martes, 8 de abril de 2014

Martín Moreno - Reyna, el todopoderoso

La benevolencia de Godoy hacia Reyna fue clave en ese gozne político.

El priista Jesús Reyna era el político más poderoso de Michoacán.

Estaba por encima de gobernadores, de presidentes de partido, de líderes sociales. Su palabra era respetada y obedecida.

Reyna, literalmente, era la ley, como procurador de Justicia de Michoacán durante el gobierno de Ausencio Chávez (1992-1996).

Fue candidato del PRI a la gubernatura, pero la perdió contra Leonel Godoy, su compañero de aula, su amigo, si es que en política hay amigos. Como gobernador, Godoy fue afable con Reyna. Lo procuraba.







Cercanía causa confianza. Confianza provoca abuso. Y Reyna —hábil político priista— se convirtió durante el gobierno de Godoy en el enlace natural del PRD —partido en el poder michoacano— con el priismo derrotado, mas no liquidado. Esperó el PRI, paciente, al acecho. Hasta que regresó a la gubernatura.


El poder de Reyna se consolidó durante los años dorados del priato, pero también en la década de perredismo en Michoacán. La benevolencia de Godoy hacia Reyna fue clave en ese gozne político.
Movía los hilos del PRI. De una oposición cercana al perredismo. A Leonel Godoy. Al poder estatal. El todopoderoso de Michoacán. Así era Jesús Reyna.  
   
Quiso ser candidato del PRI a la gubernatura, pero Fausto Vallejo le ganó la carrera. Vallejo era el único que garantizaba el triunfo en Morelia, capital. En Uruapan. Y así ocurrió.

Vallejo era el candidato. Y Reyna, la “estructura partidista”. El acarreo de votos. La mapacheada. El “ratón  loco”. El cochupo electoral, pues.

Vallejo enfermó. Y Reyna fue reina por un día: gobernador interino de Michoacán. Su sueño. Su gran anhelo.

Reyna no era un tipo afable ni de buen trato. Era un tipo rudo, aunque cuidaba las formas”, relata Miguel García Tinoco, confiable periodista, durante mi noticiero dominical en Reporte 98.5 FM (2 a 4 PM).

Un tipo rudo. Y vaya que lo era.

Pero el entorno de Reyna comenzó a enturbiarse. A derrumbarse.

Aparecieron las primeras acusaciones públicas. Frontales. Graves.

La entonces senadora Luisa María Calderón acusó a Reyna de ser presunto vínculo entre el gobierno estatal y Los Caballeros Templarios. José Manuel Mireles, vocero principal de las autodefensas michoacanas, insistió en los nexos de Reyna con el crimen organizado.

“Hace tres días falleció el papá de Nazario Moreno, El Chayo, le hicieron el velorio en Apatzingán, en un lugar público. Estuvo presente toda la cúpula del crimen organizado, incluyendo al mismo gobernador del estado de Michoacán, el gobernador interino Chucho Reyna”, aseguró Mireles. Nadie lo desmintió.

El reportero Arturo Ángel, del diario 24 Horas, publicó ayer:

“De acuerdo con lugartenientes de Los Caballeros Templarios, desde el 2011, Jesús Reyna, a la postre secretario de Gobierno y gobernador interino de Michoacán, se reunió varias veces al año con La Tuta y los Plancarte, primero por amistad y luego para pactar protección a su actividad ilegal”.

“Es amigo de los jefes”, señaló textualmente Manuel Gutiérrez Mecinas, alias El Many, operador de confianza de Enrique Plancarte. Su declaración y de otros quedó asentada en un desglose de la averiguación PGR/SEIDO/UEITA/059/2014, de la cual se desprendió la orden de localización en contra del exsecretario de Gobierno.

Hasta aquí la información de Arturo Ángel.

El manto de protección del poderoso Jesús Reyna se esfumó.

Hoy está arraigado. Reyna y sus delirios. Y sus secretos.

¿Cuánto sabe Jesús Reyna?

Mucho.

Resulta inverosímil que Reyna se haya convertido —así lo apunta la investigación hasta ahora— en el político más poderoso de Michoacán actuando solo, sin complicidad gubernamental u oficial. Apoyado, sí, por el crimen organizado, pero también por las esferas del poder michoacano.

En Michoacán, de acuerdo a lo que hasta hoy ha trascendido, Reyna montó una estructura de poder político-criminal que corrompió no sólo los cimientos del gobierno y su organigrama, sino que contribuyó para que el tejido social michoacano se diluyera entre la violencia de los cárteles de la droga, la extorsión, el secuestro y la criminalidad que azotaron a los michoacanos, y el surgimiento de las autodefensas.

¿Jesús Reyna actuó solo?

¡Por supuesto que no!

¿Quiénes lo respaldaron durante sus años de poderío político?

Faltan nombres.

¿Dónde están?

Agazapados.

¿Entrarán en defensa de su viejo aliado?

Obvio, no.

En política, la desgracia y sus consecuencias son solitarias.

Hoy, Jesús Reyna está arraigado en una habitación a merced de la justicia. Muy atrás quedaron sus días de gloria, de poderío, de intocabilidad. Su futuro se vislumbra oscuro. Se lo ganó.

Él y sus compañeros de camino que ya lo dejaron solo.

                Twitter: @_martinmoreno


Leído en http://www.excelsior.com.mx/opinion/martin-moreno/2014/04/08/952885


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