martes, 8 de abril de 2014

Federico Reyes Heroles - Radicales

Ser radical no implica ir a los extremos. Para eso está la palabra extremistas. Radical es quien busca la raíz de un problema. “Castillo: desarme o habrá detenciones” fueron las ocho columnas de Excélsior el viernes pasado. El Secretario de Gobernación y el Comisionado especial para Michoacán fueron muy claros: las personas que sean encontradas con armas serán llevadas a las autoridades. Se trata de un giro en la política de seguridad anunciada hace unos meses. Por supuesto, ahora las autodefensas se niegan al desarme. Todo pareciera tan confuso. Por qué en un principio se dio luz verde y ahora se da marcha atrás. Por qué permitir que grupos autoerigidos en policías porten armas y quiebren el monopolio de la violencia del estado. Cómo es que llegamos aquí. Cuál es la salida del laberinto. El costo de la inseguridad nos ahoga, el Índice Global de Progreso Social nos sitúa entre los 10 países más inseguros en una lista de 132. Es momento de ir a la raíz.







Aceptar a las autodefensas era, en algún sentido, inevitable. Diferenciar a las leales de las desleales poco más que imposible. Dos problemas están en el origen de la inseguridad. El primero es la simultánea concentración y dispersión poblacional. Desbordantes concentraciones urbanas que rebasan la capacidad de las autoridades para brindar los servicios -seguridad incluida- frente a un crecimiento producto de la migración campo-ciudad y a la par, la permanencia de decenas de miles de poblaciones pequeñísimas. Mientras la capital de la República tiene un crecimiento poblacional muy bajo, 0.3% (Inegi, 2010), hay zonas aledañas en el Estado de México que rozan el 5%. No hay Gobierno que pueda galopar a ese ritmo. En el otro extremo está la brutal dispersión. Cómo garantizar seguridad a las más de 150 mil poblaciones con menos de dos mil 500 habitantes que todavía conforman nuestro País. Qué cuerpos policiales se pueden organizar para esas menguantes aglutinaciones humanas. De allí surgieron las guardias rurales que derivaron en las autodefensas.

Seamos, pues, radicales: nunca ha habido una fórmula para garantizar seguridad a esos mexicanos.
Las concentraciones rebasan a las autoridades. La dispersión poblacional conforma un mapa inabarcable. Vayamos al segundo problema. Cuánto y cómo debe de gastar un País en seguridad. Según los parámetros de Naciones Unidas arriba de 300 efectivos por 100 mil habitantes ya es muy aceptable. Alejandro Hope, un gran especialista en el tema, redondea las cifras, en México hay alrededor de 450 mil efectivos, de los cuales 40 mil son federales. No es un número menor, el problema es, de nuevo, la dispersión y la falta de coordinación: más de dos mil cuerpos policiales donde un altísimo porcentaje tiene menos de 10 elementos. Agréguese la pésima capacitación, salarios bajos y malas prestaciones y el paisaje es un cuadro aterrador. El gasto en seguridad ha crecido pero fundamentalmente en el rubro federal, no así en los estados. No gastamos lo que debiéramos en seguridad. ¿Y de dónde viene ese problema?

Resulta que la seguridad es, de acuerdo al artículo 115-III, responsabilidad de los municipios. El principal ingreso de los municipios debiera ser el impuesto Predial que podría financiar los gastos en seguridad. Pero resulta que alrededor de la mitad del País es propiedad comunal o ejidal y allí el Predial no existe. La mitad de México no cuenta con una fuente de recursos para seguridad. ¿Quién es el responsable de la seguridad en esas comunidades? Los empobrecidos municipios. Por si fuera poco allí donde se podría cobrar un Predial -zonas urbanas- el impuesto es simbólico o ¡no se cobra! Salvo en la Ciudad de México, en el resto del País es casi inexistente. Según el IMCO recaudamos una décima parte de lo que recaudan los países de la OCDE (Índice de Información Presupuestal Municipal, 2012). ¿De dónde se supone que se paguen los cuerpos policiales? Por si fuera poco el incremento en el gasto de seguridad se ha dado en el rubro federal, cuando los países con mayor seguridad en el continente -Estados Unidos y Canadá- hacen exactamente lo contrario: gastan en policías locales y no en la federal.

El aparente galimatías no es tan complicado, pero hay que ser radical. Gastamos muy poco en seguridad, la carrera policial en México no recibe la atención y las prestaciones que debiera. Por qué esperar la aparición de esos garantes de la seguridad que todos buscamos. Llegamos a las guardias rurales y después a las autodefensas por el vacío de autoridad que está en el origen. ¿Cómo queremos ser un País seguro si los municipios son pobres porque los alcaldes no actualizan el catastro para cobrar un Predial adecuado para poder financiar la seguridad de todo el País? El precio político es demasiado alto para el periodo de Gobierno de tres años. Ojalá y la reelección en el orden de Gobierno municipal propicie un horizonte de Gobierno de largo plazo. Ojalá y los catastros se actualicen -las imágenes satelitales facilitan brutalmente ese trabajo- y el impuesto Predial se convierta en un impuesto madre. Ojalá y en este tema -como en otros- no nos quedemos en las ramas y seamos radicales.

Leído en http://www.am.com.mx/opinion/leon/radicales-8281.HTML

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