Para justificar su nefasta y desastrosa guerra contra el narcotráfico, Felipe Calderón aseguraba y sigue asegurando que cuando el asumió la presidencia, el 1 de diciembre de 2006, la violencia generada por los cárteles de la droga iba en aumento y que cada vez había más muertos debido a ella.
Este argumento esgrimido por quien la historia condenará como uno de los presidentes más funestos de México es totalmente falso.
De acuerdo a datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), del 1 de enero de 1989 al 31 de diciembre de 1994, cuando el país fue gobernado por Carlos Salinas, se cometieron 93 mil 493 homicidios, un promedio de 43 diarios; del 1 de enero de 1995 al 31 de diciembre de 2000, cuando gobernó Ernesto Zedillo, se registraron 80 mil 311 homicidios, 36 diarios como promedio; del 1 de enero de 2001 al 31 de diciembre de 2006, bajo la presidencia de Vicente Fox, el número total de homicidios fue de 60, mil 162; es decir, 27 en promedio cada día.
Lo anterior significa que en el sexenio de Zedillo el número de homicidios decreció 14.1 por ciento respecto a los que se perpetraron en el de Salinas, y que en el gobierno de Fox el número disminuyó 25.1 por ciento respecto al de Zedillo y 35.7 por ciento comparado con el de Salinas.
Y llegó Calderón y con él la sangre y la muerte. Del 1 de enero de 2007 al 31 de diciembre de 2012 se registraron 121 mil 683 homicidios, un incremento de 102.3 por ciento respecto al sexenio de Fox y de 51.5 por ciento y de 30.2 por ciento comparado con los de Zedillo y Salinas, respectivamente.
Si analizamos los seis años del gobierno calderonista, de nueva cuenta basándonos en los datos proporcionados por el Inegi, podemos apreciar que conforme escaló su guerra contra los narcos aumentaron los números de muertos. 8 mil 867 en 2007, 24 al día en promedio; 14 mil 6 en 2008, 37 diarios; 19 mil 803 en 2009, 54 al día; 25 mil 757 en 2010, 71 cada 24 horas, 27 mil 213 en 2011, 75 diarios; y 26 mil 37 en 2012, 71 diarios.
Los números anotados en el párrafo anterior indican que el número de homicidios aumentó 58 por ciento de 2007 a 2008; 41.4 por ciento de 2008 a 2009; 35 por ciento de 2009 a 2010; 5.6 por ciento de 2010 a 2011; y que disminuyó 4.3 por ciento de 2011 a 2012.
En sus seis años de gobierno, Calderón se encargó de que el número de homicidios aumentara 193.6 por ciento.
Además del Inegi, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Publica (SESNSP) ha proporcionado estadísticas al respecto.
De acuerdo al SESNSP el total de homicidios anuales fueron como sigue: 25 mil 133, en 2007; 27 mil 759, en 2008; 31 mil 546, en 2009; 35 mil 794, en 2010; 38 mil 41, en 2011; y 38 mil 24, en 2012. En total 196 mil 297. Esta cifra es mayor que la que arrojan las estadísticas del Inegi para el mismo periodo.
La diferencia de 74 mil 434 se explica porque el Inegi contabiliza las actas de defunción que anotan que la persona fue asesinada, mientras que las cifras del SESNSP se refieren a averiguaciones previas iniciadas por el ministerio público en donde se supone que la muerte del occiso fue por homicidio, aunque al finalizar la investigación se determine que obedeció a otra causa.
El SESNSP clasifica los homicidios registrados bajo dos categorías: dolosos, en los cuales una persona es intencionalmente muerta por otra u otras personas, y culposos o accidentales, en donde la muerte de una persona es causada por imprudencia, negligencia o impericia y el asesino no tuvo la intención de matar
En lo que a homicidios dolosos se refiere, el SESNSP registra los siguientes números para cada año: 10 mil 253, en 2007; 13 mil 155, en 2008; 16 mil 118, en 2009; 20 mil 681, en 2010; 22 mil 856, en 2011; y 21 mil 700, en 2012. En total 104 mil 763.
Esta cifra es menor a la del Inegi y la diferencia de 16 mil 920 homicidios puede obedecer a los criterios que cada organismo utiliza para contabilizarlos.
¿Cuántos de estos homicidios son resultado de la guerra contra el narco? No hay datos precisos, porque durante el sexenio de Calderón se ocultó la información. Además, según diversas fuentes oficiales, 95 por ciento de los casos no fueron investigados por las autoridades y los autores de 98 por ciento de los homicidios nunca han sido identificados.
Este es el desastre y la funesta situación que Enrique Peña Nieto heredó de su antecesor inmediato. No será fácil remediarla a corto plazo. Quien diga o se crea lo contrario no tiene la menor idea de la realidad del país.
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Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=200330
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