Desde hace casi dos meses —el 18 de octubre—, en nuestra columna titulada El PRI los chamaqueó, adelantamos que la reforma hacendaria sería aprobada por priistas y PRD, mientras la energética tendría el respaldo de PRI y PAN. Así ocurrió. Peña Nieto y su partido fueron pragmáticos y, más allá de ideologías, lograron reformas que, sin embargo, dejan más dudas que certezas.
“Jugada de tres bandas: se aprueban las reformas, se divide todavía más al PRD, y el PAN y el PRD se enfrentan. Mejor, imposible para el PRI”, escribimos en aquellosArchivos del poder.
Hoy por hoy, se cumplieron esos escenarios.
PRD y Morena ni siquiera se pudieron unir contra la reforma energética. Pesan más sus odios que sus coincidencias. Réquiem por la izquierda mexicana.
PAN y PRD están enfrentados. No se bajan de traidores por las reformas aprobadas.
¿Y el PRI? Mirando cómo sus enemigos se hacen pedazos.
Podría, hasta este punto, parecer el escenario idóneo para el PRI, de cara a 2014 y las elecciones intermedias de 2015. Pero no es así. La política es un juego de espejos. Y no será tan sencillo.
¿Qué costos tendrán que pagar Peña y el PRI a cambio de la aprobación de las reformas?
Se acabó el Pacto por México. Resulta insostenible e incongruente que el PRD se mantenga dentro del acuerdo, después de la batalla —literal— legislativa que se dio en San Lázaro el miércoles pasado, entre barricadas, golpes, insultos y desnudos penosos. “El pacto que se firmó el 2 de diciembre del año pasado está muerto por estas reformas privatizadoras”, aseguró Zambrano. Adiós.
¿Y después del Pacto, qué queda? La protesta. La resistencia civil y, en medio, la reforma energética. ¿Por qué? Zambrano anunció ya el “Plan 15-15”: defender el petróleo a partir del próximo domingo 15 de diciembre, y hasta el año 2015, cuando, durante las intermedias, el PRD impulse una consulta popular para revertir la Reforma Energética. “No lo van a impedir, no nos van a ganar y les vamos a dar para atrás con esta reforma”, advirtióZambrano. Veremos.
El PRI está a merced del PAN. La paternidad de la polémica reforma petrolera debe adjudicarse, en muchos puntos, al panismo, que logró —cosa sin duda plausible— sacar al STPRM del corrupto Romero Deschamps del Consejo de Administración de Pemex. La manija de la negociación la llevaron, en gran parte, los azules, que compartirán con el PRI positivos y negativos a futuro.
El PRD quedó como el cohetero: quemado por todas partes. No sólo apoyó una vergonzante miscelánea fiscal de la mano del PRI que solamente se limitará a cobrar más impuestos, frenar las inversiones y castigar a la productividad, en un lance penoso para el perredismo. También cometió otro error grave: bloquear el recinto de San Lázaro montando barricadas, encadenando puertas, sitiando la discusión. ¿Qué logró? Que PRI, PAN y PVEM se fueran a otro salón y allí aprobaran, en fast-track, la Reforma Energética. En lugar de mostrar escenarios de riesgo, ofrecer discursos severos pero inteligentes, demostrar en realidad que se estaba vendiendo el petróleo, el PRD recurrió a la vieja, desgastada e inútil fórmula: la violencia como método político. Lástima.
¿Y Morena? Sin AMLO se desinfló. Martí Batres no pudo llenar los zapatos del tabasqueño y los “bloqueos” se convirtieron en simples reuniones vecinales.
El PAN ganó en la discusión hacendaria y compartió victoria con el PRI en la energética. En la miscelánea fiscal quedó como defensor de la clase media y se erigió, sin necesidad de bloqueos, secuestros parlamentarios o violencia, en una oposición consolidada y viable. En la reforma petrolera, mantuvo el control junto con el priismo y demostró que a pesar de que durante el decenio panista (Fox-Calderón), el PRI les negó el voto para las reformas, los panistas guardaron rencores y apoyaron al PRI.
PRI y Peña sacaron las reformas. PAN ganó. PRD va perdiendo.
Y más allá de reformas, pactos rotos y ganadores y perdedores, ¿cómo viene 2014?
Incierto. Azaroso.
Por sí solas, las reformas no garantizan que México salga del estancamiento económico. En 2013 crecimos nada. El desempleo como nunca. La deuda pública más alta desde 1990. Es el punto débil del PRI: las crisis financieras. En eso son expertos. Ese riesgo no se ha diluido.
Y en lo político, los espacios ciudadanos quedaron mutilados por la fallida Reforma Política que nos negó revocación de mandato a gobernantes, segunda vuelta electoral presidencial y eliminación de legisladores plurinominales. Todo al gusto de la partidocracia.
Por lo pronto, ahí viene el “Plan 15-15”.
Y adiós al Pacto por México.
Twitter: @_martinmoreno
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