lunes, 31 de marzo de 2014

Sergio Sarmiento - Aquel Mixcoac

“Un charco es mi memoria. Lodoso espejo: ¿dónde estuve?”

Octavio Paz


Yo no nací en Mixcoac pero allá viví durante toda mi niñez y buena parte de mi juventud”. Octavio Paz nació en la colonia Juárez, en el número 14 de la minúscula calle de Venecia, “muy cerca del edificio que ocupaba el periódico La Patria fundado y dirigido entonces por su abuelo, Irineo Paz, y donde también trabajaba su padre, Octavio Paz Solórzano” (Francisco Ortiz Pinchetti, sinembargo.mx).







En el número 14 de Venecia hay una minúscula vivienda de ladrillo sin identificación alguna. Supongo es el lugar físico en que nació el Premio Nobel mexicano. En 1914 los partos tenían lugar en la casa familiar. La española Josefina Lozano, “niña de mil años”, seguramente fue asistida por una partera.

“Apenas tenía unos meses de edad -dice Paz en un texto recogido por Guillermo Sheridan y Gustavo Jiménez Aguirre y publicado en Reforma el 6 de abril de 1994- cuando los azares de la Revolución nos obligaron a dejar la Ciudad de México; mi padre se unió en el sur al movimiento de Zapata mientras mi madre se refugió, conmigo, en Mixcoac, en la vieja casa de mi abuelo paterno, Ireneo Paz, el patriarca de la familia”. La casa del barrio de San Juan, en el número 8 de la plaza de Valentín Gómez Farías, se encuentra todavía ahí, convertida en el Convento de Santa Catalina de Siena.


Mixcoac no era todavía el “suburbio más bien feo” en que se convertiría según el propio Paz. Lo cruzaba un “hilo de agua negruzca y fétida” rimbombantemente llamado río Mixcoac. Octavio estudió en El Zacatito de los lasallistas, donde aprendió francés. Para escapar al suplicio de las misas interminables “me di a urdir fantasías y quimeras licenciosas. Así descubrí el pecado y temblé ante la idea de la muerte”. Asistió también al Colegio Williams, que todavía existe en la vieja quinta de descanso de los Limantour, donde aprendió inglés. En la cercana primaria oficial para varones jugaba basquetbol (¡sí, Octavio Paz jugaba basquetbol!).

“Adelante del Colegio Williams y siguiendo siempre la vía del tren, se llegaba a una extraña construcción morisca: ¡la Alhambra en Mixcoac! Parecía transportada por uno de los genios de los cuentos árabes. Aquella fantasía sarracena tenía un jardín frondoso y accidentado por el que corría, entre túneles, montañas, lagos y precipicios, un ferrocarril eléctrico que nos maravillaba”. Era la quinta de la familia Sherer, que años después se convirtió en El Castillo del Colegio Madrid, en el que yo estudié, y que fue destruida a fines de los setenta por el gobierno capitalino de Carlos Hank para hacer un horroroso paradero de autobuses. Al lado de ese edificio mudéjar se encontraba “la cueva de los prodigios”, el cine al que el joven Paz acudía para entrar a un mundo de fantasía.

“En la mesa mi padre hablaba de Zapata y Villa y el mantel olía a pólvora” (Ladera este). El zapatista era un padre ausente, más preocupado por la revolución y la política que por su familia. Ireneo, el abuelo liberal, era quien acompañaba al niño en largos paseos por ese Mixcoac todavía agreste. La biblioteca de la casa, en la cual Octavio pronto llegó a los libros prohibidos porque nadie se preocupaba por lo que leía, fue también su mentora. Con el tiempo recordaría con amargura el alcoholismo y abandono de su padre revolucionario: “Del vómito a la sed, / atado al potro del alcohol, / mi padre iba y venía entre las llamas... / Yo nunca pude hablar con él. / Lo encuentro ahora en sueños, / esa borrosa patria de los muertos” (Pasado en claro).

La niñez pronto quedó atrás. Paz habría de convertirse en uno de los escritores más notables de la historia de México. Pero su vida y su obra quedarían marcados por ese viejo Mixcoac.

HORA DEL PLANETA
En el Hard Rock Hotel de Vallarta se apagan algunas luces pero no los aires acondicionados. Se encienden innumerables velas, cada una cientos de veces más contaminante que un foco. Hay música a todo volumen y fuegos artificiales. Los huéspedes aplauden. Se sienten ambientalistas tras haber aumentado una hora sus emisiones de contaminantes.




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