miércoles, 7 de noviembre de 2012

Raymundo Riva Palacio - Democracia para unos cuantos


La intensidad de la campaña presidencial en Estados Unidos, particularmente con el sprint final de Barack Obama y Mitt Romney, la envidiable espectacularidad de sus debates, envuelto todo en una democracia sólida y madura, engaña fácilmente. Sí es robusta, pero no necesariamente es la que anhelan muchos. Es una democracia a la medida de los estadunidenses, que son calvinistas e individualistas, que no tienen conflicto alguno con un sistema que, comparado con otras democracias, no es tan democrático. Veamos:

1.- Cada vez más, un mayor número de estadunidenses reflejan apatía electoral porque a los candidatos presidenciales no les importa llegar a todo el país para ganar una elección. En 1960, recordó Adam Liptak este domingo en The New York Times, Richard Nixon recorrió los 50 estados, mientras que el ganador, John F. Kennedy, visitó 49. En esta elección, los candidatos se concentraron en sólo 10 estados, que son los que decidirán la próxima jefatura de la Casa Blanca.





Y todo, por el sistema del Colegio Electoral y el método de: el que gana por un voto, gana todo. Si Nueva York y California que son demócratas, los tiene Obama, ¿por qué invertir dinero en esos estados para conseguir votos? Caso opuesto es Texas, donde Romney hizo lo mismo. En 1976, cuando contendieron Gerald Ford y James Carter, 10 de los 11 estados electoralmente más grandes estaban indecisos, apuntó Liptak. Hace cuatro años, en cambio, todo estaba decantado. En 35 estados y el Distrito de Columbia dieron márgenes de ventaja sobre 10%, y sólo en seis el porcentaje era inferior a cinco.

En esta elección presidencial, los principales esfuerzos se centraron en Florida, Ohio y Virginia, que representan 8% de la población, donde Obama y Romney pasaron dos terceras partes de su campaña. Hubo condados en Ohio, apuntó Liptak, que recibieron más atención que California, Oregon y Washington juntos. Esta concentración no es fortuita, sino refleja el cambio demográfico en este país en los últimos años. Bill Bishop, quien escribió un libro en 2008 sobre este fenómeno, le dijo al Times: “La actual tendencia es que la gente que piensa similar, vive cerca una de otra”.

El resultado es que con la concentración de la campaña y de los votantes que hicieron la diferencia, la participación se reduce hasta en casi 70% en los estados poco atendidos, y se eleva en la misma proporción a donde viajaron continuamente. Si la democracia en Estados Unidos es indirecta -al votarse no por la persona sino por delegados al Colegio Electoral-, la conquista de delegados la hace aún más excluyente y menos democrática.

2.- Qué importa el tema del voto que cambia las cosas, si existen tantas sospechas sobre la validez del voto. Para entenderlo, hay que saber el detalle de quiénes controlan las votaciones electrónicas. Victoria Collier, en la revista Harper’s, documentó cómo el software y el hardware del voto electrónico está en manos privadas y es un outsourcing para el Sistema de Administración Electoral Global, lo que sería un escándalo político en muchos países.

El control tecnológico lo tienen los hermanos Bob y Todd Urosevich, dueños de Electro Systems&Software, que proporcionaron las máquinas en 20 estados este martes, donde votaron más de 26 millones de personas. La otra empresa dominante es Sequoia, que aportó las máquinas para cuatro estados donde hubo nueve millones de votantes. El escándalo sería mayor si el estadunidense exigiera cuentas del por qué hay tanta documentación sobre lo fácil que es alterar la votación electrónica con sus sistemas que, coincidentalmente, suelen dar como ganadores sorpresa a republicanos.

Los hermanos Urosevich también compraron otra empresa dominante en el mercado tecnológico electoral, que creó el software para la votación por correo electrónico y una compañía de impresión de boletas electorales. El software fue desarrollado por Jeffrey Dean, mientras cumplía una sentencia por 23 acusaciones de fraude, y la impresión la desarrolló con su socio John Elder, un narcotraficante. En ellos quedó buena parte del destino de Estados Unidos y del mundo.

Pasadas las elecciones en Estados Unidos, ¿debemos celebrar a la democracia más venerada del mundo? De ninguna manera. O para que nos vayamos entendiendo, pese a nuestras deficiencias y críticas, el camino andado en México es más seguro y confiable para el mayor número de personas, lo que no quita, todavía perfectible.


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