martes, 19 de noviembre de 2013

Salvador García Soto - Furia de titanes

El enfrentamiento público entre la Universidad Nacional Autónoma de México y la Comisión Nacional de Derechos Humanos es muestra clara de que a la cultura de la democracia, la transparencia y la rendición de cuentas todavía le falta mucho por arraigar en nuestra sociedad. Cuando dos instituciones emblemáticas para los mexicanos se muestran incapaces de procesar de manera legal y civilizada un tema que involucra derechos tan sensibles y de justicia elemental, y en lugar de eso recurren a la descalificación pública y el enfrentamiento político, algo no anda bien en la inmadura democracia mexicana.






La reacción iracunda del rector José Narro por que se hiciera pública una recomendación de la CNDH que tiene ya siete meses de emitida por un caso de acoso sexual contra una estudiante de preparatoria de 16 años, parece más una muestra de intolerancia y un intento por ocultar un problema latente en una universidad masiva como es la UNAM, que una reacción a favor de investigar y esclarecer no sólo ese caso sino la existencia de prácticas ilegales de acoso entre alumnos y profesores en los planteles universitarios.

El argumento esgrimido por la Universidad Nacional sobre la vigencia de un plazo para responder a la recomendación no es necesariamente un impedimento legal para hacer públicas recomendaciones contra cualquier institución o autoridad gubernamental sujeta a la observancia de los derechos humanos. En todo caso, por qué se tendría que esperar tanto tiempo para airear y transparentar un problema tan delicado que, sea sólo un caso o muchos más que se pierden por el temor a la denuncia, debiera airearse y establecer medidas, sanciones y protocolos internos para detectar y castigar esos delitos cuando ocurran en las instalaciones universitarias.

Tiene razón la UNAM cuando afirma que ellos no son Ministerio Público y no les correspondía investigar este caso y aplicar justicia contra la comisión de un delito. Lo que sí les correspondía como Universidad es haber aceptado desde un inicio que el problema existía, haber investigado a fondo si fue el único caso de acoso en que incurrió ese profesor de preparatoria con 47 años de servicio y si hubo más, motivar las denuncias y buscar el castigo del responsable, como un caso ejemplar y una muestra de que rechazaban esa práctica detestable, en lugar de pretender evitar un escándalo público como el que de cualquier manera se detonó al descalificar a la CNDH.

A la Comisión, por su parte, se le puede criticar que, en el afán de exhibir la inacción de la Universidad y las omisiones en que, afirma, incurrieron las autoridades universitarias, se olvidó de que era más importante exigir a la PGR que en siete meses transcurridos desde que la joven estudiante acudió a interponer una queja por la desatención de su caso, no avanzó nada en las investigaciones de la denuncia penal interpuesta; porque al final, tan importante como cuestionar la actitud cerrada y autoritaria de la UNAM, era exigir la impartición de justicia que no se ha dado en este caso por parte de la Procuraduría de la República.

En todo caso la pregunta que se impone es por qué ni el rector José Narro, ni el ombudsman Raúl González, dos personajes que debieran ser ejemplo de apertura y tolerancia, fueron capaces de dialogar y resolver este caso de manera menos estridente y sin tener que llevar a enfrentarse a las dos instituciones que representan. Sí existen, como se afirma, diferencias políticas o intereses de grupo entre los titulares de ambas instancias, el modo más político de resolverlo no era utilizando un caso donde está de por medio la dignidad de una estudiante a la que se le violentaron sus derechos. Tanto la CNDH como la UNAM son dos altos baluartes para la democracia y la vida pública del país; ojalá esa altura no se pierda en las reyertas políticas.

NOTAS INDISCRETAS… Tras la pesadilla que ha sido para su imagen el conflicto de la CNTE en la ciudad, a Miguel Ángel Mancera parece que se le empiezan a acomodar las cosas, tanto en lo político como en lo económico. Por un lado, el jefe de Gobierno consiguió un fondo histórico de más de 3 mil millones de pesos para la Ciudad, con lo que se podrán realizar obras de infraestructura en 2014 y recuperar el dinamismo perdido este año. La gestión iniciada por Mancera derivó en el otorgamiento de estos recursos extraordinarios que permitirán al DF mantener su importancia en la economía nacional y recobrar la asignación de recursos federales que le habían quitado en los últimos años bajo el criterio de que aquí no crecía la población como en otros estados; finalmente la Ciudad de México aporta 19% del PIB de la economía nacional. Y por el lado político basta ver la fotografía donde Mancera aparece junto a Cuauhtémoc Cárdenas y Jesús Zambrano con el brazo en alto, mientras Marcelo Ebrard está ausente. Así o más claro el futurismo presidencial en el PRD… Paran los dados. Escalera doble.



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