Imaginemos que Amado Yáñez, a tono con la moda de los selfies, tomara una fotografía de todos sus socios, cómplices políticos y gestores a modo que enriquecieron a Oceanografía hasta llegar al escándalo actual de la investigación por el mayor fraude bancario en la historia reciente del país y por lavado de dinero.
En esa imagen –que seguro no cabría en un dispositivo móvil- estarían los primeros hijastros de la nación con el foxismo, los Bibriesca Sahagún, su compulsiva madre Marta Sahagún de Fox, su padrastro con botas, los directores de Pemex hasta el 2012 (Raúl Muñoz Leos, Luis Ramírez Corzo, Jesús Reyes Heroles hijo y Juan José Suárez Coppel), los directores de Pemex Exploración y Producción, los oficiales mayores de la paraestatal, los secretarios de Energía, incluyendo, por supuesto, a quien se convertiría en el presidente de las “manos limpias” Felipe Calderón, y a sus sucesores en Energía como Georgina Kessel.
El selfie de Amado Yáñez, el presunto socio mayoritario de Oceanografía, incluiría a no pocos difuntos, como Juan Camilo Mouriño –campechano como la sede de la empresa contratista-, a un poderoso ex secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, a su sobrino Martín Díaz Alvarez, pero también a empresarios como Javier Rodríguez Borgio y unos casinos llamados Big Bola y al equipo Gallos Blancos de Querétaro. Incluso, a un socio minoritario Oliver Fernández Mena, ex tenista y vinculado con la ex primera maestra de la nación, Elba Esther Gordillo.
El selfie, quizá, tenga más participantes que número de diputados federales en San Lázaro porque incluiría a los accionistas que no han sido mencionados, a los funcionarios de Banamex-Citigroup que autorizaron operaciones por más de 400 millones de dólares y, por supuesto, habrían algunos “colados incómodos”.
Algunos de esos “colados”, según se desprende de las declaraciones del procurador Jesús Murillo Karam y de las filtraciones que hemos leído en estos ocho días, podrían incluir a algunos personajes vinculados con la última letra del abecedario dedicados al robo y venta ilegal de hidrocarburos, extraídos de Pemex.
De ese tamaño es el caso Oceanografía. Sin duda alguna, constituye un Titanic que describe el hundimiento del sexenio del “cambio” y el subsiguiente de las “manos limpias”. Es un Titanic azul que ha alcanzado de manera “involuntaria” a Gustavo Madero, el más firme candidato a repetir en la dirección nacional panista. ¿Alguien le cree que se sube a aviones privados sin saber quiénes son los propietarios y qué favores implican este tipo de “servicios”?
No hay quien se pueda librar de este expediente del “Cártel Negro”, como bien lo describió Ana Lilia Pérez, la reportera de Contralínea y Fortuna que con mayor insistencia y documentación advirtió sobre los alcances de los fraudes y el lavado de dinero en Oceanografía.
Lo peor es que todo esto se sabía, se documentó y se advirtió por la Auditoría Superior de la Federación y los gobiernos de Fox-Calderón hicieron como que la virgen los escuchaba, mientras los contratos hacia Oceanografía se incrementaron y hasta se extendieron a los primeros meses del gobierno de Enrique Peña Nieto.
En 12 años, Oceanografía ganó 106 contratos con el panismo por un monto total de 45 mil 986 millones de pesos y se mantienen vigentes 22, incluyendo 7 que concluyen hasta el 2022, un verdadero prodigio de la corrupción transexenal.
Y no fue el sexenio de Vicente Fox el que más enriqueció a la compañía que ha provocado la mayor crisis al gigante financiero Citigroup Banamex. Fue en el gobierno de Felipe Calderón, ex secretario de Energía foxista, que se le entregaron a la empresa entre 2008-2010 el mayor volumen de contratos, justo en el periodo de la malograda “reforma energética” del tesoro en aguas profundas.
En 2008, Oceanografía obtuvo 20 contratos por 12 mil 439 millones de pesos y en 2012 obtuvo otros 25 contratos por 11 mil 75 millones de pesos, según el portal de Obligaciones de Transparencia de Pemex.
El problema no es sólo el volumen y el monto de los contratos a esta empresa, ubicada como el tercer contratista privado más importante de la paraestatal. Desde las auditorías de 2006 la Auditoría Superior de la Federación emitió alertas sobre las irregularidades de los contratos. Detectó que Pemex no multó a Oceanografía por incumplimiento en la entrega de contratos por un monto de 405 millones de pesos.
Le siguieron 8 auditorías más a la empresa y a Pemex. Hallaron irregularidades en 9 contratos otorgados y se instruyó a la paraestatal ha emprender 24 acciones. Ninguna se cumplió.
Hoy el escándalo estalla en las narices del relevo de la dirigencia panista, del reacomodo de los dos ex presidentes blanquiazules y del indudable poder que ha adquirido el procurador general Jesús Murillo Karam, quien se ha vuelto el fiel de la balanza de los reacomodos transexenales.
El Titanic Azul tiene unas dimensiones aún desconocidas. Mientras, la orquesta panista sigue tocando ante el naufragio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.