La crisis española, inmersa en la posibilidad de un “rescate” o la coyuntura de crear un “banco malo” para canalizar los saldos negativos y librar con ello a las instituciones financieras protegidas, ha llevado a la desesperación, sobre todo, a los trabajadores extranjeros, específicamente sudamericanos –los mexicanos siguen optando por atravesar los desiertos del norte y no el mar océano-, quienes durante años, mediando hipotecas de por medio, trataron de adquirir viviendas y ahora se quedan con las manos vacías porque el banco las reclama tras los impagos obligados por la ausencia de ingresos. Una injusticia tan monumental como amoral, exenta de cualquier humanismo, por la que los poderosos atesoran bienes inmuebles sin mercado para ponerlos a la venta; la reacción, por supuesto, ha sido la crecida de los llamados “ocupas” quienes se meten a la fuerza a tales sitios, abandonados de hecho, como si extendieran el apotegma zapatista sobre la tierra: “las casas son de quienes las viven”. Peligrosa coyuntura para el capitalismo.
Mientras, el “paro” –esto es el desempleo-, alcanza ya al 25 por ciento de la población económicamente activa de España y, sin embargo, hace falta mano de obra para los oficios de alto riesgo, digamos la albañilería, porque los desocupados, víctimas de los recortes presupuestarios de las empresas –como los que quieren imponerse en México por la vía de una reforma antisocial-, tienen un mayor nivel y conocimientos suficientes para cubrir plazas de mayor nivel y nunca descenderían a tal grado que, como en los ghetos judíos de la Segunda Guerra Mundial, sometieran a sus espaldas a las rudas laborales de la construcción y la mine3ría, entre otros renglones en donde tanto se utiliza a los inmigrantes.
De una manera u otra, siempre me ha sorprendido la diferencia de trato de los agentes y guardacostas españolas respecto a cuantos utilizan pateras para llegar a las costas ibéricas desde África con muy alto riesgo y un reguero de cadáveres alcanzados por el oleaje y las enfermedades.
Hace unos días, veintitrés de ellos murieron antes de introducirse en aguas españolas y ser salvados y llevados a puerto por los remolcadores de la nación europea con grandes dificultades económicas amén del debate sececionista en Cataluña, por la obcecación de un partido y su líder circunstancial, y el País Vasco que aprovecha la marea negra más eficaz que las tantas bombas voladuras y muertes –unas ochocientas cincuenta-, a través de casi medio siglo de estéril lucha con el gobierno central y sin aceptar, del todo, la autonomía concedida gracias a la llegada de la democracia tras el fin del franquismo en 1975 aunque la monarquía reinante, la de los Borbón, históricamente sea una prolongación de la aviesa y criminal dictadura; Franco la impuso a la medida de sus intereses como si le fuera dado el don de mandar hasta después de muerto... y treinta y siete años después lo sigue haciendo.
Hace unos días, en amena tertulia con un grupo de economistas y periodistas españoles –todos ellos fastidiados por la sinuosa actitud de los catalanes enfebrecidos-, éstos me decían que es extraño, y mucho, que los socialistas, la izquierda en general, pareciera sumarse a los intentos independistas de Cataluña, acaso por el daño que ello causaría al gobierno de derecha de Mariano Rajoy sin sopesar las consecuencias, manteniendo como una especie de tabú insalvable un término que ya debiera estar en la mesa de discusiones: “república”. Tal implicaría, como en el caso de la alevosa Cataluña comandada por el radical Arturo Mas –a quienes no pocos, en Madrid, auguran un final político siniestro mientras otros lo exaltan por ahora, sobre todo en su feudo-, un referéndum con una sola cuestión: ¿Vale la pena mantener a la familia real, desecha además por líos de faldas y fraudes a la sombra de la Corona, cuando es necesario acrecentar la representación general de los españoles mediante instituciones que extiendan su influencia sobre los regionalismos malsanos?
Fíjense: sólo el ocho por ciento de los catalanes optaron, recientemente, por avalar a los Borbones lo que llevaría a esta actual autonomía, de seguir los pasos soberanistas ya iniciados, a desconocer a Juan Carlos y su estirpe bajo el escrutinio de una democracia singular en la que sólo valen los intereses locales y no los del conjunto español, esto es negando la Constitución general para construir una tabla de leyes ajena a ésta y ad hoc con los manipulables sentimientos de rencor, sobre todo en aprovechamiento cabal de la crisis económica general. Así han procedido siempre, con calculado interés partidista y deleznable oportunismo. Ya lo decíamos hace dos años cuando encabezamos una manifestación ante la embajada española, en la ciudad de México, para protestar por la prohibición política de las corridas de toros que nada tenía en común con los cursis defensores de los animales que anteponenj a éstos a los seres humanos en una franca distorsión e valores y juicios mentales.
Hace unos días, en amena tertulia con un grupo de economistas y periodistas españoles –todos ellos fastidiados por la sinuosa actitud de los catalanes enfebrecidos-, éstos me decían que es extraño, y mucho, que los socialistas, la izquierda en general, pareciera sumarse a los intentos independistas de Cataluña, acaso por el daño que ello causaría al gobierno de derecha de Mariano Rajoy sin sopesar las consecuencias, manteniendo como una especie de tabú insalvable un término que ya debiera estar en la mesa de discusiones: “república”. Tal implicaría, como en el caso de la alevosa Cataluña comandada por el radical Arturo Mas –a quienes no pocos, en Madrid, auguran un final político siniestro mientras otros lo exaltan por ahora, sobre todo en su feudo-, un referéndum con una sola cuestión: ¿Vale la pena mantener a la familia real, desecha además por líos de faldas y fraudes a la sombra de la Corona, cuando es necesario acrecentar la representación general de los españoles mediante instituciones que extiendan su influencia sobre los regionalismos malsanos?
Fíjense: sólo el ocho por ciento de los catalanes optaron, recientemente, por avalar a los Borbones lo que llevaría a esta actual autonomía, de seguir los pasos soberanistas ya iniciados, a desconocer a Juan Carlos y su estirpe bajo el escrutinio de una democracia singular en la que sólo valen los intereses locales y no los del conjunto español, esto es negando la Constitución general para construir una tabla de leyes ajena a ésta y ad hoc con los manipulables sentimientos de rencor, sobre todo en aprovechamiento cabal de la crisis económica general. Así han procedido siempre, con calculado interés partidista y deleznable oportunismo. Ya lo decíamos hace dos años cuando encabezamos una manifestación ante la embajada española, en la ciudad de México, para protestar por la prohibición política de las corridas de toros que nada tenía en común con los cursis defensores de los animales que anteponenj a éstos a los seres humanos en una franca distorsión e valores y juicios mentales.
La confirmación está ahora a la vista mientras Marcelo Ebrard, jefe del gobierno defeño, alienta a ls antitaurinos con uso de sus aliados de los movimientos lésbico-gays. El mundo al revés, ni más ni menos. ¿No se dará cuenta de que las mayorías acabaran reaccionando ante el proteccionismo insano a los grupúsculos que reclaman derechos para situarse, no en igualdad, sino por encima de los demás?¿O tendremos los heterosexuales que desfilar en calzoncillos, besando con impudicia a nuestras parejas femeninas o viceversa, para refrendar nuestro derecho a ganar las calles y librarlas de quienes no tienen límite alguno para mostrar sus tendencias “homo”?
Se trata, insisto, de que se respete a todos por igual no que unos tomen como rehenes a los demás, presuntamente en mayor número, para imponernos sus gafes. ¿O no es así? En fin, todo el lago preámbulo –con la desviación sobre una asignatura pendiente en México-, pretende ponernos en cuadro para analizar las agudas diferencias con respecto al trato de los Estados Unidos a los trabajadores mexicanos sin papeles, depauperados y perseguidos como piezas de caza –no olvidemos a los “minuteman” de Arizona-, cada vez con menos auxilios y sin derecho siquiera a acceder a los servicios de salud aun cuando se dejan la vida en los campos agrícolas del sur estadounidense por unas cuantas migajas de divisas verdes, muy inferiores a las devengadas, por la misma labor, por los trabajadores estadounidenses, negros y blancos superada en apariencia la barrera racial... pero no la xenófoba. Por eso, claro, Barack Obama apenas tuvo aliento para llegar a la jornada comicial, con la mitad de los electores en contra como suele ocurrir en las naciones partidas por mitad, lo mismo España... y México.
La democracia, finalmente, está enconando a los bandos enfrentados históricamente. Son los mismos, en esencia, aun cuando parezcan, de vez en cuando, disfrazados. La diferencia también es notoria en cuanto al tratamiento humano: en España se acoge a los sudsaharianos quienes, pese a todo, viven mejor en territorio de recortes que en sus propios países en donde la miseria crece y no existe manera de enfrentarla. En territorio español, cuando menos, los oficios de alto riesgo están libres... porque quienes han egresado de las universidades ibéricas exigen niveles distintos para ejercer sus talentos y es en éstos en donde no los encuentran.
A diferencia de ello, en los Estados Unidos se persigue a los “indocumentados” pero se les necesita, a grado tal, que los campos del sur de aquel país rebosan de mano de obra “clandestina”, abaratada, en una relación tan perversa como hipócrita. Pero ellos ponen las condiciones, perdida la dignidad, desde hace años con la irrupción de la derecha –digamos desde el nefasto sexenio de Miguel de la Madrid-, entreguista y convenenciera a favor siempre de la clase empresarial. ¿Seguirá la misma ruta Enrique Peña Nieto? Por el momento todo así lo indica; veremos que ocurre a partir del primero de diciembre.
Debate
Por supuesto, no hay interés mayor para los mexicanos que poner fin a la mayor hipocresía latente en las relaciones bilaterales con los Estados Unidos: nosotros ponemos ls muertos y ellos las presiones sin atender al tránsito y distribución de las drogas en su propio suelo. Es absurdo, sencillamente, que pasada la frontera –por lo general por las rutas determinadas por los propios mafiosos estadounidenses en combinación con los agentes aduanales y la Border Patrol-, se diluyan los enormes cargamentos de drogas que luego se pulverizan en las doscientas ciudades estadounidenses con mayor capacidad de consumo cubriendo con ello todo el territorio del poderoso vecino. Los “padrinos”, al estilo de lo descrito por Puzzo hace cuatro décadas, actúan con absoluta impunidad, ¿acaso también en el Capitolio como en las Cámaras mexicanas?
Es necesario tomar medidas emergentes de una vez por todas. Entre la negociación con las mafias criminales y la legalización del tráfico, para pasarles la pelota a los del norte y abatir la “guerra” que sólo produce ríos de sangre sin que disminuya la “exportación” de estupefacientes, me inclino por lo segundo asumiendo los riesgos. Pero, ¿cómo reaccionarían los fariseos estadounidenses? Esta es la tarea diplomática a seguir por parte del próximo Canciller mexicano luego de la desastrosa actuación de los más recientes, incluyendo a Patricia Espinosa Canellano quien presume por su amistad con Hillary Clinton –quien se retirará en enero próximo de la jefatura de Estado-, pero ha sido incapaz de avanzar en el tema central que nos ocupa.
La democracia, finalmente, está enconando a los bandos enfrentados históricamente. Son los mismos, en esencia, aun cuando parezcan, de vez en cuando, disfrazados. La diferencia también es notoria en cuanto al tratamiento humano: en España se acoge a los sudsaharianos quienes, pese a todo, viven mejor en territorio de recortes que en sus propios países en donde la miseria crece y no existe manera de enfrentarla. En territorio español, cuando menos, los oficios de alto riesgo están libres... porque quienes han egresado de las universidades ibéricas exigen niveles distintos para ejercer sus talentos y es en éstos en donde no los encuentran.
A diferencia de ello, en los Estados Unidos se persigue a los “indocumentados” pero se les necesita, a grado tal, que los campos del sur de aquel país rebosan de mano de obra “clandestina”, abaratada, en una relación tan perversa como hipócrita. Pero ellos ponen las condiciones, perdida la dignidad, desde hace años con la irrupción de la derecha –digamos desde el nefasto sexenio de Miguel de la Madrid-, entreguista y convenenciera a favor siempre de la clase empresarial. ¿Seguirá la misma ruta Enrique Peña Nieto? Por el momento todo así lo indica; veremos que ocurre a partir del primero de diciembre.
Debate
Por supuesto, no hay interés mayor para los mexicanos que poner fin a la mayor hipocresía latente en las relaciones bilaterales con los Estados Unidos: nosotros ponemos ls muertos y ellos las presiones sin atender al tránsito y distribución de las drogas en su propio suelo. Es absurdo, sencillamente, que pasada la frontera –por lo general por las rutas determinadas por los propios mafiosos estadounidenses en combinación con los agentes aduanales y la Border Patrol-, se diluyan los enormes cargamentos de drogas que luego se pulverizan en las doscientas ciudades estadounidenses con mayor capacidad de consumo cubriendo con ello todo el territorio del poderoso vecino. Los “padrinos”, al estilo de lo descrito por Puzzo hace cuatro décadas, actúan con absoluta impunidad, ¿acaso también en el Capitolio como en las Cámaras mexicanas?
Es necesario tomar medidas emergentes de una vez por todas. Entre la negociación con las mafias criminales y la legalización del tráfico, para pasarles la pelota a los del norte y abatir la “guerra” que sólo produce ríos de sangre sin que disminuya la “exportación” de estupefacientes, me inclino por lo segundo asumiendo los riesgos. Pero, ¿cómo reaccionarían los fariseos estadounidenses? Esta es la tarea diplomática a seguir por parte del próximo Canciller mexicano luego de la desastrosa actuación de los más recientes, incluyendo a Patricia Espinosa Canellano quien presume por su amistad con Hillary Clinton –quien se retirará en enero próximo de la jefatura de Estado-, pero ha sido incapaz de avanzar en el tema central que nos ocupa.
La violencia, el amago a los diarios y periodistas, las ochenta mil víctimas sin indagatorias posteriores a los crímenes y el fracaso por detener el flujo de drogas hacia el norte, obligan a una reflexión inmediata durante el periplo del presidente electo, Enrique Peña Nieto, por Washington y los centros de poder. Es su primera oportunidad, acaso la más decisiva. Luego todo será consecuencia. Debe tomarse muy en cuenta este factor.
La Anécdota
Hace años, en la televisión yucateca, plantee el dilema terrible que se daba entre los cubanos exiliados en Miami y los “ilegales” mexicanos usados en la agricultura sureña en los Estados Unidos. A los primeros se les recibía como héroes fugados de la isla del diablo, Fidel Castro; y a los nuestros se les perseguía ferozmente por el mismo “delito”: intentar buscar una vida mejor.
Es curioso: al respecto, ninguno de nuestros representantes se ha atrevido a poner el dedo en el renglón cuando el verdadero origen de los dramas es la miseria gestada a partir de que la mano de obra barata de los mexicanos les sirve de ahorro a los productores norteamericanos que invaden nuestro mercado abaratando sus mercancías y marginando a cuanto México elabora. Un doble golpe, alevoso, contra los débiles. No hay alianzas, ni amistades, como explicó John Foster Dulles en tiempos de Eisenhower, sino “sólo intereses”. Y ya pasó más de medio siglo.
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E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com.mx
NO NOS ESPERA UN CAMINO MEJOR EN LA INTERRELACIÓN CON LOS ESTADOS UNIDOS, A MENOS QUE TENGAMOS UN VISIONARIO VALIENTE EN LA PRESIDENCIA. A PARTIR DEL INMINENTE DICIEMBRE, SABREMOS CUÁL SERÁ LA VERDADERA DIMENSIÓN DE PEÑA NIETO... PERO YA LLEVAMOS MUCHAS DECEPCIONES; FOX, POR EJEMPLO, QUIEN CARECE DE TODA AUTORIDAD MORAL PARA JUZGAR AL PASADO POR ÉL REPRESENTADO.
La Anécdota
Hace años, en la televisión yucateca, plantee el dilema terrible que se daba entre los cubanos exiliados en Miami y los “ilegales” mexicanos usados en la agricultura sureña en los Estados Unidos. A los primeros se les recibía como héroes fugados de la isla del diablo, Fidel Castro; y a los nuestros se les perseguía ferozmente por el mismo “delito”: intentar buscar una vida mejor.
Es curioso: al respecto, ninguno de nuestros representantes se ha atrevido a poner el dedo en el renglón cuando el verdadero origen de los dramas es la miseria gestada a partir de que la mano de obra barata de los mexicanos les sirve de ahorro a los productores norteamericanos que invaden nuestro mercado abaratando sus mercancías y marginando a cuanto México elabora. Un doble golpe, alevoso, contra los débiles. No hay alianzas, ni amistades, como explicó John Foster Dulles en tiempos de Eisenhower, sino “sólo intereses”. Y ya pasó más de medio siglo.
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E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com.mx
NO NOS ESPERA UN CAMINO MEJOR EN LA INTERRELACIÓN CON LOS ESTADOS UNIDOS, A MENOS QUE TENGAMOS UN VISIONARIO VALIENTE EN LA PRESIDENCIA. A PARTIR DEL INMINENTE DICIEMBRE, SABREMOS CUÁL SERÁ LA VERDADERA DIMENSIÓN DE PEÑA NIETO... PERO YA LLEVAMOS MUCHAS DECEPCIONES; FOX, POR EJEMPLO, QUIEN CARECE DE TODA AUTORIDAD MORAL PARA JUZGAR AL PASADO POR ÉL REPRESENTADO.
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