Dicen fuentes del gobierno federal que a partir de enero próximo comenzará, en los hechos, un nuevo sexenio, porque la administraciónPeña buscará renovarse y trabajar políticamente superado el proceso de reformas. Que esa fue la intención de presentar todas esas reformas en el primer año y de subordinar casi todo a las mismas, aun a costa de perder popularidad. Probablemente es así, pero también de aquí a la conclusión del periodo ordinario de sesiones en el Congreso, con las reformas política, financiera y energética, entre muchos otros temas en ciernes, no habrá, no puede haber sorpresas ni en la actuación del gobierno ni en la sucesión interna de los partidosde oposición.
Y sin embargo, se mueven. En el PRD, el mitin del domingo en contra de una reforma energética que incluya cambios constitucionales, bastante desangelado en términos de participación (al igual que el de Morena la semana pasada), ha servido para comprobar, nuevamente, que el perredismo necesita y quiere líderes. Para muchos,Cuauhtémoc Cárdenas ya había cerrado, desde que fue desplazado sin contemplaciones por Andrés Manuel López Obrador del liderazgo partidario, su ciclo en la política cotidiana. Tanto pensaban retirado aCuauhtémoc que le dieron hasta la medalla Belisario Domínguez. Creo que no lo conocían: Cárdenas no es de los que simplemente se va. La reforma energética no sólo le ha dado un nuevo aire, sino que también ha sido redescubierto por muchos sectores de su partido como prácticamente el único que puede unificarlo en el proceso particularmente difícil de adaptarse a las nuevas épocas y procesar la salida del propio López Obrador.
Marcelo Ebrard, el único personaje importante del PRD que no estuvo el domingo en el Zócalo, no tiene posibilidades serias de quedarse con la presidencia partidaria. Carlos Navarrete sería un buen dirigente partidario y es, sin duda, el candidato de la corriente mayoritaria, Nueva Izquierda, y puede ganar una contienda interna. La pregunta es si decidirán ir a una elección en la cual tendrán fuertes oposiciones y en la que nadie les puede garantizar que saldrán relativamente unidos.Cárdenas ha dicho que sólo participará si es candidato de unidad y, para serlo, el PRD necesita además cambiar sus estatutos. La lucha contra la reforma constitucional en materia energética (que además le permite al PRD, al no oponerse per se a la reforma como el lopezobradorismo, diferenciarse políticamente también de éste) puede ser la base en torno a la cual puede girar ese acuerdo partidario. Sin él, el futuro perredista puede ser incierto.
En el PAN ya está decidida la fecha para los próximos comicios internos (serán la primera semana de marzo), los primeros en los que la dirigencia partidaria será elegida por voto directo de sus militantes, pero aún hay mucho por ver. Para empezar, no se percibe en el blanquiazul posibilidad alguna de contar con una candidatura de unidad. Más bien al contrario: son ya muchos los que han levantado la mano, desde Gustavo Madero, que buscará reelegirse, hasta ErnestoCordero, pero también Juan Manuel Oliva y otros que están esperando a ver cómo se configuran las fuerzas. Queda, como siempre en el último año, abierta la incógnita de qué hará Josefina VázquezMota. Y con ella, de dos interrogantes que deben despejarse antes de la elección: primero, el tema del “suelo parejo”, que demandan los rivales de Madero, pidiendo que el 5 de diciembre, cuando concluye su periodo, se retire de la presidencia partidaria si es que va a competir para reelegirse. Y de la mano con ello, conocer el nuevo padrón depurado precisamente por la dirigencia de Madero, que hoy sólo esa dirigencia conoce.
Para el PAN, que puede tener en la reforma política y en la energética una gran oportunidad de reconstrucción de cara al 2015, el proceso interno no será en absoluto sencillo, más aún si todo gira en torno a una votación muy polarizada entre Madero y Cordero: las denuncias contra varios diputados, comenzando por el coordinador LuisVillareal, por supuestos malos manejos en las asignaciones presupuestales son sólo una pálida muestra de lo que puede venir si los propios grupos internos no llegan a acuerdos previos al inicio de su campaña.
Lo cierto es que ojalá cerrado este ciclo de reformas, donde tanto la dirigencia de Jesús Zambrano como la de Gustavo Madero han tenido espacios protagónicos, se dé una renovación en las dirigencias, tanto del PRD como del PAN, que les permita salir unidos y con liderazgos fuertes, pero al mismo tiempo decididos, por su propia fortaleza, a aceptar negociaciones, acuerdos y disensos. Si iniciara en enero un nuevo sexenio, lo mejor sería, incluso para el propio gobierno, hacerlo con oposiciones fuertes y articuladas. Y para eso se necesitan liderazgos.
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