Ya con más distancia, no me gusta la conexión que se hace entre la violencia y el vandalismo del sábado con el movimiento lopezobradorista: desenfrenado en el insulto, pero contenido en los hechos. Si en algo tenía razón Andrés Manuel era en que nunca rompieron un vidrio.
Es cierto que uno de los rasgos esenciales del lopezobradorismo es su aptitud para diseminar odio. Y es lógico que quienes salieron a destruir y matar (¿qué esperaban al lanzar así el camión de la basura contra la valla?) profesen el canon del fraude, la imposición, la mafia del poder. Pero culpar a Andrés Manuel por la conducta de un puñado de delincuentes o insurrectos, me parece un salto arriesgado. Al menos mientras no exista un nexo que pruebe la relación.
“Serénate, Ciro, serénate”, me dijo en público durante la campaña el coordinador de López Obrador, Ricardo Monreal. Usó la expresión para desacreditar, ridiculizar mis argumentos. Y estaba bien, estaba en lo suyo.
Lo del sábado fue otra historia. Monreal es ahora un servidor público con responsabilidades. Su discurso en San Lázaro, amén de falto de aplomo, fue irresponsable. Descalificó, calumnió, insultó. Y mintió al reforzar la diatriba con la condena al “primer muerto” en la era Peña Nieto.
Nadie había muerto cuando lo dijo. Me quedo con la duda si mintió sabiendo que mentía, si fue muy irresponsable al no confirmar una información tan delicada, o si sus asesores lo mandaron a hacer el ridículo con datos falsos.
Como sea, está a tiempo de disculparse, clara e incontrovertiblemente, por la vergonzosa expresión del “muerto”. Al menos yo (y creo que muchos también), me daría por satisfecho con eso. Con una disculpa. Clara.
Leído en http://www.vanguardia.com.mx/elmuertodemonreallaviolenciadeandresmanuel-1432043-columna.html
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