No vale la pena perder el tiempo quejándose de que el gobierno cobrará nuevos o más impuestos. Porque, y parafraseando la multicitada frase aquella de “Es la economía, estúpido”, lo que hay que reclamar es el uso que se da a los mismos.
Pero no el uso en abstracto. Hay que trascender demandas y proclamas del tipo de “que haya transparencia” o “que sean auditables”. Esas deberían ser cosas tan obvias como la misma imposición fiscal. Trascendamos esas trampas retóricas. Mejor formulemos propuestas específicas. Aquí va una. La semana pasada el portal Animal Político reveló que durante el sexenio de FCH se gastaron poco más de 39 mil mdp en publicidad gubernamental. (http://www.animalpolitico.com/2013/...)
No hace falta decir cuántas escuelas se podrían construir con eso, ni cuántas pensiones de adulto mayor caben en esa cifra descomunal. No hace falta porque si recuperáramos la sensatez, perdida no sé cuándo en este tema de la propaganda gubernamental, recordaríamos que el gasto de un gobierno en autofestejar lo que hace es una aberración. Punto. Está de más aclarar que por supuesto que tiene que haber campañas oficiales sobre vacunación o algunas de prevención de enfermedades o ante catástrofes naturales, pero todos sabemos que ahí no está el grueso del gasto de los gobiernos y de instancias del poder judicial, legislativo y, claro está, de los estados en propaganda.
Ayer leía una nota en el portal de El País sobre el plan de propaganda del presidente de Venezuela Nicolás Maduro: producirá noticieros oficiales y obligará a las cadenas de radio y televisión a transmitirlos dos veces al día y en horarios estelares (http://internacional.elpais.com/int...). Lo que vino a mi mente ante esa información fue que no por nada nos decían “La dictadura perfecta”. Acá los gobiernos no necesitan ser tan burdos como sus colegas venezolanos. Acá el Ejecutivo mete al presupuesto 39 mil mdp y listo, a saturar el aire mediático. ¡Qué poco ingenio en Venezuela! O será que ya se acabó el dinero allá mientras que en México no. La cuestión es que esa clase media que se queja de los posibles nuevos gravámenes no ha entendido que le quitarán el impuesto a las colegiaturas pero poco o nada de lo demás cambiará. El problema no es el IVA a la educación privada o el tope a las deducciones. La cuestión es que no hay presupuesto que alcance si no se cambia la manera de ejercerlo. Y que quienes lo ejercen, sean del partido que sean y del poder que sean, no quieren renunciar a su autobombo. No hay más.
El compromiso número 95 (el último, por cierto) del Pacto por México dice que se creará una “Instancia Ciudadana y Autónoma que Supervise la contratación de publicidad de todos los niveles de gobierno en medios de comunicación”. Está al final de la lista pero la iniciativa se comprometió para el segundo semestre de 2013 (o sea ahora) y cuando termine el 2014 quede implementado. Bien. Pues qué tal si en medio de la discusión del presupuesto 2014 exigimos a los gobiernos que nos digan cuál es el mínimo nivel al que pueden llevar ese rubro
—para campañas sociales indispensables—, y tras ello pedimos que la instancia que está por crearse no solo vigile el cómo se gasta, sino que sólo se gaste lo indispensable y sensato, no el despilfarro de locura que ya quisiera Nicolás Maduro para un domingo, aunque fuera en un horario no tan estelar.
salvador.camarena@razon.mx
Twitter: @salcamarena
Twitter: @salcamarena
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.