Colmadas calles y plazas, pletórico el Zócalo y desvinculado el PRD del Pacto por México, el escenario político hierve; se le mete candela al caldero; se atiza la llamarada y se pronuncia el viejo grito de todas las izquierdas que en el mundo han sido: “No pasarán”.
Pero sí, sí pasarán, y habrá reforma energética sea cual sea el costo.
Por lo pronto la protesta social echa a andar su maquinaria, la policía pone un cerco, y provoca compleja paradoja: para que los manifestantes no cierren y asfixien a la ciudad, los gendarmes lo hacen por ellos… y en medio —atrincherados ante el temor de la anarcoviolencia— quedamos todos los demás.
Así es, ha sido y será, desde la toma de La Bastilla, en París, hasta la Plaza Tahrir, en El Cairo.
Aquél capítulo de la primavera árabe terminó en golpe de Estado, y la democracia duró —diría Joaquín Sabina— lo que tarda en llegar el invierno.
Allá hubo muertos y heridos en sangriento combate… aquí, todavía no. Quizá eso busquen afanosamente los seguidores de AMLO, quien ahora convoca a cercar el Senado en un acto de desobediencia civil en protesta por las reformas peñanietistas. Con gente de la CNTE, sumada.
–¿Cuáles son los límites de la protesta social?
Nadie lo sabe… nadie lo explica… menos Mancera quien prefiere cubrirse al anunciar 153 mil millones para programas sociales… y prometer que no habrá aumento de impuestos… salvo el boleto del Metro, claro.
Por lo pronto hoy la Ciudad de México está a dieta de agua y ajo, como dijera alguna vez el célebre Hugo Sánchez: “A aguantarse y a joderse, tío”. Vaya régimen.
Purgatorio: En el juego de la pirinola política todos ganan… aunque algunos hagan berrinche. La reforma política quedó planchada; el dictamen pasará a comisiones y mañana, de plano, subirá al Pleno. Lo que el PAN no logra adentro lo consigue afuera… y se saldrá con la suya; canjeó apoyar la reforma energética por los cambios político-electorales; sacó de la jugada al PRD… y Santa Claus le traerá casi todo lo que pidió. Para el PRI, ha sido un buen arreglo; según César Camacho, su partido transigió en algunos puntos —peor es nada—, todo sea por el bien mayor. No importa si el Instituto Nacional Electoral termina siendo el monstruo de Frankenstein o si la reelección con candados termina en vacilada. Si queda corta, ya habrá sastrecillo valiente para “bajarle la valenciana”. El PRI-AN no hará nada por revivir el Pacto; los llamados a la reconciliación perredista son faramalla; respuestas de cartón para pagar el precio de la etiqueta política. El PRD no puede quejarse, mucho menos Jesús Zambrano quien “sacó” su reforma hacendaria, logro el fondo de capitalidad para el DF y quedó requetebién con su clientela. Negoció, ganó y se levantó de la mesa a tiempo. Su ruptura calla a Marcelo, espanta las moscas y le da espacio para reacomodarse en el carril de la izquierda. Ahora, el PRD de Zambrano podrá unirse sin rubor al ingeniero Cárdenas … ¿y de lejecitos, a López Obrador? Chucho mata dos pájaros de un tiro. Más aún, como lo vislumbra el analista Luis Carlos Ugalde, el rechazo perredista a la reforma política, prepara el camino de nuevas batallas electorales; el PRD, de ahora en adelante, descalificará cualquier victoria ajena, argumentando la ilegitimidad de las instituciones. Esa película ya la vimos y sabemos en qué acaba; mejor preparémonos para los conflictos postelectorales que vendrán… y vamos redactando la nueva reforma política del 2019… así va este cuento de nunca acabar.
@JoseCardenas1
josecardenas.com.mx
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