La pregunta se la deben estar formulando en estos momentos en Los Pinos y en el PRI. Porque por más que lo rehuyeron, por más que el gobierno y los priistas en el Congreso hicieron chicanadas legislativas para retrasar y posponer la discusión, el momento llegó: la reforma energética del presidente Enrique Peña Nieto no avanzará si antes no se discute y se aprueba una reforma política, que es condición terminante del PAN y el PRD para abordar la propuesta presidencial en materia petrolera.
Por más llamados a la “objetividad y responsabilidad” que haga el Presidente a los legisladores, en lo que parece un intento de Peña por evitar el condicionamiento a su reforma, la realidad es que en el gobierno tendrán que evaluar qué costo están dispuestos a pagar por la iniciativa energética. Y el precio parece estar muy claro por parte de los dos aliados del Pacto por México: Segunda vuelta electoral y reelección son las dos monedas de cambio que en Los Pinos tendrán que analizar si vale la pena pagar a cambio de su polémica reforma a Pemex.
El dilema para Peña Nieto radica en que históricamente al PRI y al mismo Presidente se le han atorado esos temas que, por alguna razón, ambos ven como una reforma con dedicatoria que los pondría en desventaja frente a sus adversarios políticos. El tema de la reelección es para los priistas un tabú que no han logrado vencer desde su origen como partido surgido tras la lucha revolucionaria que desató, entre otras cosas, el reeleccionismo porfirista. En el lema oficial de los gobiernos posrevolucionarios, herencia del PRI y sus antecedentes, PNR y PRM, “Sufragio Efectivo, No Reelección”, está contenida esa ideología antirreeleccionista que se volvió intocable para los priistas.
En el caso de su rechazo a la segunda vuelta electoral es un miedo del viejo partido que data de la época en que comenzaron las elecciones presidenciales competidas. La controvertida elección de 1988, con su estela de fraude, dejó en claro que una oposición unificada era capaz de derrotar al todopoderoso PRI, presagio que se cumpliría 12 años después cuando, sin una alianza formal, el llamado “voto útil” hizo posible que un ranchero carismático y con botas sacara al priismo de Los Pinos tras 71 años ininterrumpidos en el poder.
Curiosamente ese mismo miedo lo expresarían después los panistas cuando, en su paso fugaz por la Presidencia, Vicente Fox y Felipe Calderón se opusieron tajantemente a las mismas reformas políticas que hoy impulsan como “indispensables” sus compañeros del PAN.
Al final, lo cierto es que, desde 1997, los gobiernos divididos en México donde ningún partido logra mayoría y los presidentes ganan apenas con 35 o 38% de los votos, justifican un esquema legal y electoral que posibilite la construcción de gobiernos de mayoría, que haga más efectivos a los gobiernos y se eviten parálisis legislativas.
Peña Nieto tendrá que decidir pues cuánto vale su reforma energética y si ese valor es mayor que el miedo histórico del PRI a abrir el sistema político y electoral. Pretender que los divididos y confrontados panistas, al igual que los enconados perredistas, le llegarán a aprobar sus dos reformas pendientes: la energética y la fiscal, sin que tenga que ceder a cambio la reforma política que plantea la oposición, es en estos momentos irreal y no lo va a resolver con llamados a la responsabilidad.
El Pacto por México está en sus últimos estertores y estas negociaciones podrían ser las que marquen el final del exitoso esquema de negociación y acuerdos ideado por este gobierno para impulsar sus reformas. El tiempo empezó a correr y es momento de decisiones para Los Pinos.
NOTAS INDISCRETAS…Al cierre de esta columna seguía la tensión en Washington ante la falta de acuerdos que evite un cierre parcial del gobierno de Barack Obama a partir de hoy. El tema, aunque doméstico, podría tener repercusiones económicas que afecten a México si se llegara a producir la parálisis gubernamental y se niega también un nuevo techo de deuda a la Casablanca. Los expertos dicen que la economía de EU caería hasta 1.4% del PIB y que se generaría inestabilidad financiera mundial. Y si eso ocurre podría ser desastroso para una economía mexicana virtualmente en recesión… Los dados giran. Tocó Serpiente.
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