viernes, 14 de diciembre de 2012

Purificación Carpinteyro - Querer y poder

A veces, hay noticias tan grandes que no caben ni en las ocho columnas de la primera plana de los encabezados de los grandes diarios. En circunstancias como las actuales, en las que algunos tenemos la fortuna de presenciar en primera fila los trabajos que unos cuantos realizan para fincar los cimientos de las nuevas estructuras que sostendrán una nueva realidad nacional, me pregunto: ¿cuántos son conscientes de la trascendencia de lo acontecido en tan sólo 12 días?, y ¿cuántos se han quedado observando las ondas de un inmenso océano sin percatarse del reacomodo de las plataformas subterráneas del poder?

Hay frases que, de tanto repetirse, se desgastan. Tal vez una de ellas, muy en boga entre analistas, intelectuales, columnistas políticos, es la de "poderes fácticos". Pero su uso no es en vano, ni es apenas una moda. Sin ser electos por el pueblo ni estar legitimados, son éstos los verdaderos factores del poder en cuyas manos se ha dejado el destino del país. La palabra "fáctico" proviene del latín factum o hecho -que en la lengua portuguesa aún se preserva como "feito"-; y en el contexto jurídico es la antítesis de lo que es de "derecho". Es decir, un poder de hecho se distingue de uno de derecho en la medida en que su existencia no es resultado de una ley que lo constituya o lo reconozca.




Pero si bien el reconocimiento de la existencia de estos poderes era innegable para determinado estrato social educativo -cuya representatividad difícilmente alcanza uno o dos puntos porcentuales de la población; para el resto de los mexicanos son vagos fantasmas cuyas sombras apenas alcanzan a percibirse a la mitad de una escena en la obra de teatro a la que todos asistimos, cuando por error aparecen a la vista del público, en los entretelones, jaloneándose un pedazo de pastel que no quieren compartir.

Pero he ahí lo que percibo como un gran paso: el reconocimiento oficial, firmado por el flamante presidente de la República y los presidentes de tres partidos políticos representantes de las tres principales fuerzas políticas del país, denominado "Pacto por México" o Pacto del Alcázar, por haber sido oficialmente suscrito en ese histórico monumento nacional el 2 de diciembre pasado, y que en su párrafo cuarto textualmente dice:

"La creciente influencia de poderes fácticos frecuentemente reta la vida institucional del país y se constituye en un obstáculo para el cumplimiento de las funciones del Estado mexicano. En ocasiones, esos poderes obstruyen en la práctica el desarrollo nacional como consecuencia de la concentración de riqueza y poder que está en el núcleo de nuestra desigualdad. La tarea del Estado y de sus instituciones en esta circunstancia de la vida nacional debe ser someter, con los instrumentos de la ley en un ambiente de libertad, los intereses particulares que obstruyan el interés nacional".


Finalmente, es oficial. El reconocimiento de la existencia de esos poderes reales que retan la vida institucional y son obstáculo para el funcionamiento del Estado ya no deja lugar a dudas y desplaza a los críticos, que tildaban de víctimas de la esquizofrénica teoría de la conspiración a todos los que veíamos cómo estos poderes reales doblegaban a las instituciones.

Y no hay necesidad de poner nombres ni apellidos a estos "poderes fácticos". Antes de que suenen las 12 campanadas que anuncien la llegada del año nuevo, las iniciativas presentadas ante las distintas Cámaras que integran el Poder Legislativo los harán evidentes, como lo han hecho ya con la primera: la reforma al artículo 3 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, es decir, la reforma a la educación que no es una reforma contra el magisterio, pero que afecta los intereses de un pequeño grupúsculo de poder.

Dos iniciativas más están en la lista como inmediatas: la Ley Nacional de Responsabilidad Hacendaria y Deuda Pública para las entidades federativas y municipios; y, por supuesto, la reforma en telecomunicaciones, que comprende del compromiso 37 al 44 del Pacto, incluyendo el derecho al acceso universal a la banda ancha; el reforzamiento a las agencias reguladoras del sector -Cofeco y Cofetel-, incluyendo la facultad de partir monopolios; la creación de una red de telecomunicaciones del Estado, políticas para generar competencia en los mercados de la radio y la televisión, y telefonía y transmisión de datos, entre otras.

Sigo en el embeleso que aún me hace pensar que estoy soñando, aunque ya estoy sintiendo pellizcos que me hacen pensar que estoy despierta, porque aunque me resisto a creerlo, puede ser que sea posible que por primera vez querer sea poder.


pcarpinteyro@gmail.com

Leído en http://www.educacioncontracorriente.org/index.php?option=com_content&view=article&id=67453:querer-y-poder-purificacion-carpinteyro&catid=14:maestros

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