lunes, 27 de enero de 2014

Manuel Espino - La falsa encrucijada del PAN

La elección del próximo dirigente nacional del PAN cambiará los equilibrios entre grupos cupulares que se dirimen los presupuestos y el poder de ese partido, pero para el país y para la militancia nada habrá de cambiar, gane quien gane.

Las acusaciones entre ambos bandos han sido duras y los ataques arteros, pero se trata de un duelo en el que ambas partes carecen de credibilidad. Los voceros en estos debates “olvidan” que sus equipos cuentan con integrantes que con su sola presencia invalidan toda propuesta. Si el panista de a pie tiene que elegir entre un calderonista y un maderista, ¿realmente tiene una opción de honestidad y efectividad política a la cual sumarse?






En una esquina, está el grupo calderonista con los escándalos de las viviendas multimillonarias de varios de sus cabecillas (con César Nava como el más evidente ejemplo), el mismo grupo que durante el sexenio pasado hizo de la corrupción una herramienta para dominar políticamente al partido a través de la nómina y para subyugar voluntades, disfrazando de lealtad lo que en realidad era sumisión absoluta.


Fue ese grupo el que institucionalizó una vida de lujos decadentes opuesta a los ideales que dieron vida al partido azul, con lo cual le causó una estrepitosa racha de derrotas en lo electoral.
Cordero podrá decir que va a “poner a Acción Nacional de pie” y que va “regresar al partido a sus principios y valores, defendiendo sus banderas ciudadanas y siendo incluyente con la militancia”, pero su historia descalifica de tajo esa pretensión.
En la otra esquina, el militante tiene a los maderistas, un grupo que se ha distinguido por su ineficacia en las urnas y que ha hecho del chantaje al gobierno su tabla de salvación para mantener medianamente relevante al PAN.
Se trata, además, de un grupo cuyo principal dirigente no pudo esclarecer sus vínculos con el llamado “zar de los casinos” y que está hundido hasta el cuello en el lodazal de los sobornos exigidos por diputados a alcaldes, el infame escándalo de “los moches”.
Esas son, palabras más, palabras menos, las “alternativas” de la elección interna del PAN. Por todo ello, que Cordero cuestione la integración de la comisión de elecciones o Madero pida que las “minorías frustradas” respeten a su partido es una frivolidad.
Lo realmente importante, lo que hoy se ha vuelto esencial para el PAN y para gran parte de la vida pública de México, es el combate a la corrupción. Y en ese tema estos dos grupos salen perdiendo por igual.

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