16 personas consumieran algún tipo de psicotrópico ilegal alguna vez al año y cada arrestado por crímenes relacionados a la salud salvó a 2.5 personas de consumir un porro de mariguana o una raya de cocaína al menos una vez al año.

En una reducción al absurdo, no me quiero imaginar que a alguien se le ocurriera trasladar la exitosa estrategia al combate de los problemas de salud reales de México. ¿Cuántos muertos se necesitarían para evitar que el número de mexicanos con obesidad no pasara del 30 al 31 por ciento de la población? También podría pensarse que ya que la prohibición de las drogas ha sido tan exitosa, entonces habría que usarla contra el tabaco y el alcohol, cuyos consumos se incrementaron, sobre todo entre las mujeres y los jóvenes según la misma encuesta. A lo mejor sí habría que combatir a balazos a los puesteros de tacos de carnitas y a los cantineros; es cosa de hacer números. 

Nota: parte de las cuentas de este artículo se las debo a Andrés Lajous y Mario Arriagada y son parte de la reflexión colectiva del grupo Democracia Deliberada.

Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/02-11-2012/10469. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX

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