viernes, 2 de noviembre de 2012

María Amparo Casar - Las 9 lecciones que nos deja la reforma laboral

María Amparo Casar es licenciada en Sociología por la UNAM; maestra y doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la University of Cambridge, King's College; catedrática e investigadora del Departamento de Estudios Políticos del CIDE; columnista en el diario Reforma; miembro de los comités editoriales de la revista Nexos y el Fondo de Cultura Económica, y colaboradora en espacios de análisis como el programa Primer Plano de Once TV México.
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Aunque somos de memoria corta, los actos de los políticos tienen consecuencias y van formando una imagen que difícilmente se borra a golpe de discursos.
El proceso de discusión y modificación de la reforma laboral ha sido un buen laboratorio de la conducta de los políticos y sus consecuencias. Unas llaman a la esperanza; otras al pesimismo. Unas prometen el cambio; otras nos sitúan en el "más de lo mismo".




1)   La adopción de la figura de iniciativa preferente fue un acierto pero no contábamos con la posibilidad de que los legisladores le dieran la vuelta. No vaya a ser que quien hoy fue víctima mañana sea verdugo. Con el ejemplo reciente, quién sabe qué hará la oposición con las iniciativas preferentes de Peña Nieto. Si el PRI no quiere que le pasen la factura, hace falta una de dos: o la reglamentan para evitar que con argumentos ‘legaloides’ se le quite lo preferente a discreción, o reforman la Constitución y le ponen dientes a este instrumento: si no se aprueba en el tiempo preestablecido, la iniciativa preferente se convierte en ley.
2)   La aritmética parlamentaria da para formar las más diversas coaliciones. Salvo la falta de voluntad, no hay motivo para la parálisis. Solo falta que dichas iniciativas se concreten y que todos acepten la regla de mayoría, en el entendido de que a veces se gana y a veces se pierde.
3)   La disciplina partidaria es férrea, pero las cámaras son independientes la una de la otra. Lo que se teje en una se puede destejer en otra.
4)   Los votos van dejando huella. El PRI no pudo sostener en su primera actuación el compromiso de ser un partido reformista. Ya vendrán nuevas oportunidades, pero ésta la dejaron pasar. Se asienta la idea de que el viejo PRI no se ha ido.
5)   La prudencia es un arma de doble filo. Peña Nieto apenas y se ha pronunciado sobre la reforma laboral, con la justificación de que aún no es presidente constitucional. Pero -dadas las costumbres políticas- es razonable pensar que hubo línea. Luego entonces, le será difícil sostener la imagen que quiere forjar de un presidente comprometido con la transparencia.
6)   Los dirigentes sindicales seguirán siendo evaluados como uno de los sectores políticos que gozan de la peor imagen.
7)   Los trabajadores seguirán pagando cuotas sin saber adónde van a parar sus dineros, y seguirán sin derechos para saber si su voto cuenta cuando de elegir a sus líderes se trata. Tocará a ellos, si así lo desean, enarbolar esas banderas como lo hicieron en los años 70.
8)   Los beneficios políticos para los partidos siguen siendo la mano que mece la cuna. Lo que menos importa es lo que conviene a México en términos de oportunidades, crecimiento, justicia social o democracia. Por el momento, no convenía que el presidente saliente se colgara la medalla de una reforma largamente pospuesta. Tampoco pelearse con lo más rancio del corporativismo.
9)   México tendrá que seguir esperando. Aunque todos sepamos que debemos darnos prisa.


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