Una manera de entender a los maestros de la CNTE es utilizando la teoría del actor racional: se movilizan para maximizar sus beneficios individuales y grupales. El modelo predeciría que, en cuanto lo lograran, regresarían a las aulas. Pero no sé si este marco teórico esté funcionando para comprender bien lo que está pasando. Los maestros de la CNTE ciertamente han demostrado ser muy racionales en el tiempo: son eficaces para presionar a los gobiernos en las calles obteniendo lo que quieren y hasta más. La pregunta es a dónde quieren llegar: ¿qué quieren al final del camino?
Es aquí donde me parece que estos maestros no están leyendo a Downs, Olson, Arrow, Buchanan o Tullocksino a Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Mao y Gramsci. Aunque hay grandes diferencias doctrinarias entre estos autores marxistas, todos coinciden en la necesidad de una revolución para derrocar a la clase dominante y establecer un régimen de instituciones de la clase trabajadora. Recordemos que, para Marx, el motor de la historia es la lucha de clases y, en este sentido, el proletariado debe presionar al sistema para generar crisis, debilitar las instituciones burguesas y agudizar las contradicciones existentes de tal suerte que se acelere la revolución.
En eso creen, me parece, muchos de los maestros de la CNTE, sobre todo sus líderes que se ven bien preparados y con buena retórica. Un repaso por las publicaciones de la Sección 22 de Oaxaca da cuenta de cómo este sindicato se nutre del pensamiento de izquierda revolucionaria que, por lo demás, es muy legítimo. Doy un ejemplo. En el número de septiembre del periódico Combativo de la Sección 22 hay un editorial de Carlos Martínez titulada “Tiemblen poderosos”. Cito algunos de sus pasajes:
“Hay enojos en las cúpulas del poder. Les molesta la protesta social. No les molesta tanto las marchas, los bloqueos, el plantón nacional que los maestros tenemos instalado en el Zócalo de la Ciudad de México desde el pasado 12 de agosto. Les molesta en sí, que nos estemos oponiendo a su reforma educativa y de paso les estemos echando a perder el gran negocio que ya se frotan entre las manos: la privatización de la educación y la administración y multiplicación de las escuelas privadas”.
“Los ricos en su desesperación y enojo han recurrido a la guerra sucia utilizando a los medios de comunicación a su servicio, para lanzar una campaña de difamación y de linchamiento mediático hacia la lucha de los maestros de la CNTE. La punta de lanza de toda esta campaña ha sido el consorcio Televisa, tanto en televisión como en radio. ¿De qué moral habla Televisa, si es una empresa que ha hecho su fortuna a través de la evasión de impuestos, el contrabando y el tráfico de drogas?”
“Así como ayer, hoy parece que el chacal de la represión sobre Atenco (Enrique Peña), sigue el mismo guión que aplicó sobre Atenco y que hoy echa a andar en contra de los maestros que hoy se encuentran en protesta. La difamación previa a la represión”.
“La lucha que hoy sostenemos no tiene vuelta para atrás, regresarnos a nuestros estados es prolongar nuestra agonía. Tiembla el poder porque se le cae el negocio de la privatización de la educación. Tiembla el poder porque se cae el negocio del petróleo. Ya verán los otros que hoy no luchan con nosotros caer el hacha de la dama sobre ellos cuando luchen por la defensa del petróleo”.
Es el lenguaje típico de la lucha de clases porque algunos maestros de la CNTE se nutren del pensamiento marxista. En Combativo se encuentra cómo organizan conferencias al respecto. En marzo, por ejemplo, tuvieron un coloquio nacional dedicado “al análisis de la vigencia de la obra deCarlos Marx situados en el contexto de la sociedad capitalista actual, así como para conmemorar el 195 aniversario de su natalicio y para abordar el tema central:Carlos Marx, Nuestra América y los problemas teóricos y prácticos del socialismo en el siglo XXI”.
Los maestros, o cualquier persona, pueden ser todo lo marxista, leninista, maoísta o istas que quieran. Ese es su derecho en una democracia liberal. Sólo que nos quede claro que eso es lo que quieren. En este sentido, no hay que descartar que están desquiciando el DF para “agudizar las contradicciones”. La pregunta es qué pueden y deben hacer las instituciones democráticas (que ellos consideran burguesas) frente a estas acciones que tienen como objetivo último la revolución. La respuesta no es fácil. Por lo pronto, creo que tendremos que desempolvar nuestros viejos libros de pensamiento marxista para entender mejor lo que está pasando en México en pleno siglo XXI.
Twitter: @leozuckermann
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