El proyecto de reforma energética, que se presentará en los siguientes días, debe tener tres características fundamentales, para evitar un chisguete de reforma.
Primero, debe ser un proyecto valiente. Que no sacrifique contenido en aras de consensos amplios.
No debe ser medrosa ante posibles manifestaciones de descontento a las que convocará López Obrador. Venga como venga el proyecto, de todas maneras habrá movilizaciones. Ya convocó a una, sin siquiera conocer su contenido.
La valentía del proyecto estribará en que se reforme la Constitución para que se compartan riesgos e inversiones con el sector privado en aguas profundas, y que lleguemos donde ahora no podemos llegar.
Una reforma valiente es la que cambie todo lo que haya que cambiar, para sacar el mayor provecho posible a la riqueza de energéticos que hay en el subsuelo.
Segundo, la reforma tiene que ser, por lo menos, igual de avanzada a la Ley Reglamentaria del 27 constitucional que planteó el Presidente Cárdenas al Congreso en 1939.
Esa ley —aprobada y cambiada sexenios después—, decía textualmente:
“Artículo 6º. El petróleo al que se refiere al artículo 1º será explorado y explotado por la Nación como sigue:
“I. Mediante trabajos realizados en forma directa y
“II. Por conducto de las instituciones que al efecto cree la ley.
“Artículo 7º. En el caso previsto por la fracción I del artículo anterior, podrán celebrarse contratos con los particulares, a fin de que éstos lleven a cabo, por cuenta del Gobierno Federal, los trabajos de exploración y explotación, ya sea mediante compensaciones en efectivo o equivalentes a un porcentaje de los productos que se obtengan”.
“Artículo 8º…
“III. La forma de determinar la compensación y los límites dentro de los cuales deberá fijarse el porcentaje de que habla la parte final del artículo 7º., en la inteligencia de que deberá tomarse siempre como base para otorgar esa compensación la que los contratistas recuperen las inversiones que efectúen y obtengan una utilidad razonable”.
Tercero, la iniciativa de reforma tiene que dar transparencia a Petróleos Mexicanos. Y la forma de hacerla transparente es que cotice en la Bolsa Mexicana de Valores. Ahí cualquier persona podría comprar acciones de Pemex, y para ello necesita cuentas claras y explicaciones de sus movimientos financieros.
Pemex tendría la obligación de reportar, de manera abierta al público, cuál es su situación, cuánto ingresa y en qué lo gasta. Sólo con transparencia informativa se pondría fin a los abusos.
Esas son, pues, tres características mínimas que debería tener el proyecto de reforma energética.
phl@razon.com.mx
Twitter: @PabloHiriart
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