lunes, 4 de noviembre de 2013

Salvador García Soto - Al PAN, pan y al PRD lo que pida

La oleada de inconformidades que dejó la polémica reforma fiscal no sólo impacta al ámbito económico, donde los empresarios amenazan lo mismo con aumentar precios que con despedir trabajadores o cancelar inversiones; también en el ámbito político los cambios fiscales tendrán consecuencias y una de ellas tiene que ver directamente con la reforma energética del presidente Enrique Peña Nieto.







En el PAN cobra fuerza la idea de reconsiderar su postura en la iniciativa energética y no aliarse con el PRI y el gobierno para votar las reformas constitucionales en materia de petróleo. Tantas concesiones del gobierno al PRD para que aprobara el paquete fiscal molestaron a los panistas, al grado de amenazar con rechazar la iniciativa energética, lo que complicaría gravemente el panorama para la principal reforma estructural del presidente Peña Nieto, que podría, sin el apoyo del panismo, no lograr las dos terceras partes del Congreso para cambiar la Constitución.

Y es que en el juego de las alianzas y el toma y daca entre partidos, los panistas no han salido tan beneficiados como el PRD. Además de la gubernatura de Baja California, donde quedó la percepción de que el gobierno decidió “sacrificar” al candidato del PRI con tal de mantener el Pacto por México con la presencia del blanquiazul, no hay mucho más que haya logrado el panismo, como sí son evidentes las concesiones al perredismo, ya sea en materia presupuestal a estados y el DF o en el diseño de nuevos impuestos o programas como el seguro de desempleo y la pensión universal.

El PAN, en cambio, está en el peor de los mundos. Su principal trueque, que era la reforma política, se está cayendo. Las dos propuestas centrales del panismo, la segunda vuelta y el Instituto Nacional de Elecciones, están siendo tiradas. Los priistas se opusieron con todo al tema de la segunda vuelta, al grado de amenazar al presidente Peña Nieto con una revuelta si la incluían en las reformas, por lo que el tema no se incluyó, y a cambio, el panismo se conformó con la creación del Instituto Nacional Electoral, propuesta de Gustavo Madero con la que coincidía también el grupo calderonista que encabeza Ernesto Cordero.

Pero cuando ya los acuerdos habían sido tomados en el Pacto por México y la propuesta de desaparecer al IFE y los institutos estatales electorales avanzaba, surgió una rebelión de gobernadores, encabezada por el mexiquense Eruviel Ávila, que rechazaron al nuevo INE y amenazaron con sabotearlo. Detrás de Eruviel hay varios mandatarios estatales priistas, que abiertamente se expresaron en contra de lo negociado en el Pacto por México y financiaron también la protesta de los organismos estatales que rechaza los cambios electorales.

De ahí que los panistas estén en este momento en una encrucijada: si el PAN vota a favor de la reforma energética, corre el riesgo de que los gobernadores le tiren la reforma política. Porque aun cuando los cambios electorales fueran aprobados por mayoría en el Congreso de la Unión, los congresos estatales, que también deben aprobar las reformas constitucionales, en su mayoría están claramente dominados por los gobernadores del PRI, que podrían echar abajo al nuevo INE y dejar al PAN con las manos vacías.

Así que en estos momentos, cuando ya se buscaba concretar el acuerdo del Pacto de sacar la reforma política para que pudiera dar paso a la energética, las cosas se complican. Los panistas se pueden quedar con las manos vacías, a diferencia de los múltiples beneficios obtenidos por el PRD, mientras que el PRI y el gobierno tendrán que pagar caro por una alianza que los ayude a reformar la Constitución y modificar el régimen petrolero, que es a final de cuentas las joya de la corona en las reformas de Peña Nieto. Si se cae la reforma energética se cae todo el discurso del gobierno y con él las promesas de que tanta convulsión política y social por las reformas tiene un sentido.

NOTAS INDISCRETAS… “Ahí muere, ya paremos”, pidió el coordinador del PAN en San Lázaro, Luis Alberto Villarreal cuando en la madrugada del viernes el debate arreciaba y los calificativos subían de tono en la discusión de la reforma fiscal. En la tribuna se habían escuchado duros comentarios de los panistas que hablaban “de un presidente de telenovela”, y en respuesta un priista habló de otro “ex presidente borracho”. La respuesta a la petición del líder panista llegó desde la bancada del PRI. “Está bien, ahí muere, no se metan con nuestro presidente y no nos metemos con los suyos”… Los dados arrancan semana. Escalera doble.


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