La empresa que administra el Casino Royale informó ayer que está lista para indemnizar a las familias de las 52 víctimas mortales del incendio ocurrido en esa casa de juego de Monterrey hace dos años. Por cada una de las personas que fallecieron en aquel terrible atentado se pagarán 96,153 pesos.
En eso tasan una vida. No se me ocurre noticia más macabra para recordarnos que en México las tragedias se prolongan en un laberinto donde la sinrazón y la injusticia hacen imposible cerrar las heridas.
Aquella tarde de agosto de 2011 en el Casino Royale murieron fundamentalmente mujeres. La conmoción por la horrenda muerte de inocentes luego de un ataque de narcotraficantes fue seguida de testimonios sobre puertas de emergencia del local que estaban indebidamente cerradas con candados, y de presuntas irregularidades en los permisos para la operación del Royale. Con todo eso a la vista, y luego de que se decretara el luto nacional, llegamos al segundo aniversario sin un memorial y con una bofetada más a las familias de las víctimas.
La cifra de la indemnización no puede ser más insultante, pero no es una cuestión de dinero, es un asunto sobre todo de símbolos. Ajustan montos para tratar de paliar los daños de una de las matanzas más grandes que hemos vivido como si de un choque laminero se tratara: esto es lo que dice la póliza del seguro, esto es lo que damos. Así que habrá que repartirse 5 millones de pesos entre todos. Sólo como referencia, en Brasil por cada uno de los 239 fallecidos en un incendio en una discoteca en febrero de este año se llegó a pedir una indemnización de millón y medio de dólares.
La noticia del monto de la indemnización contrasta con la pujanza de los casinos en nuestro país, que es, según un reporte de PriceWaterHouse, la segunda nación de América Latina —sólo después de Argentina— donde este negocio es más lucrativo. De acuerdo con ese reporte, las ganancias en 2010 de los casinos en México fueron de 639 millones de dólares. El informe detalla que había entonces 300 casinos legales. Al comenzar este año ya eran 349 salas de juego registradas en la Asociación de Permisionarios, Operadores y Proveedores de la Industria del Entretenimiento y Juego de Apuesta, que en una nota de marzo de este año publicada por Reforma anunciaba que el número de visitas a sus establecimientos había crecido en 2012 un 83%, para llegar a los 2 millones 200 mil visitantes. Para 2013 esperan 3 millones de personas.
Esos datos son el contexto en el cual los operadores de un casino han decidido que con menos de 100 mil pesos por cada víctima mortal se quitan de encima los reclamos de las respectivas familias. Familias que ya habían sido agraviadas en enero, cuando como quien dice aquí no ha pasado nada alguien mandó retirar del local incendiado las cruces de madera que recordaban a cada uno de los muertos.
En el colmo, los administradores han mandado decir que ellos cubren el deducible para que cada familia no tenga que cooperar con ese monto. Ya sabíamos que ellos nunca pierden.
Por descanso, esta columna reaparecerá el viernes 30 de agosto.
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