lunes, 2 de diciembre de 2013

Denise Dresser - Vacíos de poder

Años de sangre y horror. Años de muertos, desparecidos, secuestrados, extorsionados, torturados. Políticas públicas contra el crimen organizado que han resultado no sólo fallidas sino contraproducentes. Y ahora, al final del primer año de Enrique Peña Nieto, tiempo de mirarnos al espejo, hacer las preguntas difíciles, y obligar al presidente a hablar sobre aquello que elude. La conversación que no quiere tener, la narrativa que intenta cambiar, el cambio de imagen más no de realidad que busca instrumentar. El hecho innegable de que en zonas amplias del país – ahora Michoacán y Tamaulipas – el Estado ha sido suplantado. O ha desaparecido. O ha sido capturado.

Hablamos menos de lo que nos afecta más. Los registros de violencia y los índices de delincuencia en aumento. Las cifras que estremecen. La realidad cotidiana en tantas ciudades que compromete la viabilidad del Estado mismo. Todo lo que Edgardo Buscaglia plasma en su libro “Vacíos de Poder: Cómo Combatir la Delincuencia Organizada”. Todo lo que el regreso del PRI – y sus promesas – no ha logrado resolver. La demencial dinámica de números que no cambian. Si al término del gobierno de Felipe Calderón hubo 83 mil asesinatos vinculados con el crimen organizado, en los primeros seis meses del gobierno de Enrique Peña Nieto la cifra llegó a 13 mil 775. 







Y como sugiere Carmen Aristegui en el prólogo del libro, de mantenerse este ritmo, al término de la gestión de Peña Nieto, se habrá superado casi en 50 por ciento el número de muertes ocurridas bajo su predecesor. Pocas cosas tan urgentes entonces cómo repensar lo que hemos venido haciendo. Pocas cosas tan imperativas como cambiar las prácticas institucionales y sociales que han hecho posible este horror. Llegó el momento de rechazar la idea de que nada se puede hacer para evitarlo. Que nada se puede hacer más que pactar con el crimen organizado como el PRI implícitamente ha sugerido y en el pasado promovió.

Buscaglia sugiere lo contrario. Sostiene que no sólo es posible combatir la delincuencia organizada sino prevenirla. México tiene más opciones que la Pax Mafiosa que el PRI permitió. México puede aspirar a más que un Estado relegado a administrar la actividad criminal. Puede y debe enfocarse en lo que el experto llama “la seguridad humana” por encima de “la seguridad nacional”. Puede y debe enfatizar la seguridad del individuo por encima de la protección de las instituciones del Estado. Pero para ello, el Estado mismo necesita llenar el “vacío explicativo” en el que vivimos. Necesita lograr que cada mexicano entienda qué provocó lo que tenemos enfrente y cómo podemos trascenderlo.

Para ello el Estado debería – de manera consistente y coherente – explicar cómo va a lidiar con la persistencia de la impunidad. Describir cómo va a reformar a un poder judicial colapsado. Explicar qué va a hacer con políticos corrompidos que se aprovechan de los vacíos del Estado para enriquecerse. Explicar cómo va a concientizar a la sociedad para que juegue un papel de control frente a la delincuencia en vez de solaparla.

La delincuencia – en México y en muchas partes del mundo que Buscaglia ha estudiado – florece en contextos de debilidad institucional. En donde persisten los vacíos generados por sistemas judiciales disfuncionales. En donde prevalece la corrupción gubernamental a todos los niveles. El donde no existen sistemas de control patrimonial. En donde no hay mecanismos de prevención social de los delitos. En donde personajes impunes como Ulises Ruiz, Mario Marín, Raúl Salinas de Gortari, Arturo Montiel y Carlos Romero Deschamps actúan y han actuado sin sanción legal u oprobio social. En donde el Estado es débil o corrupto o impune o inexistente y las empresas criminales llenan esos vacíos. Con negocios ilícitos. Con violencia. Con conflicto armado.

De allí el imperativo de soluciones que abarcan la reforma profunda del sistema judicial. La capacitación de unidades de inteligencia financiera. La instalación de redes entre organizaciones no gubernamentales para la prevención y la actuación frente a la delincuencia organizada. La importancia de darle a los poderes legislativos federales y estatales la capacidad de llevar a cabo investigaciones especiales. La única forma de llenar los huecos imperantes es mediante la coordinación interinstitucional del Estado mexicano y la lucha que necesita dar una sociedad fuerte. Y quizá el Copete Electrónico no quiera hablar de estos vacíos ni encararlos. Pero si no lo hace, terminarán por devorar su presidencia.


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