jueves, 5 de diciembre de 2013

Salvador García Soto - AMLO cambia la ecuación

Con todo y los buenos pronósticos de los médicos sobre una buena recuperación, el infarto de Andrés Manuel López Obrador pegó directo al corazón de la llamada izquierda social y afectó también al resto del cuerpo político. En el momento de mayor intensidad en su cruzada contra la reforma energética y la consolidación de Morena, la salud del tabasqueño afectará la intensidad de ambos procesos. Por un lado, su insustituible liderazgo en la nueva fuerza política -no hay figura capaz de sustituirlo- y por el otro la energía necesaria para conducir y encauzar la protesta social contra de los cambios constitucionales en materia petrolera.






Si bien los partes médicos hablan de que la rapidez con que fue atendido López Obrador disminuirá las secuelas negativas de su afección cardiaca, también es un hecho que el doble infarto al miocardio que sufrió el ex candidato presidencial provocará necesariamente un cambio de vida que afectará sus hábitos, su ritmo de trabajo y su capacidad para seguir siendo el líder social hiperactivo y vital que había sido hasta ahora, aunque conociendo su carácter es también un hecho que no renunciará completamente a sus proyectos.

Con todo, el factor de la salud en un personaje tan importante en la política del país puede cambiar la ecuación en la lucha por el poder. Por ejemplo, si su nueva condición le impidiera una tercera candidatura presidencial en el 2018, sería interesante saber hacia dónde podría moverse 12% de votación que, en términos netos, se estima que tendría el nuevo partido Morena. En un escenario tripartita como el que bien podría registrarse en las próximas elecciones presidenciales, 12% de Morena puede ser un porcentaje que defina una elección dividida entre el PRI, el PAN y el PRD.

La reacción casi unánime de la clase política, desde el atinado reflejo del presidente Enrique Peña Nieto hasta los buenos deseos expresados por algunos de sus rivales de la izquierda como Marcelo Ebrard o Jesús Ortega, hablan del claro impacto que el tema de la salud del líder tabasqueño tendrá en el panorama político.

Las molestias de Andrés Manuel, según versión de su familia, comenzaron hace dos semanas durante un partido de beisbol en el que tuvo un dolor intenso en el pecho que le comentó a uno de sus hijos. Después, el martes por la noche, durante una cena que tuvo lugar en el periódico La Jornada, una repentina subida de la presión arterial lo obligó a retirarse a su domicilio que se ubica en la zona de Tlalpan a escasas cinco cuadras del Hospital Médica Sur. A las dos de la mañana sobrevino el primer infarto y fue su esposa Beatriz quien, junto a sus hijos Andrés Manuel y José Ramón, lo llevaron al complejo privado que se ubica en el sur de la ciudad.

Fue esa rápida decisión lo que, a decir de los especialistas que lo atendieron, salvó la vida de Andrés Manuel y le evitó un daño mayor al corazón después de sufrir los dos infartos. Hoy puede decirse que habrá López Obrador para rato aunque tampoco puede negarse que su salud quedará tocada y que cambiará su ritmo de vida. Si en lo político el tabasqueño ya había demostrado tener más vidas que un gato, hoy en la vida real también puede decirse que recibió una segunda oportunidad.

NOTAS INDISCRETAS… Perdida en la vorágine informativa por la salud de AMLO, la remoción ordenada por el Presidente en la Profepa tiene que ver con un fuerte desacuerdo entre el ex procurador Francisco Moreno y el titular de Semarnat, Juan Guerra Abud. Guerra le ordenó hace unas semanas a Moreno clausurar un embarcadero en Puerto Marqués, Acapulco, por irregularidades. Cuando el titular de la Profepa hizo la clausura llegó una contraorden de Guerra: volver a darle permiso al embarcadero. Moreno se opuso a la nueva orden y desafió al secretario que llevó el tema hasta Los Pinos. La instrucción del Presidente fue tajante: córrelo. Así se deshicieron de Moreno Merino el ex diputado que alguna vez declaró que “no hay mujer bonita que no acabe de meretriz” y que en una entrevista televisiva se confesó admirador “de mi general Francisco Franco”… En el proyecto de presupuesto 2014 para el estado de Veracruz, que se discute en el Congreso local, el gobernador Javier Duarte propuso una composición interesante: 76.6% del gasto se destinará a gasto social, 15% para actividades del gobierno y 4.2 para desarrollo económico. Con esto, explica el gobernador en su exposición de motivos, “se busca abatir rezagos y atender a la población en pobreza”. ¿No será también que se busca compensar la pérdida de influencia que tendrán los gobernadores en las elecciones locales a partir de la reforma política? De cualquier modo, la apuesta de Duarte es más que interesante… Se baten los dados. Escalera y cerramos semana.


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