Un nueva bomba financiera está a punto de explotar por la discrecionalidad como se contratan créditos en los estados.
Ahora es en Chihuahua, donde el gobernador César Duarte elevó la deuda pública en 100% durante sus tres primeros años de gobierno y, para calentar más el futuro, el Congreso local le autorizó reestructurar la deuda a 25 mil millones de pesos, con lo que para cuando termine su mandato en octubre de 2016, dejará endeudado al estado con 42 mil millones de pesos, a pagar entre sus contribuyentes.
El endeudamiento en Chihuahua ha pasado desapercibido en el país, pese a ser uno de los más elevados de los últimos años. De acuerdo con la Secretaría de Hacienda, sólo en porcentaje de deuda con respecto al PIB, Chihuahua ocupa el primer lugar nacional con 9%. Duarte ha buscado diversas formas de financiamiento, como la bursatilización de la deuda, que alcanzó 14 mil 800 millones de pesos el año pasado, el volumen más alto en la nación. Este es un recurso donde se dan en garantía ingresos propios, como impuestos sobre nómina, predial o tenencias, que en el pasado provocaron crisis en los recursos estatales.
En un reciente artículo en El Diario de Juárez sobre “la voraz deuda pública”, el académico Sergio Armendáriz citó a un experto, que afirmó: “Se necesitaron 18 años para crecer la deuda de dos mil a 12 mil millones de pesos, peso sólo menos de tres para subirla a casi 42 mil millones, con la diferencia de que en el primer caso se ubica con claridad el destino de estos recursos que se aplicaron de 1993 a 2010, de Francisco Barrio a José Reyes Baeza, principalmente en obras de infraestructura carretera, hospitalaria, educativa y de servicios públicos”.
Duarte recibió Chihuahua con una deuda a septiembre de 2010 de 13 mil 261 millones de pesos, que en 2011 había subido a 17 mil 318 millones, en 2012 a 23 mil 284 millones, y en 2013 a 26 mil 135 millones. La cifra de 42 mil millones para cuando termine su gestión proviene de la reestructuración de la deuda a una tasa de 6.5%, que se encuentra también entre las más altas del país.
Armendáriz recordó que Humberto Moreira cayó en desgracia como presidente del PRI por el escándalo suscitado por el endeudamiento 34 mil millones de pesos de Coahuila, cuando fue gobernador, como una forma de ilustrar el momento crítico por el que atraviesa Duarte. Coahuila, mencionó, ocupa todavía el primer lugar de deuda pública en relación con las participaciones federales con 278.6%, pero seguido de Chihuahua, con 270.6%. Lo notable, según sus cifras, es que Baeza tenía ese porcentaje en 100%, por lo que el incremento en los tres primeros años de gobierno de Duarte es de casi 300%.
La deuda pública en los estados es uno de los principales problemas en las finanzas públicas. Se convirtió en un fenómeno nacional en años recientes ante los controles presupuestales y las demoras con las que se distribuían los presupuestos y las participaciones federales. Frente a los problemas con la Secretaría de Hacienda, los gobernadores optaron por contratar créditos. En el caso de Moreira, el escándalo explotó porque se falsificaron documentos para soportar el endeudamiento, lo que no se ha visto hasta este momento con Duarte.
Pero tampoco ha sido nada transparente el gobernador. En la prensa de Chihuahua se vienen quejando de la opacidad del manejo de la deuda, y temen que se esté utilizando en gasto corriente, principalmente para el pago de nómina en los sectores educativo y de salud. La realidad es que no se sabe el destino que le dio Duarte a esos recursos, porque ha mentido varias veces cuando los periodistas en el estado le preguntan sobre el endeudamiento.
Duarte, por ejemplo, declaró que la deuda con la que recibió el estado era de 19 mil millones de pesos, cuando en realidad, según datos de la Secretaría de Hacienda, era seis mil millones de pesos menor. Aseguró también que se endeudó para sufragar un déficit de cerca de 10 mil millones de pesos, aunque los datos oficiales revelan que la administración de Reyes Baeza le dejó recursos por 811 millones de pesos.
El gobernador ha manipulado cifras para justificar la deuda pública en Chihuahua, que es un problema serio, delicado y explosivo. Para Duarte es una pesadilla que puede arruinar sus ambiciones políticas. El año pasado comenzó a organizar células en todos los estados como parte de una maquinaria que le permita alcanzar lapresidencia del PRI al terminar su sexenio, e incidir en la elección presidencial de 2018. No ha sido cuidadoso ni discreto en sus aspiraciones, y ahora que se cruzan con el hoyo financiero en el que tiene a Chihuahua, puede caer más rápido de lo que se imagina si alguien decide que un gobernador priista más en la picota, no es mala idea en estos tiempos de ajustes.
twitter: rivapa
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