Cada inicio de sexenio tiene como objetivo renovar las expectativas sociales y mostrar que el país será mejor y que se harán los pendientes que faltan. Con el rito de paso surge un nuevo presidente que establece un estilo, una forma de comunicación y un conjunto de promesas.
¿La llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia renueva alguna esperanza?
El tiempo político tiene un ritmo vertiginoso en ciertos momentos, fin de sexenio, inicio de un nuevo gobierno, anuncio del gabinete, protesta presidencial, primer discurso, vandalismo callejero (pagado) y la firma de un pacto entre las principales fuerzas políticas, son muchos eventos para tres días. Cada uno de estos acontecimientos es importante. Veamos en esta ocasión la propuesta presidencial.
Del discurso de toma de posesión se pueden esperar al menos tres asuntos importantes, los compromisos, la agenda y la estrategia para lograrlos. El discurso de Fox en 2000 quiso ser como de inauguración de una época, abundaron los referentes a la democracia y se multiplicaron las promesas de reformas.
En 2006 Calderón presentó tres líneas de política pública: la seguridad, el empleo y el desarrollo social. EPN hizo un discurso para ubicarse como un presidente democrático que reconoce los retos del país, seguridad y desarrollo. Estableció cinco ejes: recuperar la paz, hacer un país incluyente, desarrollar una educación de calidad, construir prosperidad y ser un actor global responsable.
Para llevar a cabo estos objetivos generales se plantearon 13 decisiones presidenciales. Tres para cubrir el tema de seguridad: un programa para prevenir el delito, publicar la ley de víctimas y unificar los distintos códigos penales; otras tres medidas para la política social: un programa para combatir el hambre, un seguro de vida para madres que son jefas de familia y una pensión universal para adultos mayores de 65 años.
Luego vino uno de los anuncios más importantes, una reforma para recuperar la educación y darle rumbo; dos políticas de desarrollo, seguir con la construcción de infraestructura y tener trenes de pasajeros; otra decisión fue el anuncio de dos nuevas cadenas de televisión y, al final, tres medidas para el gobierno: poner orden en las deudas de los gobiernos locales, presupuesto con déficit cero y austeridad en la administración. Las 13 medidas están contenidas en el Pacto por México, que se firmó el domingo en Chapultepec entre Peña y los tres principales partidos, PRI, PAN y PRD.
Hay estructura, objetivos y metas. Se trata del mapa inicial de navegación de este gobierno. Peña Nieto se dice un presidente democrático para todos los que lo impugnan. Retoma propuestas de diferentes rumbos políticos y hace, por primera vez, varias definiciones importantes. Son las promesas del regreso del PRI.
Hay una mezcla de políticas ortodoxas, como el déficit cero, señal de que seguirá el control de la macroeconomía, y hay propuestas desarrollistas como seguir con la infraestructura y el regreso de trenes de pasajeros. Hay mensajes de que se va a actuar en áreas sensibles y con temas complicados. Se establece un perfil diferente para la seguridad, con un enfoque hacia la prevención; al mismo tiempo, se responde al movimiento por la paz, con la ley de víctimas que Javier Sicilia demanda.
Hay dos definiciones que significan reacomodos conflictivos y acotamiento a los poderes fácticos, por una parte la reforma educativa, que será para reordenar el campo de la educación y recuperarla de la captura. El proyecto anuncia un conflicto con el sindicato magisterial porque se trata de suprimir privilegios. Hay que decir que los dos gobiernos panistas agravaron el problema, ¿será el PRI el que ponga orden?
Por otra parte, la oferta de dos nuevas cadenas de televisión y abrir a la competencia las telecomunicaciones, ¿será el presidente más televisivo el que pueda empezar a reordenar el espacio mediático? Otra de las promesas tiene que ver con el ordenamiento de los gobiernos locales que en muchos casos se han convertido en señores feudales. ¿Un presidente del PRI pondrá en orden a los gobernadores?
Habrá que analizar la letra chica de las reformas. Las promesas tendrán que pasar por laberintos de negociación con el Legislativo, para empezar por el marco presupuestal de los proyectos, luego vendrá la implementación y los detalles y las luchas de poder que suponen reordenar la vida pública. Un discurso no hace verano y ha habido muchos pactos fallidos. Somos el país de las promesas sexenales, por eso, como en el póquer, pagamos por ver…
@AzizNassif
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