El destino quiso que Andrés Manuel López Obrador no pudiera encabezar la última, y crucial, etapa de resistencia a la reforma energética de Enrique Peña Nieto. Su ausencia traerá un saldo demoledor para Morena, pero no necesariamente funesto para el tabasqueño si éste sabe extraer lecciones de lo que ocurrió en diciembre.
Se puede decir que López Obrador ha tenido tres vidas públicas. 1) Como ya se sabe, inició en el PRI, bajo el influjo de Carlos Pellicer y luego fue cobijado por Enrique González Pedrero. Desde entonces surgió su fama de tener ideas muy particulares que no necesariamente caían bien en el entorno. Su activismo generó inconformidad y otros priistas lograron desplazarlo. 2) Al salir del tricolor, tras la estela del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, nació el AMLO de las protestas y movilizaciones por los fraudes electorales en Tabasco. Esa lucha regional lo volvió figura nacional, de ahí pasó a la presidencia del PRD y con ello a la jefatura de Gobierno. 3) En el Distrito Federal se convirtió en El Peje, ese fenómeno que estuvo a punto de llegar a la Presidencia en 2006 y que contra todo pronóstico volvió a convertirse en el factor de las elecciones de 2012.
Cuando enfrentó el proceso de desafuero en 2005, y con el plantón de Paseo de la Reforma al año siguiente, López Obrador logró el cenit de su añeja, y por mucho tiempo exitosa, estrategia de movilización popular. Siete años después ese modelo de protesta mostró un agotamiento.
Sería entregarse al realismo mágico pensar que si AMLO no hubiera caído enfermo, la cantidad de gente en las protestas hubiera sido mucho mayor. Sin duda con él habrían habido más protestando, pero no significativamente más. Ahora, y en buena medida gracias a la incapacidad de los líderes formales de Morena, ha sido enterrado el petate del muerto: desapareció el fantasma ese de que la gente saldría a la calle de manera espontánea, movida por quién sabe qué resorte de patriotismo, a tratar de impedir estas reformas. No ocurrió. Apurando un poco las metáforas, pasó como con la detención de Elba Esther Gordillo: los maestros que ya eran inconformes, subieron el tono de sus protestas; pero los que obedecían los dictados del SNTE firmaron contentos el premio a su sumisión en créditos gubernamentales que rescatarán a miles de profesores de deudas usureras.
AMLO se salvará de los costos del desastre de la inutilidad de este tipo de protestas, al menos en la actual coyuntura, si al retornar emprende una estrategia diferente. Volver a la calle ahora es lo que menos le conviene en todos los sentidos. Su ausencia demostró, paradójicamente, que su voz es insustituible, mas no debe arriesgarse a que su peso se mida en la capacidad de movilizar al “pueblo bueno”.
Más ideas, más argumentos de este político y escritor que tiene obra publicada desde hace décadas; más involucramiento en las redes sociales y en la viralización de sus mensajes, parecen escenarios ideales para la cuarta vida de AMLO. Es hora de replantear estrategias, sobre todo porque Peña Nieto ganó todo lo que quiso en 2013 y eso le vigorizará.
Maestro en reinventarse sin dejar de ser él, López Obrador tiene toda una vida por delante, la cuarta en términos políticos; sobre todo si no insiste en pensar que hoy son funcionales las tácticas de ayer. Por el momento, la calle puede esperar.
Fuente: La Razón
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