miércoles, 21 de agosto de 2013

Leo Zuckermann - El gobierno de Peña y las malas noticias como las económicas

En 1995, el entonces mandatario Zedillo, fue implacable en su política de comunicación social. Él daba la cara, explicaba la gravedad de los problemas.


Cuando se trata de dar malas noticias, este gobierno manda a sus subsecretarios. Ha sucedido en el caso de la violencia: el que da la cara es el subsecretario de Gobernación, Eduardo Sánchez. En cuanto a la economía, ayer le tocó al subsecretario de Hacienda,Fernando Aportela, informar que la economía mexicana está en un franco proceso de desaceleración por lo que creceremos en 2013 la mitad de lo que crecimos en 2012. Mientras tanto, los secretarios de Gobernación y Hacienda andan vendiendo expectativas positivas de México. Ni qué decir del Presidente, quien evita las malas noticias como si fueran kriptonita.




¿Se vale esta estrategia comunicativa? Desde luego que sí. Al gobierno le corresponde la decisión de cómo informar las malas noticias. En este caso se lo están dejando al tercer nivel gubernamental (subsecretarios) evitando que el Presidente y sus secretarios consentidos (Osorio y
Videgaray) hablen de cualquier tipo de penurias. Esto, sin embargo, en mi opinión, demuestra una falta de liderazgo gubernamental.
¿A qué me refiero? Cuando las cosas van mal, como es el caso de la economía mexicana en este momento, yo quiero ver al Presidente reconociendo el problema y presentando soluciones. En 1995, el entonces mandatario, Ernesto Zedillo, fue implacable en su política de comunicación social. Él daba la cara, explicaba la gravedad de los problemas y sus implicaciones. Nunca endulzó nada. Al estilo de Winston Churchill durante la Segunda Guerra Mundial prometió “sangre, sudor y lágrimas”, pero también una victoria al final del camino. Eso es demostrar liderazgo en situaciones críticas.
Muchos criticaron a Zedillo por esta actitud. Al Presidente le recomendaban guardarse más. No obstante, el hecho de que el primer mandatario fuera el que diera la cara transmitió la imagen de un capitán en el timón de un buque en medio del huracán. A la postre esto le dio aZedillo mucha credibilidad en la opinión pública para enfrentar los terribles problemas que sufrió el país aquel año.
La realidad es que las cosas no van bien en el país. La violencia se disparó en julio de este año en 37% de acuerdo con la base de datos de Lantia. En cuanto a la economía, ayer el INEGI informó que el Producto Interno Bruto de México “avanzó 1.5% en el segundo trimestre de este año con relación a igual lapso de un año antes”. Si se quitan los factores estacionarios de esta cifra (2013 tuvo más días laborales que 2012), “el PIB disminuyó en menos 0.74% durante el trimestre en cuestión respecto al trimestre previo”. Estamos hablando, entonces, de una contracción económica durante el periodo mencionado.
El sector industrial es el que más disminuyó: menos 1.1% en la cifra desestacionalizada resultado, sobre todo, de una caída en la construcción y minería. En cuanto al empleo, el lunes el IMSS dio a conocer que durante el mes de julio de este año sólo se crearon cinco mil 311 puestos de trabajo en todo el país: “Este crecimiento es menor en 87.5% (-37.086) a lo reportado durante julio del año anterior, 83.2% (-26,394) inferior a la variación promedio reportada durante julio de los últimos cuatro años y 82.5% (-25,005) menor que el promedio registrado en el mismo periodo de los diez últimos años”.
En suma, un desastre. No por nada, Aportela salió ayer a informar el recorte del pronóstico del gobierno del crecimiento económico de 2013: de 3.1% que tenía antes a 1.8 por ciento. La cifra es francamente mala: se trata de la mitad de lo que creció la economía en 2012. El subsecretario de Hacienda argumentó que el menor crecimiento se debía a una baja del “desempeño económico mundial”. Algo de razón tiene, pero no dijo nada de la responsabilidad de los factores internos en la disminución de la tasa de crecimiento.
Lejos estamos de los días en que tomó posesión Peña Nieto del gobierno, que había un gran optimismo, que se hablaba de un Mexican Moment y que los priistas presumían a ronco pecho en que ahora sí había Presidente. La inseguridad no se ha resuelto, la violencia continúa, hay algunos territorios que no controla el Estado, el crecimiento económico se ha desacelerado y no se están creando empleos. Esas malas noticias las informan o explican los subsecretarios porque, en este gobierno, el Presidente y los secretarios están para dar buenas noticias.
                Twitter: @leozuckermann


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