miércoles, 26 de marzo de 2014

Jorge Fernández Menéndez - Las memorias de ‘El Chapo’

¿En realidad Joaquín “El Chapo” Guzmán está escribiendo sus memorias? ¿De verdad las autoridades federales temen que se escape del penal del Altiplano, en el Estado de México? El tema lo abordó ayer, en su siempre bien informada columna, Carlos Loret de Mola, citando fuentes confiables, pero no deja de sorprenderme. Que sepamos en los penales de alta seguridad en México las posibilidades de dedicarse a escribir un libro de memorias está más que limitada, no sólo la posibilidad de escribir todo un libro sino incluso el ingreso de papel y plumas, no hablemos de una computadora.

¿Cómo es un día en el penal del Altiplano o en Puente Grande, penales federales donde nadie se había vuelto a escapar desde enero de 2001, hasta que hace unas semanas dos detenidos se fugaron, muy misteriosamente por cierto, del penal de Ciudad Juárez? El orden interno está militarizado. El desayuno se entrega en la madrugada, debe ser consumido en aproximadamente 10 minutos y las charolas deben regresarse ya lavadas, todo eso, obviamente en las celdas individuales. En ese momento debe haber silencio en el pasillo hasta el pase de lista que es cerca de las 3 de la tarde, cuando se entrega la comida. No se permite tener casi nada en las celdas que tienen las luces encendidas las 24 horas. Cuando cae la tarde se sirve, también en las celdas, la cena y poco después se apagan las luces. En promedio, algunos más, otros menos, los internos tienen una salida de media hora diaria, si no fueron sancionados por alguna razón, a uno de los patios. En el libro “Los malditos”, Jesús Lemus, un periodista michoacano que estuvo preso varios años en Puente Grande, acusado de colaborar con La Familia, describe, por ejemplo, la situación en la que estaba detenido el secuestrador Daniel Arizmendi: “Todos los días le asignaban actividades en su celda. Le permiten tener dos libros que su familia provee cada seis meses -si no infringe el reglamento interno-; puede solicitar a la biblioteca un libro a la semana; cada tercer día toma clases de dibujo y tiene asignado un maestro para actividades académicas. Lo dejan salir a un pequeño cuarto de apenas 20 metros cuadrados para que se ejercite los fines de semana, le conceden botar un balón por espacio de una hora los domingos en la mañana y una hora los sábados en la tarde”. ¿En esas condiciones, que están lejos de ser las más extremas que se pueden presentar en un penal de máxima seguridad, se pueden escribir memorias?






“El Chapo” se fugó de Puente Grande porque, como hemos contado en este y otros espacios, literalmente controlaba el penal, a sus guardias y funcionarios. Los que manejaban Puente Grande no eran los directores sino “El Chapo”, “El Güero” Palma y “El Texas, Guillermo Martínez Herrera. Incluso antes de su traslado a Puente Grande, se temió que “El Chapo” se fugara de Almoloya (luego llamado de La Palma, ahora del Altiplano) utilizando un helicóptero. Por eso fue trasladado a Jalisco. Antes de la fuga se dieron varios capítulos muy sugestivos: semanas antes se había asesinado en Pachuca, Hidalgo, a Pablo de Tavira, ex director de Almoloya, y un día después se asesinó en Guadalajara a quien había sido el segundo de De Tavira y director de Puente Grande, Juan Castillo Alonso. Ambos eran los responsables de haber establecido extremas medidas de control en los penales de máxima seguridad.


También poco antes de la fuga de “El Chapo” se envió a lo que era entonces CNI Canal 40 un controvertido video mostrando la dura situación que imperaba en el penal de La Palma, con filmaciones de las cámaras de seguridad del propio penal. Esos videos, que fueron distribuidos por la defensa de connotados narcotraficantes, sólo podían tener dos orígenes: los mandos de la SSP o las propias autoridades del penal. En la fecha en que se filmaron esos videos, el director de Almoloya era Leonardo Beltrán Santana, quien se convirtió después en el director de Puente Grande. No quedan muchas opciones: o Beltrán Santana nunca se enteraba de lo que sucedía en los penales de máxima seguridad que estaban bajo su mando (lo cual denotaría una terrible ingenuidad para un funcionario en esa posición) o lo ignoraba conscientemente, siendo, de una u otra forma, parte del esquema de protección a los propios narcotraficantes. Beltrán estuvo preso ocho años acusado de colaborar en la fuga de “El Chapo”.

Después de la fuga, todas las medidas de prevención y custodia cambiaron drásticamente en ese y en todos los penales de alta seguridad. Llamaría profundamente la atención que Guzmán Loera estuviera ahora en condiciones no sólo de pensar en escaparse sino también de tener tiempo, espacio y condiciones hasta para escribir sus memorias. ¿No será que ya se tomó la decisión de que más temprano que tarde deberá ser extraditado a Estados Unidos y las memorias y la posibilidad de que se escape sirven para justificar la decisión? Es pregunta.

Leído en http://www.am.com.mx/opinion/leon/las-memorias-de-el-chapo-7971.HTML


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