Dos preguntas sobre los atentados en Michoacán: Uno: ¿quién tiene la capacidad de perpetrar ataques, por leves que hayan sido, en 18 puntos del estado simultáneamente? Y dos: ¿por qué los objetivos son instalaciones de la CFE y gasolineras?
La respuesta a estas dos preguntas nos puede dar un norte de a qué nos enfrentamos en Michoacán y qué significan los atentados de la madrugada del domingo. El enfrentamiento y muerte de cinco guardias comunitarios en Apatzingán a manos de miembros de los Caballeros Templarios nos hicieron pensar de inmediato en que estos pueden ser los responsables de todos los ataques.
Aunque por supuesto no se puede descartar, no hay ninguna confirmación oficial de que hayan sido ellos. Lo importante en todo caso es entender que, haya sido quien haya sido, no hay que verlo como la acción de un grupo del crimen organizado, como lo veníamos conceptualizando hasta ahora, sino como un acto terrorista.
El que no hubiera víctimas en los ataques a las instalaciones de la CFE y gasolineras no significa que no sea un acto terrorista. Esa palabra le da pavor a cualquier gobierno y tienen razón. Pero si terrorismo es un acto violento que busca generar terror en la sociedad, y lo que sucedió el domingo es eso (no deja de se curioso que la primera que habla hoy de terrorismo es la senadora por Michoacán, María Luisa Calderón, cuando ella y su hermano Felipe, entonces presidente se negaron a reconocer como terrorismo las granadas en el grito del 15 de septiembre de 2008).
Quien lo hizo tiene una gran capacidad de movilización y tiene muy claro lo que significa la desestabilización.
Que los objetivos sean instalaciones de la CFE y gasolineras cuando se está discutiendo la reforma energética no es gratuito. Quien esté detrás de los bombazos tiene un claro sentido político. Es posible que los que estén detrás de esto no sean Templarios, sino viejos grupos guerrilleros que aún sobreviven en varios estados del país y que se han fortalecido con la aparición de nuevos radicalismos.
Pero, si quienes están detrás de estos atentados son efectivamente los Caballeros Templarios eso no puede significar otra cosa más que la politización del crimen organizado. Los Templarios son el ala violenta de lo que originalmente se llamó la Familia Michoacana, un grupo delictivo sui generis pues combinaba una visión política, un sentido religioso, una mafia territorial y una actividad delictiva.
Dicho de otra manera, la vinculación de grupos de oposición radicalizados con crimen organizado es un coctel molotov que no estaba en el mapa político y que cambia por completo la perspectiva de dónde estamos parados.
diego@informador.com.mx
Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=200333
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