Desde hace varios años, cuando la Guerra en el Golfo Pérsico, mucho comenzó a hablarse sobre la tercera guerra mundial. Este tema bélico aparece cada que la tensión entre Estados Unidos con el país en turno: lo mismo Irán que Irak, Afganistán o Corea del Norte. Y siempre aparece este asunto con el mismo temor de parte de prácticamente todo el mundo por obvias razones. Una guerra mundial, no sería en lo absoluto un escenario deseado, menos cuando zonas como la Unión Europea están tan golpeadas por la crisis financiera, ¿qué país podría poner en prioridad una guerra sobre su propio rescate y bienestar económico?
Con lo acontecido en Siria el pasado 21 de agosto y las varias declaraciones del gobierno de Estados Unidos, de nuevo la posibilidad y casi paranoia de la llegada de la tan anunciada tercera guerra mundial, llena de nuevo algunos titulares y de miedo la percepción de algunos que hoy la califican de inminente.
Al tiempo se pensaría que no se trata de uno más de esos episodios donde se habla más de lo que se concreta, como en aquellas otras ocasiones, porque hasta la fecha no hay una confirmación oficial sobre el uso de armas químicas en Siria. El argumento fuerte que está provocando declaraciones de parte del gobierno de Estados Unidos no está oficialmente respaldado, incluso la Organización de las Naciones Unidas esperará por los resultados de los análisis que se realizan, para entonces sí fijar postura. Poco han servido al exterior y para la ONU las afirmaciones que el gobierno de Estados Unidos hizo la semana pasada, cuando hablaba de pruebas, videos, grabaciones y testimonios que confirmarían que el régimen de Bashar al-Assad utilizó armas químicas contra su gente.
Aunque los hechos dicen que, tan sólo la semana pasada, el régimen sirio mató a casi mil 500 personas (un tercio de ellos niños) con armas químicas. En toda la historia del conflicto en Siria, se suman más de cien mil caídos.
Los argumentos que tienen Barack Obama para una posible intervención, que dijo la semana pasada, no sería tal como las ha realizado su país anteriormente, está esperando apoyo desde el interior, desde el Congreso. Por ellos es que no ha sido tan claro ni contundente. Las condiciones de Estados Unidos tampoco le dan para lanzarse a una guerra así nada más. Tal vez lo único en lo que no esté titubeante, es en que el gobierno de Barack Obama está decidido a actuar frente a lo que ocurre en Siria. Aprovechar, seguramente, la presencia que algunas de sus tropas militares tienen en aquella región del mundo.
Pero eso también en parte porque no tienen para más. Una crisis financiera que los golpeó hace un par de años y un discurso a favor de la guerra muy desgastado después de la intervención en Irak, no le deja a Estados Unidos muchas opciones, al menos no una como la que ya habrían emprendido en otros tiempos.
Hoy, desde ayer, la decisión de un plan de acción contra Siria, está en manos del Congreso de Estados Unidos. Sorpresivamente, el líder en la Cámara de Representantes, curiosamente republicano, ha mostrado su apoyo para una posible intervención militar. Pero no es suficiente, aunque tal vez en otros tiempos lo habría sido.
Cuestión de tiempo, días, para que Estados Unidos defina mejor su postura, aunque para fijarla mejor también necesitará respaldo no sólo de su Congreso, también del exterior. No está en condiciones de aventarse solo.
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